Ya casi llevaba media bolsa. En otra época, por lo menos dos meses atrás, hubiera preferido una buena tarrina de helado, pero ya no hacía eso calor abrumador de verano, estábamos en septiembre, y no es que hiciera frío, ni mucho menos, pero –como ya he dicho– tampoco el sol te abrumaba. Por eso, en vez de una tarrina de helado, me había decantado por una bolsa de palomitas de colores, de esas que tanto me gustaban, añadiendo una película de misterio, que, sino fuera por que hace poco había arreglado mis uñas, ya habría acabado mordiéndolas de lo intrigada que me tenía.
Generalmente prefería las películas románticas y de amor, pero teniendo en cuenta mi bajo estado de animo ahora, no creo que lo más conveniente fuese deprimirme aún más. Al menos no me apetecía, o es que en la televisión tampoco echaban ninguna película de esas que amí me gustan. El caso es que me hallaba en en sofá de mi apartamento, comiendo palomitas de colores y viendo una película de misterio, en resumen.
Sí, ya no había más, nada interesante que contar.
Bueno, sí.
No había salido de casa en todo el día, y desde ayer por la noche, cuando sucedió lo de Justin, no había hablado con Sara. Quería entenderla, pero no lograba hacerlo. Quiero decir, tal vez ella lo único que quería es que yo no sufriera, o no lo pasará mal sabiendo que él iba a venir. Pero de todas formas me iba a enterar y no creo que la mejor manera fuese así, como sucedió, encontrándole allí, de sopetón. Ella debería habérmelo contado. Al menos, si yo hubiese estado en su lugar, lo habría hecho.
Anuncios, joder. En los más interesante, como siempre.
Decidí levantarme del mullido sofá en el que me había tirado prácticamente todo el día y fui a por un vaso de agua, tenía lo boca seca de tantas palomitas.
No encontré a Sara por el camino, así que supuse que estaba en su habitación.
Regresé a mi querido sofá y, a la espera de que la película comenzara, mi mente se puso a pensar en lo que había estado evitando desde ayer por la noche.
Justin.
Me sentía tan rara. Era como que no creía todo lo que había pasado en apenas unas horas. Él había vuelto, había dicho que me echaba de menos y que sus sentimientos por mí no habían cambiado.
Pero, ¿Que sentimientos?
Una parte de mi se moría de amor cada vez que me decía cosas así, y otra parte, la parte inteligente, me hacía pensar en lo absolutamente tonta que era al llegar a pensar, si quiera, que algo de lo que decía podía ser verdad.
Alguien que te quiere no se besa con otra chica, no te engaña durante meses. Y él no me quería, yo era su pasatiempo. No me cabía duda de eso.
Tenía un sentimiento tan extraño rondando y llenando de nervios mi estómago. Era tan difícil de asimilar que estuviera aquí, que ayer lo hubiera tenido a apenas centímetros. Lo sentía tan cerca y a la vez tan lejos. Lejos por que sé que ya nada que nos uniera a los dos iba a ser posible. Yo no podría -por más que quiera- estar con una persona que me ha engañado de tal forma y le han dado igual mis sentimientos. Yo le daba igual.
Joder, le he dado igual por más de siete meses, ¿Por que ahora que las cosas empezaban a ir bien vuelve?
Mi cabeza eran continuos "¿Por qué?"
Narra Justin.
