Le miré duramente.
-Hacía tanto tiempo que no venías por aquí, que ni siquiera me acordaba. –le ataqué.
Él no respondió a mi ataque. Sus ojos de nuevo devoraron los míos, y eso conseguía intimidarme.
Me giré para mirar a mi amiga, con decepción.
-Tú lo sabías, ¿Verdad? !Tú sabías que este venía y no me dijiste nada¡ –alcé la voz.
-Yo...
-Tú nada. –realmente estaba enfadada con ella.
Esta situación empezaba a superarme. No podía simplemente quedarme aquí como si nada hubiese pasado. Como si ahora, de repente, todo fuera como antes. Ya nada era igual, no podíamos pretender lo contrario.
Varias pequeñas lagrimas saltaron de mis ojos. Las limpié rápidamente, no quería parecer la tonta de siempre.
Justin me miró, cuando yo lo miré a él, y esta vez me miraba con tristeza. Sus ojos decían tantas cosas en ese momento que no sabía descifrar... Solo sabía que estaba acabando con mi fuerza de voluntad por parecer fuerte cuando no lo era. El pulso de mis manos comenzó a hacerse notar, temblaban.
-Mel... –intentó decir Sara, mas la aparté bruscamente.
Comencé a andar rápidamente hacía fuera. Pasé por el lado de Ryan.
-Espera Mel. –intentó que no me fuera, mas ignoré sus palabras y salí corriendo de ese circulo de mentiras y recuerdos destructibles para mí, los cuales solo los relacionaba con la mirada de Justin sobre la mía. Con sus ojos puestos sobre los míos, mirándome como siempre lo había hecho...
Comencé a llorar más abundantemente cuando bajaba las escaleras.
Se escuchó el ruido de la puerta principal cerrarse, y yo sabía que venía alguien de los que estaban antes presentes.
Bajé mucho más rápido, no tenía ganas ni de ver a nadie, ni de hablar con alguien.
Se escuchaba el ruido de la lluvia desde dentro del portal.
Cuando estaba a punto de abrir la puerta del portal para salir una fuerte mano agarró mi muñeca, y una corriente eléctrica recorrió todo mi cuerpo.
-Melissa...
[Escuchar: River Flows In You 60 Minutes. (También en multimedia)]
Me giré, con mi corazón a punto de salirse del pecho.
Cuando encontré sus ojos con los míos mis piernas flaquearon demasiado. Quería echar a correr, pero no sé si hacía la calle o hacía sus brazos. Quería decirle todo lo que pensaba en ese momento, pero también quería huir de él y de sus palabras.
Me solté de su agarre bruscamente y salí corriendo de su lado. Cuando me pude dar cuenta ya estaba fuera en la calle, corriendo por el césped mojado por la tormenta que había en estos momentos.
De nuevo oía sus pasos tras de mí, y cuando menos lo esperaba, tiró de mí, con un tanto de brusquedad, que al giro, provocó que ambos cayéramos sobre el césped mojado. Su cuerpo se cernió al mío y apoyo sus fuerte brazos a cada uno de mis lados. Lamió sus labios y apoyo todo su cuerpo en uno de sus brazos –para no caer sobre mí– mientras que con el otro brazo, llevaba su mano hasta su pelo rubio y lo echaba hacía atrás. De esa forma tan suya. Después lo volvió a colocar en uno de mis lados. Respiró, entrecortado. Me miró, sus ojos brillaban. Y seguramente, los míos también. Pero los míos brillaban de las ganas que tenía de llorar.
