Capítulo 46

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La oscuridad se cernía a su alrededor mientras echaba un vistazo a la habitación. Su hermana no se hallaba en ella, lo cual era molesto, pero al menos podría esperar en paz pues nadie se había dado cuenta de su infiltración en el palacio real. Igual a una sombra había entrado y así mismo pensaba irse, sin que nadie excepto Karish notara su presencia.

Preferiría mil veces no involucrar a la segunda reina más poderosa de todo Svartálfaheim, pero era ese mismo poder el que necesitaba ahora, en su momento de mayor necesidad. Lo cierto era que confesarle a su hermana que un prisionero había logrado escapar del Gran Templo de Loth, casi arrebatándole la vida en el proceso, sería igual de doloroso y humillante que la daga que aquel gusano hundió en su estómago.

Karish jamás dejará que olvide esta.

Lanzó un largo suspiro, dejando caer sus hombros y pasando una mano por su cabello sujeto por una trenza, cuando oyó pasos acercándose por el corredor. Una… no, dos personas se acercaban a la habitación mientras conversaban. No podía entender lo que hablaban mas sí reconocía el distintivo timbre de su hermana, pero no estaba segura de la identidad de su acompañante.

Reconociendo que su cuerpo no estaba del todo recuperado del ataque de su prisionero, se retiró tras el cortinaje que daba al balcón de la recamara real y, murmurando un hechizo, envolvió su cuerpo en las sombras del lugar.

La puerta de la habitación se abrió, revelando la esbelta figura de la reina seguida de cerca por un drow de tez gris oscuro y cabello rubio, Nalgorit, el rey-consorte. La tensión abandonó sus músculos de sopetón, siendo reemplazada por alivio al saber que el acompañante de Karish era alguien de confianza. El elfo ni siquiera tenía que dejarlas a solas pues tenía plena fé en su silencio, después de todo él era el cómplice de la reina en todas las perversas maquinaciones que a ésta se le ocurrían.

Sin hacer ruido, observó a su hermana mayor rodear el rostro de su marido para luego besarlo apasionadamente. Ellos no eran colmillos de la araña pues su unión había sido una por conveniencia política, pero luego de cinco mil años de casados aprendieron a amarse como si hubieran sido destinados el uno para el otro.

Muy bien, creo que ya vi suficiente.

—Tanto tiempo sin verlos, hermana, cuñado —dijo en voz alta, pero sin salir de su escondite—. Necesito un favor tuyo, querida Karish.

Volteándose hacia la dirección de donde provenía la conocida voz, la reina levantó la barbilla a la vez que arqueaba una perfilada ceja blanca. A sus espaldas, su rey se hallaba más tenso que el hilo de un arco mas ella podía percibir la esencia de su hermanita tras las cortinas por lo que no había peligro alguno, excepto aquel nacido de la naturaleza de la petición.

—¿ estás pidiéndome un favor? —Los irises escarlata de la monarca brillaron y su lengua emergió para lamer sus labios pintados de violeta con lentitud—. No puedo negar que tienes mi atención, sin embargo, más vale que sea importante porque no me gusta que nadie interrumpa mi tiempo a solas con mi consorte.

—Karish —gruñó Nalgorit tras la monarca y le sujetó la muñeca mientras sus ojos se encendían igual a llamas doradas, un color muy inusual para un drow—. Si fuera quien dice ser hubiera entrado por la puerta principal y demandado una audiencia contigo.

—No te preocupes, sar’gek, podrás restringirme todo lo que quieras una vez parta la visita —aseguró la elfa, poniendo una mano sobre la de él y luego que éste la liberara, se volteó en dirección al balcón—. Deja de esconderte tras las cortinas y muéstrate para que conversemos como se debe, la’ramia.

La intrusa apartó las sombras de su cuerpo y salió de la seguridad de su escondite, la luz violeta de los cristales de amatista dándole un brillo del mismo color a su piel gris. Karish sonrió y se adelantó para recibir a la otra drow con un cálido abrazo. No bien sus cuerpos se enlazaron en aquella muestra de afecto fraternal, la monarca pudo sentir el bulto de vendas a través de la toga negra de su hermana.

—Te hirieron —El rostro de la reina perdió la alegría hasta imitar la frialdad e inmovilidad de las rocas al romper el abrazo—. ¿Qué sucedió en la Ciudad Oscura? ¿Por qué entraste en mi palacio como ladrón en la noche?

—¿Acaso tengo que movilizar al ejército? —preguntó Nalgorit en un susurro mientras se acercaba al par de féminas.

—No es necesario, quiero que permanezca como un asunto privado.

El rey-consorte miró a su esposa por el rabillo del ojo y maldijo su inexistente aramek’lam por enésima vez. El rostro color violeta grisáceo de Karish’Lial se había oscurecido ligeramente y un tenue tic nervioso le hacía saltar el párpado izquierdo. A pesar de su aparente calma, la reina estaba furiosa con su hermana menor. Algo entendible pues él también quisiera devorar las entrañas de cualquiera que le tocara un pelo siquiera a su familia, y eso incluía a la elfa que hervía de enojo a su lado.

—No lo repetiré de nuevo, dime. Qué. Sucedió, la’ramia —exigió la regente, uniendo sus manos en un fuerte apretón que hizo crujir sus huesos.

Los ojos rojos de la drow más joven se clavaron en las manos de su reina y las palabras emergieron de sus labios, narrando los recientes eventos que llevaron a su actual patético estado. No dejó detalle fuera, pues a pesar de que cada sílaba era una daga a su orgullo, su hermana era capaz de matarla si fallaba en obedecerla por segunda vez.

Sí, eran familia y ambas eran muy unidas incluso cuando vivían en ciudades distintas, pero lo más que las mujeres de su especie odiaban era ser desobedecidas. La desobediencia sacaba lo peor en los drows, sin importar el sexo.

—Entiendo —dijo Karish al final con voz resignada. La fuerza con la cual apretaba sus manos se suavizó y lanzó una mirada a su marido—. ¿Qué necesitas de nosotros aparte de que Nalgorit cure por completo tu cuerpo?

—Ayúdame a convocar al Señor de las Pesadillas.

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N/A: Este capítulo fue hecho para aquellos que creían que Sheif fue el sobreviviente del ataque de nuestro querido Itagar. No, no, no, damas y caballeros, fue una mujer. Si no sacan la identidad con la cantidad de pistas que di solo en este capítulo, me consideraré la peor de las escritoras 😫😭.

Sorry si pensaban que habría 'acción' entre Ada e Ita 😝😘

Detrás del Espejo (Generales Oscuros #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora