Capítulo XVIII

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Tan rápido como pudo, con su semblante inundado en horror, el padre Berger posó sus dos manos, sobre el cuerpo dormido del padre Juan. Intentando despertarlo desesperadamente.

-¡padre Juan... padre Juan despierte...! -. Susurraba su temblorosa voz.

El joven argentino, abrió sus ojos entre dormido.

-¡padre Juan, por favor es urgente, acabo de ver una aparición, y temo que me haya seguido! -. Profirió volviendo su pavorosa mirada hacia la puerta de la habitación.

-padre Berger, por favor calma... -. Se incorporó Juan sentándose en la cama, al tiempo que encendía la luz de un pequeño y viejo velador.

Restregó levemente sus ojos, y trató de prestar la mayor atención posible.

-padre Juan, esto es urgente... -. Decía temblando, mirando de a ratos y fugazmente la puerta de la habitación.

-¿que pasó?

-ví la aparición de un niño, que caminaba por toda mi habitación susurrando cosas...

-¿que tipo de cosas?

Hubo una pausa, Berger intentó pensar, dejando un poco de lado, el horror que sentía.

-decía cosas como... "no lo sé... no lo sé... debo aprenderlo". El chiquillo caminaba por toda mi habitación, hasta que me mostró su rostro lleno de ira, luego desapareció ante mis ojos.

Juan arrugó el entrecejo, y pensó por algunos segundos.

-¿usted le dijo algo? ¿Le preguntó algo?

-¿como cree? Apenas pude decirle "Hola". Fue allí cuando me miró con odio y desapareció.

Ambos padres se santiguaron.

-tranquilo padre Berger, seguramente ese niño es un alma del purgatorio...

-¿qué? ¡Oh Dios mío dame fuerzas! Yo siempre he rezado por ellas, pero nunca se me han presentado -. Dijo preocupado.

-sé que es duro lo que le voy a decir, pero tenemos que estar listos para todo. Esta medianoche encontré a un joven monje limpiando el altar, le pregunté si era un alma del purgatorio, pero me contestó que no, que solo cumple una penitencia, en la que cada medianoche, tiene que venir y limpiar el altar.
Ni siquiera sé como entró a la iglesia. Según él, hay un camino secreto que lleva hasta su monasterio, que tonto fuí, no le pregunté donde quedaba ese camino oculto. Acá pasan cosas muy raras y tenemos que estar listos.

-eso es lo peor padre Juan, creo que no estoy listo para esto. ¿Ver almas del purgatorio? Esto es una locura -dijo con su acento alemán.

-tenemos que ser fuertes, muy fuertes... -profirió posando una mano, sobre el hombro del rubio. Éste suspiró apenado.

-entonces ¿que puedo hacer?

-si el nene se le aparece denuevo, armece de valor y pregúntele que quiere.

-no sé... no sé si pueda hacerlo...

-¡claro que puede padre Berger! -lo alentó Juan-. Usted es fuerte, lo sé. Puede ser que al principio de miedo, pero quizás la pobre alma del niño necesita algo.

-lo intentaré...

Al instante se oyó una campanada de la iglesia. Ambos observaron el reloj de pared, ya eran las 2:50 AM. Era hora de preparar todo para la misa de las 3 de la madrugada.

Ambos, con bastante incomodidad, no por el hecho de que tenían que dar misa, sino porque aunque no lo quisieran reconocer, sentían bastante miedo, procedieron a acomodar todo lo que usarían en la misa.

Cuando dieron un poco más de las 3 AM. Juan comenzó la misa a puertas cerradas, solo ellos dos estaban ante el altar.

El silencio era tremendamente sepulcral. Pero algo en el fondo de la iglesia, justo en la última banca, les haría sentir aún más incomodidad.

El tercer lugar [Terror]Where stories live. Discover now