Capítulo XVII

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El joven monje, tomó una cubeta de madera la cual se veía bastante vieja. Allí tenía agua y un trapo un tanto ajado, el cual estrujó con fuerza y se dispuso a limpiar el mármol del altar. 

-disculpá hermano, ¿como entraste? Todo está cerrado -pregunto Juan curioso

-por allí -señaló el pasillo que iba a las habitaciones- tengo el pasillo que conduce hasta el monasterio, hoy se encuentra un poco lejos, pero antes podíamos ir y venir seguido. 

-¿hay un pasillo que conduce hasta un monasterio? Perdón, no sabía- arrugó el entrecejo el joven sacerdote -entonces ¿pueden ir venir siempre? 

-¡oh no! Hoy Solo yo puedo venir aquí a cumplir mi penitencia. 

-¿todos los días? 

-todas las medianoches, ¿padre , no vé cuan sucio se encuentra el altar? No logro hacer que brille como en los viejos tiempos. 

Juan observó el altar, estaba impecable, algo no cuadraba.

-yo lo veo impecable hermano- profirió Juan

Ante esto, el joven fraile lo miró muy apenado y dejó de limpiar. Luego agachó la mirada y algunas lágrimas brotaron de sus verdes ojos. 

Empapó denuevo el trapo, y siguió limpiando con cansancio. 

-está sucio, está muy sucio… ¿usted me ayudaría padre?

-¡si, claro! -se acercó Juan dispuesto a ayudarlo, pero el monje lo detuvo levantando su mano, aunque sin tocar a Juan

-¡no, por favor espere! ¿Como puedo ser tan infeliz, cómo? ¡Oh Dios ten misericordia de mí! Es mi penitencia padre, yo debo hacerlo… yo debo hacerlo… ¡oh Dios ten misericordia de mi pobre alma! -decía el joven muy apenado mientras limpiaba el altar. 

Juan dió dos pasos hacia atrás. Algo le hizo poner los pelos de punta. 

¿Y si era otra alma del purgatorio? 

Esta vez no se quedaría con la duda. 

-hermano Galdino. ¿Estás en el purgatorio? -preguntó firme y sin titubear.

El joven dejó de limpiar, y observó al padre Juan sorprendido. 

-no padre, ¿cómo cree? Estoy cumpliendo mi penitencia. -dijo con una leve sonrisa. Luego volvió a sus labores. 

Juan suspiró de alivio al saber que no tenía ante él a un aparecido. Pero no podía dejar de sentir empatía por el joven. 

-entonces ¿cómo puedo ayudarte hermano? No puedo dejarte así. -se preocupó Juan 

El joven frotaba cansado el mármol del altar, incluso tuvo que arrodillarse. 

-solo… solo rece por mí, que Dios padre me de fuerzas para seguir con esto- dijo fatigado no dejando de frotar el trapo sobre el altar. 

-hermano, ¿y si mejor seguís mañana? Te ves muy cansado. 

-no padre Juan. El altar estará listo para la misa de las 3 , mientras tanto, ore por mí y descanse, cuando usted se levante de su sueño, yo ya no estaré aquí, regresaré la siguiente medianoche. 

El joven sacerdote agachó su mirada tristemente y se despidió de él. 

Volvió triste a su habitación y se arrodilló ante un crucifijo que allí había. Mientras lejanamente se podía oir el Padre Nuestro en latín, cantado por el fraile. 

Rogó a Dios por aquél chico, que aunque no estaba muerto, necesitaba de su ayuda. 

Rezó por las intenciones del joven fraile, una coronilla de la divina misericordia. Luego se acostó y sin darse cuenta, el sueño lo invadió por completo. 

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Unas dos horas después, el padre Berger comenzó a moverse en su cama, algo había perturbado su sueño. Entre la oscuridad de la habitación, podía oir susurros. Seguidos de unos pasos que iban y venían. 

El rubio abrió sus ojos y no se movió, ya que entre la oscuridad del cuarto pudo ver a una pequeña silueta, como la de un niño, que se movía de aquí para allá, susurrando algo en italiano, pero Berger pudo entender bien lo que decía. 

-non lo so, non lo so, devo impararlo… -eran las palabras que susurraba aquella pequeña figura, una y otra vez. 

-Ho… ¿hola? -dijo Berger con temor 

Un niño de unos 8 a 9 años, se dirigió hacia el borde de la cama y dejó ver su pequeño rostro lleno de ira. 

-¡Devo impararlo! -gritó aquel niño, para luego voltear y desaparecer por completo, ante la mirada pavorosa del sacerdote. 

El joven alemán no pudo evitar salir corriendo de su habitación, dirigiéndose a la habitación del padre Juan. Estaba temblando y lo primero que hizo fue cerrar la gruesa puerta tras el y despertar de forma desesperada al joven argentino. 



El tercer lugar [Terror]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora