30.

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Luego de aquella llamada no escuché a Michael más, la corté y metí el teléfono en mi bolsillo y agarré mi maleta saliendo corriendo de la escuela. Corrí con todas mis fuerzas esquivando a la gente que se acumulaba en la entraba mientras maldecía y les daba uno que otro empujón tratando de salir rápido.

Al estar fuera de allí, la desesperación me comía por dentro, me acerque al borde del andén buscando parar algún bus o algún taxi. Llevé mis manos hasta mi cabeza y enredé mis manos a mi cabello desesperado.

— ¡Ni uno! Joder... - Solté un ligero jadeo llevando mis manos a los lados de mi cadera mientras me asomaba a la calle más y más como si esa fuera la manera perfecta para ver si aparecía un autobús o taxi, algo que me llevara al hospital ahora mismo.

— Uy, cuidado. - Sentí unas manos sobre mis hombros y me removí suavemente hasta que vi al pelirrojo que me había seguido y era quien me había alejado de la calle antes de que una camioneta pasara rápidamente tocando el claxon. Solté un suave suspiro y lo miré a los ojos removiendo mi cuerpo en mi lugar de un lado a otro. — ¿Qué pasó? Tienes el corazón como a mil por hora - Puso su mano en mi pecho y mi corazón bajo el ritmo poco a poco, aunque no me quitaba lo nervioso.

— Es... Es mi papá... Michael, tengo... tengo que ir al hospital. - Mi voz estaba rota, mi garganta tenía un nudo que explotaría si alguna palabra más salía de mis labios. Tomé aire y lo retuve un poco mientras de manera involuntaria mis ojos se llenaban de lágrimas. Mordí mis labios con mucha fuerza y apreté mis manos en un puño quedándome recto.

— Ya, tranquilo... Tu respira. - Susurró y luego sentí como rodeaba con sus brazos mi cuerpo. Me dejé abrazar y le respondí de manera suave inclinándome y dejándome caer en su hombro. Me oculté en su cuello y cerré mis ojos tomando aire profundamente. — Ahí hay unos... - Me levante rápido de su hombro y pase mis manos por mis ojos. Detuve el taxi y entramos rápidamente. Le di la dirección que me había dado mamá y luego me quedé cerca de la ventana.

Apoyé mi cabeza en el vidrio antes de soltar un suave suspiro mientras dejaba caer un par de lágrimas por mis mejillas para que luego bordearan mi mandíbula y cayeran hacia mis clavículas.

Podía sentir a Michael al lado. Lo veía de reojo mientras se removía en el asiento... Él quería hablarme, preguntarme.... Quería decirle, desahogarme de verdad, pero no podía, simplemente no me salía decirle nada.

Pronto llegamos al hospital. Saqué lo necesario y pagué el taxi para salir sin esperar a Michael, aunque sabía que él venía detrás de mí. Entré al gran edificio olvidando las indicaciones. Lleve mis manos a mi cabeza y jale un poco mi cabello comenzando a desesperarme de nuevo.

— Por acá, por acá. - Asentí dejándome llevar por el pelirrojo hasta unos escritorios con algunos jóvenes detrás de las computadoras.

— Andy Hemmings. - Dije el nombre alto mientras jugaba ansioso con mis dedos sobre la mesa mientras que una de las chicas asentía empezando a teclear en su computadora.

— Está en operación en este momento. Se mando a la familia a la sala de espera del tercer piso. - Asentí rápido mientras me empezaba a doler el estómago.

— Vamos Michael. - Susurré con mis piernas temblando. Agarré la muñeca del chico y corrimos al ascensor para subir juntos hasta el tercer piso. Estábamos en silencio, el tiempo se me hacía eterno mientras los números cambiaban lentamente.

Cuando llegamos a tres, salí rápido a su lado. En la sala estaban demasiadas personas y entre estas diferencie a mi madre, me acerqué de manera rápida a ella y la abrace fuerte, ella me recibió rápidamente entre sus brazos. Fue ahí cuando me rompí y empecé a llorar en sus brazos.

Hey ángel. ||m u k e||Where stories live. Discover now