Sara y yo bajamos del taxi y caminamos hasta la mansión de Justin. Íbamos a pasar lo que quedaba de día aquí. Carter no podía venir, ya que tenía muchísimo trabajo en la oficina. De todas formas, la idea de que yo estuviera con Justin no le causó mucha gracia, pero lo aceptó a regañadientes.
Habíamos pasado una agradable semana, más o menos. Sara y yo estuvimos yendo a algunos sitios, de compras. Nada había avanzado ni retrocedido, todo seguía mas o menos como siempre. Con Justin todo seguía igual desde la ultima vez que lo vi en el apartamento. Y yo seguía odiando su comportamiento conmigo, esa manera de picarme y ponerme de los nervios me tenía desesperada, quiero decir, no podía permitir que me pusiera tan nerviosa, y eso a él le encantaba. No podía permitir que tuviera ese control sobre mí.
Paseamos por el jardín hasta llegar a la piscina y ver a Ryan y Justin en la piscina, peleándose y tirándose agua.
Sara y yo nos miramos divertidas. Tan críos como siempre.
-Hola. –canturreó mi amiga, de forma sexy.
Yo alcé una ceja.
Los chicos se giraron y mi mirada se fue a Justin, mientras el entrecerraba los ojos. Seguía molesta con él.
Como si de dos modelos de Calvin Klein se tratase, en vez de usar las escaleras de la piscina como cualquier persona normal, salieron por el borde, y sin dudarlo quedaba mucho más sexy.
Ryan se acercó y le dio un beso a Sara, mientras que yo veía como Justin se acercaba vacilante hacía mí. Cuando estaba a menos de un metro me giré, dándole la espalda.
-Voy a dejar el bolso dentro.
Caminé dentro de la casa, entrando al salón, y escuchando la puerta principal tras de mí.
-Se suele decir hola, rubia. –me dijo.
Le observé, había envuelto una toalla alrededor de su cintura.
Concéntrate, Melissa.
-Tú tampoco lo has dicho. –repliqué.
-Tú has venido a mi casa, tú me debes saludar primero. –le fulminé.
-Oh, perdone usted señor Bieber, –dije de mala gana-, Hola, ¿como está? ¿Desea algo más? ¿Me arrodillo aquí para usted? –espeté.
-¿Sigues enfadada, verdad? –preguntó, siendo obvio.
No le miré, sin embargo, el agarró mi mentón.
Suspiré.
Tenía que ser directa, y decirle lo que pensaba.
-Es que, entiéndelo Justin, no puedes actuar así, no puedes descolocarme de esa manera. –él me miró fijamente, matándome por dentro-. Ni mirarme así, ni tocarme, ni besarme... No puedes joder.
Cogió aire y lamió sus labios.
Me miró fijamente, pensativo.
-Es irónico que me digas que no haga todas esas cosas cuando tú estas deseando que lo haga. –mordió su labio, hablando duramente-. ¿Esto te lo ha dicho Carter?
-¿Que? no. –le dije, sinceramente.
-Entonces no lo entiendo.
Él estaba tenso.
-Pues es fácil, joder. Justin, tengo una relación con él, no puedes simplemente besarme o... hacer todo eso. Y menos delante de él.
Él asintió, a regañadientes. Se dio la vuelta bruscamente, y se marchó.
