Capítulo 19

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Rubí

Termine de recoger unas cuantas botellas que aún rodaban por el suelo. No había dormido en toda la noche, tenía demasiadas cosas en la cabeza, demasiada adrenalina recorriendo por mis venas. Lo de ayer por la noche había sido algo magnífico, no había sentido nada igual. En mi vida anterior quería ser parte de algo y no lo había logrado, pero creía estar empezando a encontrar por fin mi sitio en el mundo.

Toda esta personalidad que ahora desbordaba por mis poros había estado muy escondida en los más profundo de mi ser. Guardado en un rinconcito perdido de mi alma. No sabía si realmente era solo felicidad lo que sentía o algo más.

Me senté en una de las sillas de madera que alguien había dejado abandonadas. Les estaba ayudando a limpiar toda la plaza y las calles adyacentes a esta. Algunos me miraban extrañados sin comprender del todo por qué contribuía.

La verdad es que debía tener una pinta algo estúpida con el vestido manchado de barro, el pelo recogido con una cinta y el poco maquillaje que llevaba emborronado por el sudor.

No era ningún secreto que nosotros vivíamos en el castillo así que era posible que no estuvieran acostumbrados a que la nobleza moviera ni un dedo. Si es que a nosotros nos podían considerar así, que no lo tenía nada claro. Nadie nos había echado de allí en meses y siempre nos daban lo mejor de todo, pero estaba bastante lejos de entender la jerarquía de aquel sitio. Aunque de todas formas era eso lo que pretendíamos cambiar. Les diría que el rey estaba al tanto de nuestros planes y elaboraríamos otros, unos que fueran sorpresa de verdad. No podía ni imaginarme que seríamos mis amigos y yo después de aquello. Estábamos en el limbo.

—Sigues aquí.

Rodé los ojos con pesadez. No le había visto desde que empezó el baile. Llevaba la misma ropa que ayer y los ojos somnolientos, lo que significaba que no había dormido en casa, sino en algún otro sitio, como en la habitación de esa morena. Reprimí esos pensamientos antes de levantarme y pegarle en la cara. No sabía de donde salía esa violencia. Ya había tenido celos antes, pero eran distintos. Seguramente eso debía significar algo.

—Alguien se tenía que quedar a ayudar.

Ningún movimiento. Tenía la cara inexpresiva, mirando hacia los árboles y el bosque interminable. Se sentó en otra silla, a mi lado, pero terminé apartándome para no sentir su calor. No podía evitar que me hirviera la sangre.

Yo también había cometido errores, por eso entendía que ahora no podía echarle nada en cara. Además, no podía dejar de tener dudas sobre lo que sentía por mí, puede que el rollo de que le gustaba de verdad hubiera sido algo exagerado. A lo mejor solo necesitaba aire fresco, desconectar de su mundo por unas horas.

El amanecer estaba a punto de completarse. El cielo se tiñó de unos artificiales tintes rojos y naranjas dándole un aspecto aterrador. El bello de la nuca se me erizó.

Fue entonces cuando las campanas comenzaron a sonar.

Miré al príncipe con desconcierto. Él me la devolvió del mismo modo. No sacudimos la suciedad y echamos a andar. Con cada paso que daba podía notar como algo no iba bien. La gente se acumulaba en el camino de regreso al castillo, pisándose los unos a los otros para llegar los primeros. Cuando nos vieron aparecer hicieron todo lo posible para dejarnos espacio.

El edificio real apareció ante nosotros. Una pila de libros ardiendo fue lo primero que llamó nuestra atención. Algo iba mal, muy mal. El humo ascendía hasta el cielo oscureciendo todo a su paso. Era una hoguera inmensa que desprendía más calor que cincuenta hornos juntos.

Al otro lado de la pradera se encontraba Lannah. Tenía el ojo morado y las manos atadas a la espalda. Estaba de rodillas frente a uno de los guardias, gritando, aunque no conseguía oírla. Intenté alcanzarla a través de la gente. El humo del fuego llenaba mis pulmones, ahogándome. Comencé a toser escandalosamente mientras seguía apartando cuerpos de mi camino.

Hielo o fuego [Saga Centenarios I.] ✅Where stories live. Discover now