Terminamos de recoger nuestros pedidos del Starbucks y salimos por la puerta. Caminamos por un par de calles de Los Ángeles hasta llegar a un bulevar tranquilo, con algunos bancos y grandes arboles. Una buena zona para desayunar tranquilamente.
Nos sentamos en uno de los bancos y empezamos a comer lo que habíamos comprado para desayunar.
Empezamos con el tema de Sara. Este fin de semana tenía la cena familiar con los padres de Ryan, iban a pasar el fin de semana en Canadá. Ryan la iba a llevar allí para pasar tiempo con su familia y que se conocieran. Y, mi querida mejor amiga, no podía estar más nerviosa.
-¿Y que tal el vestido beis con los zapatos marrones? Es elegante y discreto.
Ella hizo una mueca fea.
-Demasiado antiguo.
-¿El vestidos de flores y las sandalias plateadas? –dije, dudativa.
Ella rodó los ojos.
-Ni de coña, pareceré inmadura.
-Joder Sara. –dije rodando los ojos-. Que tonta eres. Es una cena con sus padres, no con Hitler, no te van a juzgar por la ropa.–le dije.
-A saber...
-¡Ya verás como no, tonta! –le di una codazo.
-Solo quiero que pase ya, que cenamos todos juntos y felices y que les caiga bien y que Ryan no me deje y ya, ya esta, todo felicidad.
-Eh, eh, para un poco. ¿Eres tonta? ¡Obviamente Ryan no te va a dejar!
-Eso espero.
-Bueno, ya, dramática, deja de ser tan tonta. –rodé los ojos.
-Oh, sí, "no dramática" -se burló-. Hablemos de ti y tu telenovela. El trío amoroso. Justin y Carter, ¿quien se llevará tu amor? –se volvió a burlar.
Decidí ignorar su comentario.
-No, en serio, cuéntame. ¿Que estas haciendo con Justin? –habló insinuante.
-¡Nada! -dije, abriendo los ojos.
-¿Ni besos? –agaché la mirada-. Oh Dios, ¡os habéis besado! –chilló.
-¡Cállate! –espeté.
-Lo siento, ha sido la emoción.
-Pues guarda tu emoción. No... no sé ni por que.
-¿No sabes porque os besáis? –lazó una ceja.
-No debería hacerlo, simplemente. –dije.
-Quizás sí, quizás no. Ambas sabemos lo que sientes por Justin, supongo que debe ser algo complicado controlar tus emociones cuando esta cerca. No voy a juzgarte, Melissa.
-Lo sé... pero, no sé.
Reímos.
-Oh sí, te he entendido... –volvimos a reír. Sara bebió de su café y me miró-. Solo... haz lo que sientas Mel, eso siempre es lo mejor.
Asentí, haciendo una mueca.
Después de varias charlas más, hablando sobre un poco de todo, pasamos por varias tiendas de bisutería mientras paseábamos. Llegamos a casa un par de horas después y me duché rápidamente, me puse un conjunto sencillo y deje mi pelo suelto. Tras despedirme de Sara y llegar un poco tarde de más, entré por el restaurante en el que había quedado con Carter. Le vi sentado por el final y me senté junto a él. Pedimos la comida, algo ligero, pero rico, y conversamos tranquilamente.
