Capítulo 14 ✔

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Sheif lo miró con una furia apenas contenida en sus ojos escarlata y se levantó del suelo formando una lanza de hielo que no perdió tiempo en tirar contra su compañero. Reiner respondió desvaneciéndose para luego reaparecer frente al otro elfo, golpeando con rapidez su estómago y sosteniéndolo contra la pared por el cuello. Su víctima, en cambio, tan sólo podía jadear por más aire.

—No vuelvas a atacarme —dijo en un tono bajo y lento para que su descerebrado amigo pudiera entender—. Yo soy un verdadero soldado, Sheif, pero tú no eres más que una cara bonita que la sacerdotisa mantiene a su lado para calentar su cama. No querrás que me enoje y deje una cicatriz en tu rostro —susurró, ejerciendo mayor fuerza en el cuello de su compañero para luego soltarlo.

Sheif cayó al suelo sentado, acariciándose el cuello en un vano intento de aliviar el dolor y fulminando al rubio con la mirada. Deseaba tanto bajarle los humos al muy maldito, pero ni siquiera podía insultarlo con su garganta lastimada.

—Vamos, lárgate de una buena vez—ordenó Reiner con un tono autoritario que no admitía desobediencia—. Ve a ayudarle a la Gran Sacerdotisa con Itagar.

—¿Qué? ¿Piensas tener tu turno con ella?

Los ojos lila pálido del elfo morado se fijaron sobre los rojos del peli-plateado mientras cerraba los puños y apretaba su mandíbula.

—Yo respeto lo que tiene dueño —gruñó Reiner entre dientes—. No tengo deseos de morir de devorado por la Ar'gik Chysmallar. Ahora vete —Pero el muy cachorro no se movió de su lugar en el suelo—. ¡Te dije que te marcharas! —gritó y haciendo un barrido con su mano izquierda lanzó a Sheif fuera de la celda para luego cerrarla de un portazo.

Con un gruñido que lastimó su garganta aún más, el enojado drow se levantó del suelo, arregló sus pantalones y armadura, y se perdió en la oscuridad del pasillo del calabozo.

Adara, como una silenciosa testigo de todo lo que acababa de suceder entre los dos elfos, suspiró con alivio una vez su atacante se marchó a regañadientes. Sin embargo, el alivio le duró poco pues el drow rubio se volteó y dirigió hacia ella.

—¡No te me acerques! —exclamó con los ojos desorbitados—. Ya es suficiente con lo que me hizo ese hijo de puta.

—No voy a lastimarte —le respondió Reiner levantando las manos, batallando contra su propia oscuridad que se alzaba al percibir el terror en ella, mientras aquellos ojos azules se anegaban de lágrimas.

La pobre humana estaba desnuda de la cintura hacia abajo, semen se escurría entre sus piernas y la sombra de moretones ya se podía ver su piel blanca. Lo que antes fueron sus pantalones cortos yacían a sus pies hechos jirones de tela inservible.

—No te creo —afirmó—. ¡Todos ustedes son unos animales!

—¿Todos? —preguntó él, convocando una larga falda ancha sobre las caderas de la chica—. ¿Incluso Itagar?

Los ojos de ella se agrandaron al sentir la tela cubriéndola, bajó la mirada al suelo y se mordió el labio. Quería decirle que su elfo no era como ellos, pero, ¿a quién engañaba? ¡No hacía ni un día que conocía a Itagar! ¿Quién le aseguraba que él no era igual de despiadado y cruel que el animal que la atacó? Ella lo quería mas no estaba segura de poder confiar en él, no después de lo ocurrido.

Reiner vio su inseguridad en su lenguaje corporal y una mezcla entre gemido y suspiro escapó de la garganta de él. La chica ahora desconfiaba hasta de su propia sombra. Una pena en realidad pues significaba que las oportunidades que permaneciera al lado del exgeneral eran casi nulas. Y si parte de vuelta a su mundo la demencia se apoderará de Itagar.

Sin embargo, no podía dejarla encadenada a la pared, debía liberarla y sacarla de aquellos calabozos o estaba seguro que Sheif vendría por ella de nuevo. Tan sólo debía mantener a la bestia que salivaba en su interior controlada para que la mortal confiara en él lo suficiente como para sacarla de allí. Fácil en la planificación, pero difícil en la ejecución.

—Pienses lo que pienses de nosotros, déjame ayudarte a salir de aquí —Esa aseveración la confundió, eliminando la mayor parte del delicioso olor a miedo que llevaba impregnado en su piel.

—¿Por qué harías algo como eso? ¿No te estás arriesgando demasiado por alguien que es insignificante para ti? —preguntó Adara, frunciendo el entrecejo mientras las dudas la carcomían por dentro.

—No te hagas ilusiones, no es por ti y mucho menos por Itagar —respondió el elfo con un semblante serio, casi frío—. Sólo quiero tener un buen acto que mostrar ante la Señora de los Ojos Brillantes para compensar por el daño que les he hecho. No quiero que la diosa me devore junto a Sheif y la sacerdotisa.

—Típico —murmuró la chica con una pequeña sonrisa en sus labios—. Pero al menos pareces sincero.

—¿Entonces eso significa que no comenzarás a gritar como una loca cuando te quite esas cadenas?

—No quiero que me toques.

—Puedo liberarte sin ponerte un dedo encima.

La muchacha asintió, pero luego agachó la cabeza y se mordió el labio inferior mientras su conciencia la atacaba. No sería justo abandonar a su drow a su suerte, sin embargo, temía el reencuentro. Estaba segura que no toleraría las caricias o besos de Itagar, mejor dicho de los hombres en general, por largo tiempo. El simple hecho de imaginar a un hombre tocándola, le provocaba escalofríos.

—¿Y qué pasará con Itagar? ¿Lo liberaremos a él también?

—Él está arriba en el templo, dentro de una habitación que la Gran Sacerdotisa usa para realizar sus torturas —dijo el drow antes de murmurar un hechizo entre dientes que abrió los grilletes de las cadenas que sostenían a la humana de la pared—. Sin embargo, no me arriesgaré a subir allá y que la Exaltadísima me atrape. Él se quedará y tú saldrás; incluso iré tan lejos como hasta regresarte a tu propio mundo si me es posible.

—¿Y si no?

—Al menos estarás en la superficie donde los elfos oscuros no solemos dar caza a nada o nadie —Con una mirada a la puerta de la celda ésta se abrió para luego dibujar unas elaboradas runas en el aire que brillaron de un dorado intenso por unos segundos y desaparecieron. No bien Adara se alejó de la pared donde había estado encadenada, una copia exacta de ella tomó su lugar.

La chica extendió la mano para tocar el cabello azul de su doble mas ésta pasó a través como si de un espejismo se tratase. Miró al elfo morado buscando una explicación, pero él se negó a hacerlo.

—Olvídalo. Tenemos que irnos ahora o nos atraparán.

Suspirando profundo para darse valor, Adara murmuró una plegaria para su amante y se encaminó detrás del drow rubio en busca de su libertad.

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N/A: Este capítulo va dedicado a wilde1234.

Lamentablemente debido a compromisos personales no me será posible terminar el 15 este fin de semana. Pueden esperarlo para la semana del 30 de abril al 6 de mayo.

Detrás del Espejo (Generales Oscuros #1)Where stories live. Discover now