Capítulo 27.

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Hirviendo de ira me abalanzo hacia el pequeño escuadrón que se ha formado frente a mí. Mis colmillos salen a relucir y los clavo en el primer humano que osa atentar contra mí. Su muerte provoca que los demás reaccionen y se aproximen hacia mí.

Observo rápidamente el porcentaje de ganar en esta pelea, y con gran pesar no lo veo muy alto. Tres humanos con cuchillos probablemente de marfil, lo que es letal para los vampiros, y Evolet y el chico de ojos violetas a su lado. Estos últimos sería apropiado dejarlos para el final.

Mis segundos de observación terminan en cuanto un humano se me echa encima con un puñal que pretende ir directo a mi corazón. Rápidamente lo aparto de un puñetazo y con furia agarro su cuello con el fin de ahogarlo, lo que no se hace posible, pues otro humano me ataca por detrás, hiriéndome en el hombro. Como había supuesto, el cuchillo está hecho de marfil, por lo que provoca que la sangre empiece a brotar manchándome la ropa.

Con furia me giro y lanzo al humano que me ha herido lejos de mí, haciendo que de contra el muro más cercano y caiga al suelo inconsciente o mejor, muerto. Con una media sonrisa en mi rostro, vuelvo a encarar al otro humano, salvo que esta vez me encuentro con los dos restantes empuñando sus puñales amenazantes hacia mí.

En un grito de guerra corren hacia mí y uno consigue herirme de nuevo, esta vez en el costado. Gruño de dolor y enfoco mi vista en él y como hice con el primero, desgarro su cuello con mis colmillos, esquivando el cuchillo que intenta clavarme en el pecho mientras lo mato.

Con el pensamiento de que solo me quedo un humano más, salto el cuerpo inerte del otro humano y me dirijo hacia el último. Él me mira con una sonrisa que dice que aunque sabe que va a morir, yo también lo haré luego. Se la devuelvo con un sabor amargo en la boca y acto después me lanzo hacia él. Intenta defenderse por unos agotadores minutos, pero al final lo venzo y lo mato.

Visto que el trabajo principal está hecho, me giro hacia las dos personas que quedan en la habitación, que me observan serios, con el rostro inescrutable. Me enderezo a duras penas a causa de las heridas provocadas en mi cuerpo.

―Este es tu fin, Evolet ―hablo dirigiéndome a mi antigua sirvienta.

Ella emite una carcajada sin humor.

―Te equivocas, Kyron. Esto es solo el principio. Muera yo o no, los humanos seguirán rebelándose contra los vampiros. Hay más de los que te imaginas, escondidos, esperando el momento oportuno para atacar. Y gracias a ti y a tu mascotita, ese momento ha llegado ―dice triunfante.

Frunzo el ceño sin entender. Al verlo, la sonrisa de su rostro se ensancha aún más.

―Claro, no entiendes que tenéis que ver tú y amada, ¿verdad? ―Mis labios forman una línea ante la mención de la palabra "amada"―. ¿Qué te ocurre? ¿Acaso no es verdad?  ―Pregunta riendo al ver mi expresión―. Eso es precisamente, Kyron. El amor que le tienes a la humana. O bueno, quizá amor no, pero no puedes negar que sientes algo por ella. ¿Por qué razón sino ibas a arriesgar tu vida viniendo a rescatarla?

Entrecierro mis ojos con furia, admitiendo así lo que dice.

―¿Ves? Si sabes que tengo razón.

―Aún así sigo sin entender que tenemos que ver como para que la revolución de tantos supuestos humanos escondidos comience.

―Oh, claro ―dice fingiendo sorpresa, como sino se hubiera acordado del punto principal de todo. Esboza una sonrisa burlona y a continuación, habla―. Dime Kyron, ¿nunca te has preguntado por qué Lena tiene los ojos color púrpura?

Marionette ©Where stories live. Discover now