26: Slytherin vs Gryffindor

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—¡Ah, Una vuelta con los espíritus malignos! —dijo Lockhart, cogiendo la nota de Hermione y sonriéndole francamente—. Creo que es mi favorito. ¿Te gustó?

—¡Sí! —dijo Hermione emocionada—. ¡Qué gran idea la suya de atrapar al último con el colador del té...!

—Bueno, estoy seguro que a nadie le parecerá mal que ayude un poco a la mejor estudiante del curso —dijo Lockhart afectuosamente, sacando una pluma de pavo real—. Sí, es bonita, ¿verdad? —dijo, interpretando al revés la expresión de desagrado de Ron—. Normalmente la reservo para firmar libros.

Garabateó una floreteada firma sobre el papel y se lo devolvió a Hermione.

—Así que, Harry —dijo Lockhart, mientras Hermione plegaba la nota con dedos torpes y se la metía en la bolsa—, mañana se juega el primer partido de quidditch de la temporada, ¿verdad? Gryffindor contra Slytherin, ¿no? He oído que eres un jugador fundamental. Yo también fui buscador. Me pidieron que entrara en la selección nacional, pero preferí dedicar mi vida a la erradicación de las Fuerzas Oscuras. De todas maneras, si necesitaras unas cuantas clases particulares de entrenamiento, no dudes en decírmelo. Siempre me satisface dejar algo de mi experiencia a jugadores menos dotados...

Alanna se tragó la risa y salió deprisa de la aula junto a Ron y Hermione, a los segundos Harry se les unió.

—Es increíble —dijo Hermione, mientras examinaban los tres la firma en el papel—. Ni siquiera ha mirado de qué libro se trataba.

—Porque es un completo imbécil —dijo Ron—. Pero ¿a quién le importa? Ya tenemos lo que necesitábamos.

—Les dije que era él idiota perfecto—rió Alanna.

—El no es un completo imbécil —chilló Hermione, mientras iban hacia la biblioteca a paso ligero.

—Ya, porque ha dicho que eres la mejor estudiante del curso...

—Y lo es—afirmó Alanna—, solamente esta encaprichada de un idiota, pronto se le pasara.



Bajaron la voz al entrar en la envolvente quietud de la biblioteca. La señora Pince, la bibliotecaria, era una mujer delgada e irascible que parecía un buitre mal alimentado.

—¿Moste Potente Potions?—repitió recelosa, tratando de coger la nota de Hermione. Pero Hermione no la soltaba.

—Desearía poder guardarla —dijo la chica, aguantando la respiración.

—Venga —dijo Ron, arrancándole la nota y entregándola a la señora Pince—. Te conseguiremos otro autógrafo. Lockhart firmará cualquier cosa que se esté quieta el tiempo suficiente.

La señora Pince levantó el papel a la luz, como dispuesta a detectar una posible falsificación, pero la nota pasó la prueba. Caminó orgullosamente por entre las elevadas estanterías y regresó unos minutos después llevando con ella un libro grande de aspecto mohoso. Hermione se lo metió en la bolsa con mucho cuidado, e intentó no caminar demasiado rápido ni parecer demasiado culpable.

Cinco minutos después, se encontraban refugiados en los aseos fuera de servicio de Myrtle la Llorona. Harry le explicó que hace unos días habían entrado por primera vez, el día en el que ella se había enojado con Ron. Alanna no se arrepentía de haberse perdido ese momento, encontrarse con Myrtle no era algo que le agradara mucho, y además gracias a eso había compartido un poco con Alex Selwyn.

Myrtle la Llorona lloraba estruendosamente en su retrete, pero ellos no le prestaban atención, y ella a ellos tampoco.

Hermione abrió con cuidado el Moste Potente Potions, y los cuatro se encorvaron sobre las páginas llenas de manchas de humedad. De un vistazo quedó patente por qué pertenecía a la Sección Prohibida. Algunas de las pociones tenían efectos demasiado horribles incluso para imaginarlos, y había ilustraciones monstruosas, como la de un hombre que parecía vuelto de dentro hacia fuera y una bruja con varios pares de brazos que le salían de la cabeza.

Una ninfa en Hogwarts | Harry PotterWhere stories live. Discover now