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POV ROSÉ

Había estado en la Estación Penn durante dos horas, esperando que el tren fuera arreglado. Con cada minuto que pasaba, la sensación de hundimiento de que no iba a llegar a la casa de mi madre se multiplicaba. Mi teléfono zumbó en el bolsillo trasero de mis vaqueros y suspiré cuando lo alcancé.

—¿Eres Rosé? —preguntó una pequeña voz.

Fruncí el ceño, mirando la pantalla, que tenía el nombre de Lisa escrito a través de ella. —Sí. ¿Quién es?

—Cayden.

Sonreí. —Hola amigo. ¿Cómo estás?

—Bien. ¿Puedes venir hoy? Tengo helado.

—Me encantaría, pero no puedo. Estoy en la estación de tren y el tren está descompuesto. Estoy esperando a que un superhéroe venga a solucionarlo.

—¿Cuál?

Sacudí la cabeza, todavía sonriendo y miré hacia arriba y abajo de la plataforma. —No estoy segura.

—Tal vez Thor vaya.

—Ja. Si Thor aparece, nunca me iré.

—¿Por qué no?

Había una clara confusión en su voz y decidí no responder a eso. Explicar todo el flechazo por Thor no parecía ser lo correcto cuando hablaba con un niño.

—¿Dónde está tu tía?

—Ella está aquí. Vino a visitarme a casa. Deberías venir la próxima vez —dijo antes de susurrar sus siguientes palabras—, dice que eres más guapa que la Mujer Maravilla.

Sonreí.

—Dije que es la mujer más bella del mundo, Cayden. Hazlo bien si vas a transmitir mensajes por mí —dijo Lisa a la línea.

—Hola —susurré.

—Te extraño —susurró de regreso.

¿Por qué diablos estas mariposas eran tan persistentes y por qué Lisa insiste en decir cosas que las ponen allí para empezar?

—¿Llegaste a la casa de tu mamá?

Suspiré pesadamente, apoyada contra la fría pared detrás de mí. —No, y por cómo luce esto, podría tener que esperar hasta mañana. Han estado arreglando este tren durante dos horas.

—¿Dónde estás?

—Yo solo... —Negué con la cabeza, dándome cuenta de que no tenía ni idea de la estación en la que estaba—. En la Estación Penn.

—Estoy yendo a por ti.

—¿Qué? No. Si cancelan de nuevo, iré a casa y volveré a intentarlo mañana.

—Quédate ahí. Ahora mismo voy.

—Lisa.

—Rosé, quédate allí. Ya estoy en camino.

De mala gana, estuve de acuerdo y salí a esperarlo. Cuando llegó la camioneta, caminé hacia ella rápidamente. Lisa salió del lado del conductor y rodeó el coche para abrir la puerta para mí.

—Qué... —Fruncí el ceño, entrecerrando los ojos para mirar dentro de la cabina—. ¿Estás conduciendo?

—Leo tenía la noche libre.

Subí en el coche y esperé que ella hiciera lo mismo. Mientras abrochaba mi cinturón de seguridad, la miré. —¿Sabes conducir?

Me lanzó una mirada. —Obviamente.

—Oye, yo no sé cómo conducir. Solo estoy preguntando.

—¿No sabes cómo conducir?

—No. ¿Por qué necesitaría saber conducir? Tomo el tren en todas partes.

Mi teléfono vibró en mis manos cuando él salió del espacio, y respondí cuando vi el nombre de mi hermana.

—¿Estás viniendo? —preguntó ella.

Le expliqué toda la situación, que ella explicó a mi mamá que estaba en la misma habitación que ella, y cuando respondió allí ya habían hecho una votación colectiva acerca de "Trae a Lisa".

—Alice  —siseé, y bajé mi voz en un susurro—, ¿le dijiste sobre Lisa?

—¿No acabas de oírme repitiendo cada palabra que dijiste? Tráela y deja de ser una idiota.

—Ya veré. —Colgué el teléfono y la miré—. ¿Por qué sonríes?

—Quieres mantenerme en secreto —dijo, todavía sonriendo mientras me miraba.

—Yo... No es... —suspiré—. No sabes cómo es mi mamá. Está loca.

—Me gusta la locura.

—Esto no es el tipo de locura que te gusta.

—¿Cómo sabes qué clase de locura me gusta?

Me encogí de hombros. —Ella juzga. Te echará un vistazo y decidirá que estás en una pandilla.

Lisa se rio entre dientes. —¿Por mis tatuajes?

—Y todo el cuerpo súper rasgado y la cosa de los pezones perforados, sí. —Me volví de un brillante rojo cuando le dije la última parte, pensando en cómo se sentían bajo mis dedos.

—No me importa ser juzgada —dijo—. Confía en mí, tengo la piel gruesa. Quiero ir. Quiero llevarte.

—¿Me escuchaste cuando te dije lo lejos que estaba en coche?

—Tres horas.

—¿No tienes cosas que hacer? Esta es una cosa de fin de semana.

—Rosé —dijo, haciendo señas a mis ojos cuando se detuvo en la siguiente luz roja—. Deja de estancarte. No hay ningún lugar donde prefiera estar que contigo.

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La JugadoraWhere stories live. Discover now