Contuve el aire que había en mis pulmones mientras subía las escaleras y, tras cerrar la puerta de casa, lo solté. Era un alivio estar aquí, era como mi escondite, donde solo Sara me podía molestar, y ella no lo hacía... bueno, a veces.
-¡Melissa quita la sarten del fuego! ¡¡Corre!! –tiré el bolso al suelo y corrí hacía la cocina con temor a que saliésemos ardiendo. Llegué y apagué la vitroceramica tras apartar la sarten con un par de filetes dentro. Eché mi pelo hacía atrás un poco estresada y suspiré-. ¿Lo has hecho? –chilló.
Esta era de las pocas veces que se ponía pesada. Añadiendo su mala memoria, sino llego a entrar por la puerta en ese justo momento quema la casa. Solté una pequeña risa por lo descuidada que era.
-¡¡Sí!! –le chillé.
-¡Vale, jo! Que humor. –la escuché.
-Retrasada. –abrí la puerta del baño-. ¿Sabes que algún día salimos por los aires? –me cogí un moño frente al espejo mientras ella se duchaba.
-Uis que tonta vienes hoy. –estrujó mi cara, tras ponerse una toalla-. Necesitas a uno que yo me sé que se llama... –puse una mano en su boca, rodando los ojos.
-¿Nadie te ha dicho que hablas demasiado? –sonreí.
-Mamá, Ryan y tú constantemente. –rodó los ojos-. Amargada.
-Estúpida. -ataqué.
-Menos mal que pronto se te pasará esa amargura por una cosita que yo me sé la la la –canturreó, sacándome de quicio.
-¿Que sabes tú que no sepa yo? –interrogué, interesándome.
-Ah, ¿yo? bah, nada. –se le escapó una risa tonta.
Decidí ignorar su comentario puesto que ella estaba feliz, y las personas cuando estamos felices decimos estupideces. Mi amargura hoy no congeniaba con su felicidad.
Eché un poco de agua en mi cara y suspiré.
-Ey, ¿que pasa Mel?
Rodé los ojos al recordar lo que había pasado.
Flashback.
-No, Melissa, no. No lo veo lógico, por ningún lado. –me encontraba en su despacho.
Después de que a Justin le dieran el alta, justo a la mañana siguiente, llegué a la empresa y tras las practicas intenté hablar con Carter el cual, por medios de su secretaria, ni si quiera me atendió, alegando que estaba muy ocupado.
Y hoy, por fin había aceptado hablar conmigo, a regañadientes. Su actitud solo me echaba más y más para atrás.
-No hay nada que entender. Si tú no le ves la lógica es que no será tan listo como te crees.
-¿Que tiene que ver esa tontería que acabas de decir? –-alzó la voz.
-¡Tonterías las que dices tú, joder!
-Pero vamos a ver, ¿es normal que te quedes dos días enteros en un jodido hospital, incomoda, con tu ex, cuando sabes que ya estaba bien? Porque yo no lo veo normal. -espetó.
-Me da igual como lo veas. Justin estaba mal y yo no le iba a dejar solo, Carter. Él es importante para mí y me da igual lo que digas. –bufé-. Estoy segura de que tú harías lo mismo en mi caso.
