Marionette ©

Capítulo 11.

―Despierta ―oigo que dice una voz.

Abro lentamente los ojos, desorientada. Miro a mi alrededor y observo dónde me encuentro. Cuando veo las paredes rojas los recuerdos llegan a mi mente y noto que sigo en la misma habitación que horas atrás. Oigo de nuevo una voz distorsionada y cuando vuelvo a mirar hacia arriba un rostro desconocido me tapa mi visión del techo. Cuando mi vista se vuelve nítida logro apreciar los detalles del desconocido y no puedo evitar que me resulte familiar al ver el cabello castaño cenizo. Mis ojos se detienen en los suyos, rojos como la sangre, y cuando me doy cuenta de que lo miro fijamente aparto mi mirada. Otro vampiro.

Intento recordar de qué me suena su rostro mientras él permanece junto a la cama en silencio, observándome. Pasados unos segundos creo saber de dónde me suena: el día de la Caza, cuando fui capturada por Kyron, ese vampiro estuvo allí, hablando con él.

Me estremezco al recordarle y él parece darse cuenta, pues de reojo noto como esboza una sonrisa escalofriante.

―Veo que me recuerdas ―dice acertando.

Me quedo inmóvil en la cama, mirando fijamente hacia la pared para no establecer contacto visual. De pronto siento una mano fría agarrando mi barbilla y levantándola para obligarme a quedarme mirándolo a los ojos. Este se fija en los mías y suelta una leve risa sin gracia.

―Violetas ―murmura.

Frunzo las cejas. Habla del color de mis ojos.

―Dime, humana. ¿Alguna te has preguntado el porqué del color de tu iris púrpura? ―Pregunta sin dejar de sostenerme la mirada.

Niego lentamente con la cabeza. Aunque no sea verdad, pues más de una vez me he preguntado eso, pero siempre me contestaban lo mismo: "no se sabe".

―¿No? ¿Estás segura? ―Sigue hablando con una sonrisa de burla.

Entonces aprieta más el agarre que ejerce sobre mi cara, suelto un quejido y comienzo a asustarme de verdad.

―No me mientas, sé que más de una vez te has parado a pensar porqué eres diferente ―esta vez no hay sonrisa ni burla en su voz, si no una amenaza latente en el aire.

―Y-yo... ―Comienzo a hablar asustada, pero el sonido de la puerta abriéndose bruscamente me salva y miro hacia ella, para encontrarme con alguien que aunque también me asuste, no creo que lo haga más que el ser que sostiene todavía mi mentón, agarrándolo con fuerza.

―Axel ―dice con voz envenenada a la vez que aparta la mano de mi rostro de un manotazo―. Te dije que no te quería cerca de ella.

―Oh, vamos ―protesta el aludido―. ¿Ni siquiera puedo observar lo linda que es tu pequeña mascota? Ni la había visto de cerca ―se excusa fingiendo inocencia.

Kyron cierra los puños con enojo y le dirige una mirada cargada de ira.

―Fuera de aquí, Black. No sé quién te habrá dejado entrar pero será castigado.

―Está bien. Me voy ―dice tranquilamente sorprendiéndonos a ambos, sin contestar a la pregunta no formulada por Kyron.

Rodea la cama y cuando llega hasta la puerta se para. Se da la vuelta con una sonrisa en la cara y sus ojos se posan en mí. Me encojo en mi sitio.

―Un placer conocerte, Lena. Hasta pronto ―habla con un significado oculto en sus palabras.

Y tras decir eso, sale de la habitación cerrando la puerta de un portazo.

Mis ojos se dirigen directamente hacia el vampiro, que está justo al borde de mi cama. Sigue de pie y con los puños apretados. Sus labios forman una línea recta y sus ojos no se han apartado todavía de la puerta. Cuando nota mi mirada en él, gira su cabeza hacia mí. Rápidamente aparto la vista y la fijo en las mantas negras de la cama.

De repente siento como la cama se hunde a mi lado y asustada veo de reojo cómo se tumba a centímetros de mí con sus brazos flexionados bajo su cabeza. Puesto que sigo tumbada, intento ignorar su presencia y cierro los ojos con fuerza. Entonces siento un roce en mi mejilla en forma de delicadas caricias. Abro los ojos de golpe y me encuentro con la mirada del vampiro sobre mí, mientras me acaricia el rostro. Me estremezco al sentir el frío de sus manos y el simple hecho de saber que está tan cerca de mí.

De un momento a otro me encuentro con sus brazos enrollados en mi cintura y su pecho pegado a mi espalda. Mis característicos temblores al sentir la cercanía de su cuerpo con el mío se hacen presentes.

―No, no, no me tiembles ―susurra en mi oído con voz dulce, exactamente como el dueño le hablaría a su perro para calmarlo.

Como es de esperar mi mente quiere hacer lo que dice, pero mi cuerpo no obedece. Sin poder remediarlo sigo estremeciéndome mientras él da caricias a lo largo de mis brazos. Todavía no logro comprender su comportamiento. Y por desgracia, eso sólo me confunde más.

De pronto siento un roce húmedo en mi piel, y tardo poco en darme cuenta de que sus labios rozan el lóbulo de mi oreja. Estoy asustada. Mucho. Y él parece sentirlo pues ya sea por esto u otra cosa, aparta sus labios. Pero no todo lo bueno dura, porque instantes después estos se pasean por mi cuello, provocando que un gemido de impotencia salga de mi garganta. Siento como sus brazos se tensan alrededor de mi cintura y como segundos después sus colmillos afilados se hacen presentes en mi piel, dispuestas a desgarrarla instantes después. Profiero un sollozo ahogado.

Entonces oigo su voz, extrañamente apacible.

―Tranquilízate, muñequita. No te va a doler.

Y dicho esto introduce sus colmillos en mi piel robándome un grito de sorpresa. Al principio noto un leve dolor, y acuso mentalmente al vampiro de haberme engañado, pero antes de que piense en nada más, el dolor se esfuma y da paso al placer. Cierro los ojos deleitándome de esa sensación.

Al cabo de unos minutos Kyron deja de beber de mí y extrae lentamente sus colmillos de mi piel. Una impotencia repentina se adueña de mi cuerpo.

―¿Q-qué me pasa? ―Pregunto aterrada al ver que no me puedo mover.

El vampiro acaricia mi mejilla con sorprendente dulzura.

―No te preocupes, pequeña Lena. Sólo estás sedada por unas horas. Duérmete y descansa.

Y dicho esto coloca sus manos en mi rostro, cerrándome los ojos. Intento resistirme, pero sin querer caigo en un profundo sueño.