Prólogo.

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Hoy es el día.

Después de un año entero evitando ser capturada por uno de ellos, a mis dieciocho años de edad vuelvo a correr peligro.

Me llamo Lena, y soy una híbrida experimental. Nos llaman así a los experimentos creados a partir del cruce de un humano normal y un experimento original, o bien nacidos de otro híbrido, lo que nos lleva a ser más especiales que el resto. Los híbridos poseen ciertas habilidades que los originales no tienen, y por tanto, nos hace más valiosos. La mayoría, incluyéndome, tenemos el poder de la levitación. Nuestro cuerpo se eleva en el aire a una altura suficiente que nos proporciona librarnos de las garras de aquellos seres que nos reclaman desde abajo.

Como todos saben, tres veces al año, los experimentos tenemos que participar en la llamada (irónicamente) Caza de Marionetas. Salimos a medianoche a un recinto creado por ellos, en el que intentamos correr y correr como si nuestra vida dependiera de ello, que así es. Si a las doce del mediodía de la mañana siguiente no han logrado alcanzarte, te libras hasta la próxima recogida. Cuando nos cazan, pasamos a ser de su propiedad. Hacen lo que quieren con nuestro cuerpo y toman de nuestra sangre cada vez que quieren. Muy pocas consiguen pasar los tres años seguidos sin que uno de ellos las atrape. En general las que lo logran son híbridas.

Pero la suerte de un híbrido no es tan bonita como la pintan los demás. Antes de cada Caza las híbridas tenemos que tomar una sustancia llamada HyBix que nos proporciona las habilidades, causando así el efecto de la levitación. En realidad eso es lo que nos hace diferentes a los originales. Si ellos tomaran HyBix no les haría nada. La única habilidad que poseen los originales es la telepatía entre ellos, y sólo los que tienen suerte.

Por tanto, si una híbrida se olvida de tomar su dosis antes de salir a medianoche, sólo puede fiarse de la velocidad de sus pies para escapar, que no sirve de mucho si te paras a pensar, puesto que ellos corren mucho más rápido que nosotras. Si por algún motivo ves a uno de ellos corriendo detrás de ti a una velocidad mínima y no a la de la luz, ten por seguro que ya estás atrapada y sólo quiere jugar contigo.

Hace un año fue mi primera vez en la que tuve que exponerme. Puesto que la Caza se realiza tres veces al año, la primera fue en Febrero. Recuerdo como si fuera ayer el miedo que sentí ese día al despertarme, cuando un escalofrío recorrió mi cuerpo para cerciorarse de que algo iba mal. De hecho, así era. Sería mi primera vez. Pasé todo el día temblando, y ni siquiera salí de la Casa de las Marionetas, lugar en donde se alojan todas las cautivas a partir de los diecisiete esperando a su destino. Sólo si duras hasta los diecinueve sin que ninguno te atrape, podrás volver con tu familia a la Ciudad, la última fortaleza de humanos que quedaba en pie y que estaba sometida por ellos, muy a su pesar, puesto que sólo gracias a los varones podían nacer más muñecas para gozo propio de cada uno.

Una hora antes de medianoche cogí y guardé el HyBix, que siempre estaba colocado en la entrada de la casa en un frasco para cada una. Me despedí de mi madre por teléfono por si no la veía más, la única que quedaba con vida de mi familia, pues mi padre y mi hermano habían muerto por desobedecer una orden directa de uno de ellos, colgué y salí por la puerta.

Fue la peor noche de mi vida. Nunca nos habían enseñado a levitar, puesto que no los beneficiaba en nada, sólo cuando nos tuvieran, así que tuve que aprender por mí misma. Pasó media hora hasta que por fin conseguí elevarme del suelo. Lo más increíble de todo es que en esa franja de tiempo ninguno de ellos se cruzó conmigo.

Me iba elevando conforme pasaban los minutos hasta quedarme a una distancia prudencial del suelo. Después de un tiempo comenzaron los gritos. Gritos de agonía por parte de las chicas que estaban siendo capturadas. Desde arriba sólo alcanzaba a ver algunas sombras que se movían con una velocidad inhumana mientras perseguían a su presa. Luego las mordían sellando su destino a su lado para siempre.

Las tres veces que se realizó la Caza el año anterior, pude librarme de ser atrapada. No sólo por ser una híbrida, porque a las demás de mi especie también las cogían, sino porque cogía el HyBix y me lo tomaba minutos antes de ver aparecer a uno de ellos, para no malgastar el efecto, puesto que no duraba toda la noche.

Pero hoy vuelve a ser 1 de Febrero, primera vez del año en el que volvemos a estar expuestas, algunas por primera vez, otras por segunda como yo y muy pocas la tercera.

Son las doce menos cuarto de la noche. En quince minutos voy a volver a experimentar la adrenalina corriendo por mis venas y la duda existencial que todo experimento tiene: el ser atrapada o no.

Me coloco en la fila que hacen las híbridas para coger su respectivo frasco de HyBix e ir saliendo de la Casa. Por haber llegado después que las demás, me encuentro la última.

Avanza la fila y observo impaciente como las demás van saliendo. Pero triste suerte la mía, que cuando llego me encuentro con algo que hace que se me pare el corazón. No queda ni un frasco.

Estoy perdida.



Marionette ©Where stories live. Discover now