En cuanto me despedí bien de Carter, caminé hacía el portal del apartamento de Ryan... Sí, ese apartamento que antes era de Justin, pero desde que se marchó lo ocupa Ryan. Abrí la puerta. Tomé el ascensor y en menos de un minuto estaba frente a la puerta de casa. Toqué al timbre, me abrió Ryan y en cuanto entre vi a todos sentado en el sofá y riéndose.
-Ey, ya estoy aquí. –dije divertida, alargando las palabras.
Caminé unos pasos y seguidamente saludé a todos mis amigos.
-¿Que tal? –me preguntó Sara por lo bajo, cuando yo ya no era el centro de atención. Parecía nerviosa.
-Genial, lo he pasado muy bien. –sonreí, refiriéndome a mi tarde con Carter. Ella juntó sus labios en una diminuta y extraña sonrisa.
-¿Bueno qué? ¿Entonces qué? ¿Preparo pizzas? –dijo Ryan.
Todos empezamos a gritarle cosas de broma, insinuando que ni de coña le íbamos a dejar cocinar.
-Lo siento Ryan, no queremos que quemes la cocina. –me mofé. Él se rió falsamente y provocó la risa de todos.
-Mejor pedimos comida, tío. –toco, divertido Trent, el hombro de Ryan.
Este le fulminó con la mirada.
-¿Oye, habéis traído películas, o cartas? –dijo Sara.
Todos negaron, así que, como siempre, o terminábamos inventando un juego o jugábamos a las cartas totalmente destrozadas que tenía Ryan.
Nos sentamos todos en el sofá, unos enfrente de otros, y antes de pedir algo de comer bebimos algunas coca-colas.
Las risas empezaron cuando Ryan y Trent empezaron a contar sus malísimos chistes. No exagero, eran de esos tan malos, que te tenías que reír por narices.
Fui un momento al baño. Cogí mi bolso y me cambié la blusa que llevaba por una camiseta ancha y de tirantes más cómoda que llevaba en este.
Cuando llegué de nuevo al salón todos hablaban y reían entre ellos, excepto Sara y Ryan, los cuales hablaban más bajo y solo ellos dos. Les miré y me devolvieron la mirada.
Me senté junto a ellos.
-¿Que pasa?
-Él sigue insistiendo en hacer la cena. –dijo mi amiga. Sabía que había mentido. Era más que obvio que eso no era. Pero de todas formas no quise insistirle más. Solo seguí la broma.
-Eso no va a ser posible. –me reí-. Bueno, chicos, ¿Que queréis de cenar? ¿Pedimos pizzas, chino, Mcdonalds?
-Chino.
-Mcdonalds.
-Pizzas.
Vamos, no me jodas.
-Bueno, ahora poneros de acuerdo. –soplé, con disgusto.
Todos reímos.
-A mi no me apetece chino, vamos, es que ni de coña. –dijo Ryan-. Se me queda atragantado en el esófago, por dios.
Todos nos descojonamos literalmente. Este chico tenía cada cosa.
-Bueno, pues, ¿Pizzas o Mcdonalds? –dijo Sara.
-Pues yo creo que pizzas, así podemos elegir varias de varios tipos.
-Sí, me parece bien.
Todos estuvimos de acuerdo.
A Ryan le empezó a sonar el móvil segundos después y con la excusa, dijo que también llamaría al sitio de las pizzas para que nos las trajeran.
