31: Un viaje en tren

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Alanna tenía un secreto.

Mejor dicho, muchos secretos, pero este en particular era el más complicado.

Nadie en su pueblo sabía que era una bruja, o que cada año iba a estudiar a una escuela de magia.

Sus amigos (a excepción de Harry) no sabían que su madre no era una muggle, sino una ninfa. Tampoco sabían que en parte ella lo era.

Nadie en el colegió la había visto controlar el agua (además de Cedric), ni siquiera ella lo podía creer en realidad.

Pero su secreto más grande era el que estaba por ocurrir. Uno que ni ella misma sabía.

Solo unos días después de regresar a su casa su madre la había llamado en medio de la noche y la había sentado en la silla más lejana a la salida. Se había sentado frente a ella y no se había movido de ahí hasta escuchar todo lo que Alanna tenía que contarle sobre su segundo año en Hogwarts. Les había llevado gran parte de la noche, Alanna no sabía porque su padre no estaba con ellas.

Quiso mentirle y contarle una versión de la historia en la que nada malo había pasado, la mirada de su madre decía saber toda la verdad. No era sorprendente, les habían enviado una carta informando del ataque a su hija.


—Lo que me pregunto —interrumpió su madre — es como sobreviviste a un ataque de basilisco.


—Había agua —murmuró en respuesta con la cabeza gacha, aun no sabía como abordar el tema del estallido repentido de agua en medio del pasillo, o el que había podido escuchar al basilisco hablar, sin ser ella una hablante de parcel.


—¿En medio del pasillo?


Y con ese comentario fue como Alanna terminó cediendo y contando toda la verdad, de todas formas ella nunca había sido muy buena mintiendo, por lo menos a sus padres.

Su madre se levanto apenas ella termino de contarle todo, abandono la cocina y salió de la casa sin siquiera cerrar la puerta. Alanna se quedo esperándola por algunos minutos hasta que se dio cuenta de que su madre no iba a regresar, por lo menos no en lo que restaba de noche. No era la primera vez que ella se iba de esa forma, por lo que no le presto mucha atención y fue a su cuarto a dormir las horas que le quedaban de oscuridad.

Llegó la mañana y su madre no regreso. Al segundo día tampoco ni al tercero. Al quinto día Alanna ya comenzó a inquietarse, pero su padre seguía tan tranquilo como siempre. Él llegaba del trabajo y cocinaba para ambos, luego de conversar un rato cada uno se iba a dormir y aunque Alanna intuía que él debía saber donde estaba su madre, él no respondía nada a las insistentes preguntas.

Por fin la mañana del sexto día Aurora, su madre, atravesó la puerta de la cocina tan resplandeciente como siempre. Una pequeña comisión de animales la seguía, casi besando el suelo por donde ella pisaba, y detrás de todos ellos venía Igni, el fuego fatuo del bosque. Ella lo había conocido siendo muy pequeña, pero a pesar de los años él le seguía imponiendo un respeto ciego.


—Empaca tus cosas Alanna, las del colegio igual, no sé cuando regresemos —para ser la primera cosa que le decía en días la voz de su madre sonaba demasiado seria, como si no fuera ella misma.


—Pero el verano acaba de empezar —replicó ella con disgusto.


—Eso no importa.


Con una enorme cara de disgusto, Alanna hizo lo que le encomendaron.

Una ninfa en Hogwarts | Harry PotterWhere stories live. Discover now