Capítulo 15

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Rubí

Entorné la puerta tras de mí y no me relajé hasta escuchar el <<clic>> que significaba que se había cerrado del todo. Jude seguía durmiendo, mientras yo me escabullía con los zapatos en la mano y el vestido de anoche a medio abrochar.

No me gustaba hacer algo así, pero no quería tener que pasar por lo que significaría despertarme junto a él. Llevaba varios años esperando a que llegase este día, últimamente ya solo por la curiosidad de que sentiría al acostarme con Jude. La respuesta no me había gustado en absoluto.

Pensaba que sería sensual, picante pero romántico a la vez, tomándonos nuestro tiempo. Ni se me había pasado por la cabeza que a penas me besaría o tocaría más de lo necesario, solo fijándose en lo que él sentía, en su propio placer. Supuse que después de todo el tiempo que habíamos pasado juntos, como amigos, tendría en más consideración mis gustos o como y cuando quería hacer ciertas cosas.

Me sentía culpable, no solo porque no me hubiera gustado, si no porque ahora, visto desde la perspectiva del día siguiente, sabía que lo había hecho por motivos completamente equivocados.

Recorrí el camino hasta mi dormitorio rezando para que nadie me viera y se diera cuenta de donde venía, aunque para ese momento todo debían saberlo ya. Dentro, me relajé y me di un agua para más tarde empezar a vestirme. Me enfundé unas mallas marrones y una camiseta blanca. Los vestidos que Emma había dejado en mi armario eran espectaculares, pero nada prácticos para el día a día.

Bajé hasta la cocina para conseguir algo de comer. La noche anterior apenas había probado bocado y mis tripas rugían como un león hambriento en medio de la sabana. Después de tomar prestado un par de dulces y una fruta, salí por la puerta trasera donde el día anterior habíamos tenido el entrenamiento.

Erick apareció en mi campo de visión. Estaba de espaldas, con el torso al descubierto y entrenando con un maniquí que parecía ser casero. La boca se me secó mientras observaba sus certeros movimientos. Admirando como los músculos se contraían y se relajaban cuando dejaba caer la espada a un lado. Me moje los labios, esperando que no se diera cuenta de mi presencia para disfrutar un poquito más de la vista.

Unas gotas de sudor rodaron por su cuello hasta llegar a la parte baja de la espalda. Podía sentir la energía contenida en cada una de sus células y como intentaba descargarla toda a través de los ejercicios. Sacudí la cabeza, recriminándome a mi misma por como estaban fluyendo mis pensamientos. No hacía ni dos horas que todavía seguía en la cama con Jude.

Lo que sentía al verle era inexplicable, y tan atrayente como la fuerza de un imán. Sabía que no era justo para él y tampoco para mí. Tenía que tener claro cuales eran mis sentimientos antes de arriesgarme a dar un paso más.

Antes estaba decidida a marcharme de aquí, por lo que no tenía sentido plantearme ese tipo de cosas. Pero ahora, un mundo muy diferente se habría ante mis ojos. Me hacía sentir viva y desear más de lo que jamás pensé que podría tener. Puede que la vida que buscaba no se encontrara allí, y no sabía quien me acompañaría en esa búsqueda o tan si quiera si quería que alguien lo hiciera. Sin embargo, hasta que no me aclarara y fuera sincera conmigo misma, no podía dar más falsas ilusiones, a ninguno de ellos.

—Buenos días—canturreé. Pareció asombrado de verme allí, su cuerpo se volvió a tensar e hizo lo imposible por evitar mi mirada—. ¿Crees que podríamos seguir con el entrenamiento de ayer?

No se inmutó. Siguió lanzando dagas al muñeco como si tal cosa. Vale que la de ayer no había sido la mejor decisión de mi vida. Pero no tenía ningún motivo para enfadarse conmigo y menos cuando todo lo que pasó fue porque me ardía la jodida sangre de ver como se reía con otra. Apreté los puños. Me coloqué justo en frente de sus lanzamientos.

Hielo o fuego [Saga Centenarios I.] ✅Où les histoires vivent. Découvrez maintenant