Capítulo 10.

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Despierto sobresaltada por una respiración en mi cuello. Dos brazos rodean mi cintura y eso no hace otra cosa que alterarme. Giro mi cabeza hacia atrás y descubro nada más y nada menos que el rostro de Kyron, observando atentamente cada uno de mis movimientos con sus ojos rojos como el carmín.

Recuerdos distorsionados llegan a mi mente. La sala de tortura y el sentimiento de haberme quedado dormida entre sus brazos es lo único que logro recordar. Entonces, ¿qué hago dormida en el suelo junto a él y al lado de una hoguera consumida?

―Nos vamos ―su voz hace que me sobresalte.

Sin previo aviso se incorpora de un salto y me levanta entre sus brazos. Ahogo un grito por la impresión y por instinto intento moverme para soltarme, pero mi cuerpo no reacciona. Su voz seria me obliga a parar.

―No seas tonta y quédate quieta ―ordena.

Me quedo callada y obedezco. El vampiro comienza a andar de nuevo, sin darme explicación alguna de adónde nos dirigimos.

A pesar del frío que hace debido a que estamos en invierno, un calor invade mi cuerpo. Emito un quejido y a duras penas llevo mi mano a mi rostro para ocultar mi vista del sol, al que le echo la culpa por mi repentino calor.

Kyron no pasa desapercibido el gesto. Para de andar y me deja sobre la hierba. Lleva una mano a mi frente para comprobar mi temperatura.

―Sigue ardiendo ―susurra como para sí mismo.

Frunzo el cejo extrañada. No recuerdo que me haya tomado la temperatura. Aunque bien pudo hacerlo mientras estaba dormida. Un escalofrío me recorre el cuerpo de sólo pensar en el roce de su piel con la mía mientras estoy inconsciente.

Con un bufido me vuelve a coger. Se queda un momento quieto y baja su mirada hacia mí.

―Cierra los ojos, muñequita ―dice.

Con temor los cierro.

De pronto una ráfaga de viento golpea mi rostro y tardo unos segundos en identificar porqué. Cuando lo hago el miedo se apodera de mí: el vampiro corre a una velocidad inhumana.

Con fuerza aprieto mis ojos cerrados con el propósito de ignorar el mareo que se apodera de mí. Sin poder evitarlo mi cuerpo va perdiendo control sobre sí mismo y mi mente se desconecta.


(...)


―Está muy débil ―oigo que dice una voz desconocida.

Tengo los ojos cerrados. Siento como mi cuerpo se hunde en un mullido colchón, por lo que supongo que estoy en una cama. Dos personas hablan en susurros a pocos pasos de mí.

―Lo sé ―esta vez logro reconocer la voz del vampiro.

―Las humanas son muy frágiles, señor, pero ésta en especial mucho más. Téngalo en cuenta a la hora de tener una.

Quiero replicar. ¿Cómo se atreve a hablar de nosotras como si fuéramos meros perros de los que cuidar? Una rabia me invade y pienso en levantarme y comenzar a gritarles, cuando oigo de nuevo la voz de Kyron hablar. En ella se distingue un deje de molestia.

―No me diga cómo tengo que cuidar a mi humana. Dígame lo que debo de darle para que se recupere y váyase.

―Tome ―se oye un ruido de papeles―. Lo que más necesita es descansar, y nada de movimientos bruscos. Ya sabe a lo que me refiero.

―Sí.

―Bien. Si me disculpa, me voy ―termina por decir el desconocido y alcanzo a oír el cierre de una puerta, dejándonos a mí y al vampiro solos.

Rezo para que se vaya y me deje en paz, pero al parecer el mundo está en mi contra.

―Sé que estás despierta ―reprocha con la ironía presente en su voz.

Avergonzada voy abriendo poco a poco los ojos, para encontrarme con unos de un rojo intenso que me miran curiosos. Observo la habitación en la que me encuentro: paredes rojas como la sangre, una ventana a la izquierda de la habitación cubierta por cortinas negras y un armario de madera viejo pegado a la pared.

