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POV ROSÉ

—Has estado aquí metida durante días, Peach —dijo Alice mientras irrumpía en mi habitación y abría  cortinas que Lisa había puesto para mí antes de irse.

Lisa. Todos los recuerdos habían parecido incluirla repentinamente de una u otra forma. Cada canción que escuché, cada letrero que leí, todo. Lo cual era exactamente por lo que había estado escondida en mi habitación por días. No quería escucharla, verla, respirarla cada vez que saliera. Estaba cansada de ella. Estaba cansada de esperar verla cada vez que salía de mi edificio. Aun peor, estaba cansada de esperar verla y de sentirme como una idiota por en realidad desearla.

—Se suponía que almorzaríamos con papá, ¿recuerdas? —agregó Alice.

Me di vuelta en mi cama y enterré mi rostro en mi almohada. —Dile que estoy enferma.

—No lo estás.

—Me siento enferma.

Mi hermana suspiró pesadamente y se sentó en el borde de la cama, corriendo una mano sobre mi cabello. —Cariño, no estás enferma, tienes el corazón roto.

—Enferma. Con el corazón roto. Da igual.

Suspiró de nuevo. Me giré para mirarla. Sus ojos se ampliaron cuando finalmente la deje tener un vistazo de mi rostro, ojos hinchados y rojos, labios inflamados. Estaba segura que todavía tenía ojeras por haber vomitado violentamente en algún punto de la media noche solo pensando en ella. En nosotras. En su engaño.

—Rosé —susurró.

—Más personas mueren por corazones rotos que por un resfriado común — dije—. ¿Sabías eso?

Sacudió su cabeza, sus ojos marrones se llenaron con lastima —No sabía eso.

—Bueno, así es.

—Chen llamó preguntando por ti hoy —dijo ella, cambiando de tema— Dijo que ha venido un montón de veces y nunca abres la puerta.

Cubrí mi rostro con mi brazo. —Lo llamaré más tarde.

La sentí levantarse de la cama y la escuché caminando alrededor de mi habitación.

—Entiendo completamente por qué estás molesta con Lisa. Créeme, lo entiendo. Mintió. Sabía sobre papá y cómo te sientes acerca de Belmonte, y te lo oculto, pero nunca le habrías dado una oportunidad si te lo hubiera dicho desde el principio. La habrías despachado y no la habrías conocido. ¿Realmente puedes culpar a la chica?

—Sí. Sí puedo.

Descubrí mi rostro y tiré las cobijas fuera de mí mientras me ponía de pie y caminaba hacia el baño. Cepillé mis dientes, llevé mi cara, me miré en el espejo y vacilé por lo que vi. Incluso después de mi relación pasada, no me había visto así de mal. Pero no había llorado seis de las siete horas de vuelo, y luego de nuevo cuando llegué a casa, y luego reproducía todo como un circuito hasta que físicamente me enfermé pensando en todo eso. Había vivido con Chanyeol por años. Compartí una vida con él. Y cuando finalmente rompimos me sentí triste, pero también me sentí aliviada. Lisa parecía tener este poder sobre mí que hacía imposible respirar sin sentir una punzada de dolor cada vez que pensaba en su ausencia.

No era ciencia espacial. Me había dado a ella tan completamente, que ahora que estaba terminado me sentía como si estuviera cayendo a pedazos. Me bañé, esperando despojarme de algo de mi tristeza. Cuando salí de la ducha, abrí el gabinete de mi baño en busca de algo para el rápido y creciente dolor de cabeza, y lo que encontré fue una nota de Lisa. Una nota. Mi corazón se detuvo a la vista de su escritura.

La JugadoraWhere stories live. Discover now