Tres semanas después.
"Justin Bieber: ¿De fiesta en fiesta y de chica en chica?" "Anna Breslin, ¿la nueva novia de Bieber?" "Lo que pasa en Las Vegas, se queda en Las Vegas, ¿verdad, Justin?" "Alcohol, drogas y Justin Bieber" "Justin Bieber, de nuevo, descarrilado" "Malas influencias, Justin Bieber" "Justin Bieber revolucionando instagram"
Era raro el día que no leyera una revista o algún periódico con algún titular que encabezaba Justin, y no precisamente con cosas buenas.
Había visto miles de fotos de él en Internet: desde increíbles e innumerables fiestas hasta fotos de él y aquella tal Anna con la que le vi en su yate. Ellos cenando, fotos de ella con un vestido precioso, ellos dos juntos sentados y abrazados, ella abrazándole desde atrás. En fin, ni si quiera quería recordarle.
Terminé de cogerme la coleta y salí de casa. No tenía mucho que hacer esta tarde así que Carter y yo iríamos a cenar.
Él últimamente estaba más encima de mí, y eso me agobiaba. Yo solo me levantaba por las mañanas, desayunaba y me iba a las practicas. Volvía a casa, comía y estudiaba o ocupaba el tiempo libre. Finalmente me iba a la cama. Así, continuamente. Excluyendo cuando salía a dar una vuelta con Sara o, como hoy, Carter se encargaba de sacarme de casa. Me gustaba mi rutina, estaba ocupada, no pensaba, y eso estaba bien.
Paseábamos por una de las avenidas más tranquilas de Los Ángeles con una conversación simple y escueta.
-¿Como vas con la clase de marketing? –sacó tema.
-Bastante bien, es complicada, pero le estoy dedicando el suficiente tiempo. –respondí. Él paso un brazo por mis hombros y me acercó a él.
-Eso esta bien. –sonrió débilmente. Me miró a los ojos fijamente y le aparté la mirada-. ¿Sabes que puedes tratar conmigo cualquier cosa, no?
Desvié el tema.
-Claro, si no entiendo algo te preguntaré.
-Cielo, me refiero a ti. Si te ocurre algo no dudes en contármelo.
-Vale. –le sonreí, zanjando el tema del cual con la ultima persona que lo hablaría sería con él. Aunque, de todas formas, no había ningún tema, no había nada.
Pasamos un rato ameno durante la pequeña cena en un restaurante de comida rápida. Volvimos de nuevo caminando a casa y en el portal me despedí de él con un pequeño beso en el cual él sonrió.
Subí en el ascensor y observé mi rostro con algunas ojeras en el espejo que había. Me di la vuelta sin querer seguir viendo mi atuendo desgastado y en unos segundos llegué a la puerta de casa.
Ryan y Sara hablaban normalmente cuando entré en el salón.
-Hola Mel. –me saludó Ryan.
-Hola. –le sonreí-. Chicos, me voy a dormir, estoy muerta. Buenas... –Ryan me interrumpió.
-No, espera. Tengo que contarte algo.
Fruncí el ceño.
-¿Que pasa? –pregunté.
-¿Que, qué pasa? –espetó-. Que estoy harto de intentar hablar con Justin, Melissa. No cede, no me hace ni puñetero caso y no va por buen camino. Ni siquiera escucha a Scooter, bueno, sí escucha, pero hace oídos sordos al segundo siguiente. –cogí aire-. ¿Habrás visto todo lo que ha salido de él en la televisión y en las revistas, no? –asentí-. Pues todo es verdad. –sentí un pinchazo en el estomago ante su seguridad-. Se pasa más tiempo de fiesta, hundido en alcohol y mierda que en casa, ¡más tiempo que durmiendo! –dijo, estresado-. Sé que ya no sois nada, que cada uno va por su lado, pero eres la ultima opción, tienes que intentar hablar con él.