Un movimiento a mi lado me saca de mi ensoñación. Kyron se levanta de la silla que se encuentra al lado de la cama y se dirige al armario. De él saca una bata gris y se acerca de nuevo hacia mí. Sin previo aviso me destapa y yo ahogo un grito. El vestido negro que me dio la mujer ha sido reemplazado por un camisón blanco. Me estremezco al pensar quién me ha podido cambiar de ropa.

Al percatarse de la mirada que le echo a mi vestimenta, él bufa rodando los ojos.

―¿Tienes algún problema? ―Pregunta molesto mientras me coge de la espalda y pasa por ella la bata gris, haciéndome entrar en calor, pues no me había dado siquiera cuenta de que estaba helada.

Dudo en contestar a su pregunta, pero la inquietud me puede.

―¿Qui-quién...?

―¿Quién te ha cambiado de ropa? ―Se anticipa a mi pregunta.

Asiento lentamente mientras veo como una sonrisa lucha por aparecer en su rostro.

―¿Qué prefieres la verdad o la mentira?

Al darme cuenta de la burla en su voz me quedo petrificada. Obviamente ha sido él. Una vergüenza me invade y cohibida, intento taparme con las sábanas mis mejillas sonrojadas, pero el vampiro me lo impide tirando de ellas de nuevo hacia atrás, hasta dejarlas a la altura de mi cadera.

―No seas ingenua, niña. No tienes nada que no haya visto antes ―dice orgulloso, aumentando más mi humillación.

Bajo la cabeza para que no pueda ver lo irritada que estoy, pero él se adelanta tomando mi barbilla obligándome a mirarle directamente a esos ojos carmesí que no hacen nada más que inspirarme terror.

―No tienes que avergonzarte de tu cuerpo, pequeña Lena, eres hermosa ―me sorprende diciendo.

Acto seguida suelta mi rostro y se dirige a una pequeña mesilla que se encuentra junto a la cama. En ella hay un vaso transparente que lleva un líquido oscuro dentro. Kyron mira unos papeles que sin saber darme cuenta han aparecido encima de mi cama y luego se dirige a la puerta saliendo por ella. Me quedo quieta, confundida.

Después de unos minutos en los que no me he movido ni un milímetro por la expectación, vuelve a entrar por la puerta con una sobrecito de hierbas en la mano. Vuelca su contenido en el vaso y con una cucharilla lo remueve. Termina dando dos golpecitos en el filo del cristal del vaso y tras colocar la cuchara en la mesilla, rota su cuerpo totalmente hacia mí.

Se acerca a la cama y se sienta en el borde.

―Levanta ―dice, refiriéndose a que todavía me encuentro tumbada.

Intento sentarme, pero en el momento de mover mis piernas un dolor recorre todo mi cuerpo, transmitiendo pinchazos por todo él. Confundida y asustada, no logro encontrar la razón del porqué no puedo moverme, pero el vampiro parece saberla pues sin añadir nada deja el vaso en el suelo y me coge de la cintura para sentarme, apoyando mi cabeza sobre el respaldo de la cama. Vuelve a coger el vaso y lo lleva directo a mis labios.

―Bebe ―ordena a la vez que un líquido amargo recorre mi garganta.

Asqueada intento apartarme, pero Kyron fuerza el vaso contra mi boca obligándome a beber. Cuando todo el líquido se ha terminado, el vampiro permite que tosa, retirando el vaso ahora vacío y colocándolo sobre la mesa. Me vuelve a tumbar y aun tosiendo veo como se vuelve a sentar a mi lado, observando atentamente cada uno de mis movimientos.

Sin saber por qué, un repentino sueño se va apoderando de mí, obligando a mis ojos a cerrarse. Antes de sumirme en la oscuridad, logro distinguir como la mano del vampiro se dirige a mi rostro, acariciándolo delicadamente mientras sus ojos mantienen una expresión fría e indiferente.

Después de eso me pierdo en la inconsciencia.





Marionette ©Where stories live. Discover now