23: Un castigo bien ganado

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Los días iban pasando rápido y aún así Alanna seguía sin poder hablar con Caroline.

Se la había encontrado varias veces en los pasillos, en el patio, biblioteca y en el comedor, pero todas las veces ambas estaban acompañadas, y Alanna no se sentía con la valentía suficiente como para irrumpir en un grupo de Slytherins.

Si las cosas seguían así ninguna de las se volvería a hablar.

O eso creía Alanna, hasta que un día en la tarde tuvo que regresar sola a su sala común luego de terminar su tarea de Herbología junto a Neville. Para sorpresa de Alanna, ambos trabajaban muy bien juntos -cuando se trataba de esa clase en especifico- así que cada trabajo que la Profesora Sprout daba los terminaban haciendo juntos.

Hermione se había quedado ayudando a Ron y Harry con el suyo, así que Alanna no tuvo otra que regresar sola, cosa que nunca le terminaba de agradar. La enorme cantidad de criaturas mágicas en el castillo y las inmediaciones no hacía otra cosa que abrumarla, sentir la presencia de un solo animal era agotador, pero la de miles...por esa razón ella siempre prefería estar acompañada, así podía distraerse en conversaciones y evitar que el dolor de cabeza la abrumara.

Ese día mientras giraba en una esquina se topó de frente con la persona que tanto esperaba hablar, y para su suerte ambas estaban solas.

Caroline se la quedó mirando, no estaban a más de 10 metros de distancia, pero aún así ninguna se atrevió a dar el primer paso. El pasillo estaba casi vació y el aire se podía incluso cortar con una navaja. Alanna dudó durante varios minutos entre si acercarsele o no, tal vez sonreirle hubiera sido una buena idea, pero su cara estaba tan paralizada como el resto de su cuerpo.

¡No seas una gallina, Alanna! ¡Si Igni te viera así seguro te golpea! Se regañó así misma.

Juntó todo el valor que pudo y dio un paso al frente, y luego otro, y otro, hasta que solo unos cuantos pasos las separaban. Abrió la boca dispuesta a decir hola o cualquier palabra que a su cerebro se le ocurriera.

Pero un toque en su hombro la hizo girar sorprendida.

—¡Alanna! ¡Llevo días queriendo verte!

En cualquier otro momento Alanna hubiera estado encantada de encontrarse con Cedric, en especial que desde que las clases habían comenzado ellos dos no habían podido hablar debidamente, solo uno que otro saludo al verse en los pasillos.

—Cedric...—se forzó a sonreír,—¿Como has estado?

Mientras su amigo le hablaba Alanna pudo ver por el rabillo de su ojo como Caroline daba la vuelta y regresaba por donde venía, para así no tener que pasar por su lado. Eso fue como un golpe directo en la cara, Alanna estaba segura que eso le hubiera dolido menos.

Soltó un suspiro de resignación.

—Vamos a dar una vuelta y así nos ponemos al día.



—Alanna —sintió una sacudida, pero ella aún estaba muy sumergida en su sueño como para querer despertar—¡Alanna! —nuevamente sintió como alguien la movía, pero estaba vez acompañados de unos golpes en la mejilla—¡Despierta o te quedaras sin desayuno!

—¡Ya desperté!

Se sentó de golpe y miró a su alrededor algo desconcertada, estaba en la su habitación con Hermione mirándola ceñuda.

—¿Que hora es? —preguntó algo somnolienta. Sus otras dos compañeras aún dormían, y eso no le pareció nada raro en verdad, pero, ¿qué hacía Hermione despierta tan temprano? Era sábado.

Una ninfa en Hogwarts | Harry PotterOpowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz