Capítulo 28.

1.7K 141 24
                                    

(Aconsejable leer el capítulo anterior para refrescar la memoria respecto a lo sucedido previamente)


―Dime Kyron, ¿nunca te has preguntado por qué Lena tiene los ojos color púrpura?

El tono de voz de Evolet suena triunfante y afilado, como si supiera a ciencia cierta que pase lo que pase dentro de las paredes de esta habitación, saldrá ganando. Frunzo el ceño lleno de ira, no dejándome ser intimidado por alguien como ella.

―Claro que lo he hecho, Evolet ―escupo con desdén.

Logro a alcanzar un atisbo de sorpresa en su mirada, pero acto seguido vuelve a la pose vanidosa.

―Entonces sabrás que no tienes ninguna posibilidad de salir ganando. Este es tu fin, Kyron, y el de este mundo envenenado por el odio.

Sus palabras me dejan por un momento trastornado, pero recobro la compostura al instante.

―Y dime, ¡¿el fin de este mundo es a través de hacer daño a alguien inocente?! ―grito.

Me giro unos segundos a observar a Lena. Está destrozada y no sé cuánto tiempo le queda de vida. No me cabe en la cabeza el por qué de tanta destrucción hacia un ser tan vulnerable como ella, a pesar de que yo también la dañé, pero no a tales extremos.

―Efectos colaterales, querido ―responde con una sonrisa perversa. Acto seguido se pone seria.― Y no seas hipócrita. En este mundo toda la gloria se lleva a cabo mediante las vidas de inocentes. La diferencia es que esta vez dicho medio será para lograr la paz, Kyron. Y la clave sois vosotros ―declara.

Tras decir esto, se pone en posición defensiva. Supongo que ya se ha acabado la charla. Es hora de zanjar esto de una vez por todas. Ya habrá tiempo después de pensar en todo.

Sacándome de mis cavilaciones, veo que Evolet se lanza hacia mí con un grito de guerra y la furia plasmada en su cara. Sin pensármelo más, me abalanzo a la misma vez contra ella, y nuestros puños chocan. Logro atizarle en la cara, pero antes de poder alcanzarle en otro sitio, se agacha esquivando el siguiente golpe y retrocede. Me mira con ira, como si esta lucha fuera lo que ha esperado toda su vida. Y no me cabe duda de que así es, aunque no sepa el por qué. Aprovecho la situación de ventaja para volver a atacar.

A la velocidad del rayo, consigo volver a golpearle en la cara a la misma vez que esquivo su contraataque. Me aparto de nuevo para observar como un hilo de sangre recorre su cara, al ver cómo he conseguido abrirle una brecha en la mejilla y labios. Pero es no es suficiente para derrotarla. Tengo que tener en cuenta de que Evolet también es un vampiro, al igual que yo, y aunque su fuerza no supera ni de lejos la mía, es una fuerte contrincante por lo que he podido notar.

Mi antigua sirviente escupe sangre para acto seguido llevar su mano a su rostro para limpiarse la sangre con desprecio. Me mira con más ira que antes, si eso es posible.

―Da igual que lo intentes, Kyron ―escupe―. Da igual que me mates, nunca lograréis salir los dos vivos de aquí. Al menos tú no ―prosigue con su pequeño discurso, pero la corto antes de que pueda hablar más aprovechando el parón para volver a abalanzarme contra ella.

Esquiva mi golpe con sorprendente destreza dirigido hacia su pecho con el fin de terminar de una vez con esto, para instantes después, con más velocidad de la que logro procesar, atestar un golpe fuerte y certero con su codo en mi nuca. Inevitablemente caigo al suelo de boca. Hago el intento de levantarme pero un nuevo golpe en forma de patada me vuelve a tirar al suelo. Llevo las manos a mi estómago, lugar que ha sido golpeado, mientras escupo sangre y levanto mi mirada hacia ella, que me mira con una sonrisa gélida, malvada. Abre la boca para volver a decir algo, pero no le doy lugar a hablar y aprovecho la distracción para incorporarme de golpe en mi último intento de acabar con ella. Consigo ser lo suficientemente rápido para desgarrar con mis uñas su cuello, y es en ese instante cuando creo que la he vencido, pues tras esto, Evolet abre mucho los ojos agarrando su cuello para intentar parar la hemorragia mientras cae al suelo bruscamente. Impasible, observo como abre y cierra la boca intentando decir algo, sus últimas palabras. A duras penas lo consigue.

―S-se acabó... ―consigue decir entre boqueadas de sangre―. Se-se acabó el tiempo... ―Observo como la hemorragia cada vez es mayor mientras intenta terminar de hablar. Decididamente se ha acabado. Para mi sorpresa, esboza una sonrisa torcida entre tanta sangre que hace que sus dientes, ahora rojos, salgan a relucir―. El tiempo... el tiempo se ha acabado para ti.

Y tras decir eso, su último halo de vida expira. Mas antes de que pueda reaccionar, siento como un filo ardiente me atraviesa por la espalda hasta sobresalir por la parte delantera de mi cuerpo, perforando mi estómago. Mientras me doblo y caigo al suelo de rodillas, observo el filo de la espada que me atraviesa anonadado. No me lo he visto venir, lo que me sorprende puesto que cualquier movimiento que se realice siempre es captado por mis ahora no tan agudizados sentidos.

Escucho, ahora sí, unos pasos detrás de mí que me rodean hasta plantarse frente a mí. Alzo mi cabeza a la vez que escupo sangre, como momentos antes Evolet lo hacía antes de morir por fin, y lo único que logro ver antes de que mi cabeza sea golpeada bruscamente por detrás y caiga al suelo, son unos ojos púrpuras cubiertos de lágrimas que me miran asustados, casi como si no llegara a comprender qué ha hecho. Sus manos cubiertas de sangre solo afirman que ha sido la persona que ha introducido esta maldita espada en mi cuerpo.

Antes de desfallecer y perder el sentido, mi único pensamiento va dirigido a ella. Hacia Lena, situada ante mí con el rostro descompuesto. Con una pregunta latente en mi mente: por qué.


Marionette ©Where stories live. Discover now