—Nueva York. — Lisa rio cuando ella puso un puño en su cadera y su ceño se profundizó—. Vivo en Inglaterra ahora y el acento parece haberse pegado, aunque según ellos sueno como una yanqui, y de acuerdo con todo el mundo aquí, sueno como una británica.

Mamá se rio. —Definitivamente no suenas como nosotros.

Alice y Lay se unieron a nosotros en la cocina poco después de que llegamos, y al final de la noche, después de que mamá insistió en que teníamos pan y chocolate caliente, ella y Lisa conversaban como si se conocieran de toda la vida mientras mi hermana y yo nos miramos conmocionadas. Me excusé de la mesa y comencé a limpiar con la ayuda de Alice, Lay se excusó porque estaba agotado, y mi mamá miró a Lisa.

—Ven. Te mostraré a tu habitación para que puedas acomodar tus cosas y las de Rosé ahí dentro —le dijo mamá.

Alice dejó caer las cucharas que estaba lavando, causando un ruido fuerte y dejé de caminar, apenas manteniendo las tazas en mi mano. Todos miramos en dirección de mi hermana. Ella se quedó allí, con el agua corriendo sobre sus manos, con la boca abierta. Era muy probable que fuera la misma expresión que tenía en mi cara.

—¡Alice! Mira lo que estás haciendo antes de que rompas algo y te lastimes —regañó mamá antes de alejarse con Lisa, quien nos lanzó una mirada divertida por encima del hombro.

—Estoy conmocionada —mi hermana susurró.

—Yo también. —Dejé las tazas bajo temblor—. Como, realmente conmocionada.

—Quizás esto es una prueba. Tal vez esté esperando que Lisa rechace esa oferta y diga que se quedará en otra parte, ya que ustedes no están casadas.

—Probablemente.

—¿Recuerdas cuando le hizo eso a Lay?

Rara vez tomamos viajes en familia, y fue aún más raro para nosotros visitar Australia e ir a un complejo. Normalmente saltamos entre las casas de los miembros de la familia y nunca nos preocupamos por las habitaciones o la comida, que eran abundantes. Cuando Alice y Lay se comprometieron, decidimos celebrar yendo a Australia y nos alojamos en uno de los hoteles de los cuales nuestros amigos tan a menudo se jactaban.

Habíamos reservado cuatro habitaciones: una para mí, una para mi mamá y mi abuela, una para mi hermano, y otra para Alice y Lay, o así lo pensamos. Hasta que mi madre se río y nos miró como si hubiéramos perdido la cabeza.

—No. Una habitación es para que compartan tú y tu hermana. Lay puede quedarse con Jaehyun —especificó mamá después de reírse de la situación. Por supuesto, el resto del viaje se pasó con Lay y yo escabulléndonos en medio de la noche y cambiando de habitación para que mi hermana pudiera dormir con su prometido. A pesar de que era molesto, era mejor que la alternativa, conmigo compartiendo una habitación con ellos dos.

Me burlé. —¿Cómo olvidarlo?

—No tienes ni idea de lo fácil que lo tienes. Jaehyun y yo abrimos el camino para este momento —dijo ella, sacudiendo la cabeza—. No puedo creer que esté dejando que duerman en la misma habitación bajo su techo.

No sabía qué ella quería que lo hiciera. ¿Gracias a ella por ser la primera hija y conejillo de indias? No dije nada en absoluto y seguí recogiendo la mesa en su lugar. Mamá se unió a nosotras cuando estábamos terminando.

—Me gusta —dijo.

Alice puso los ojos en blanco. —¿Pero no Lay?

—Bueno, Alice. No sé qué decirte —respondió mamá.

—No sabes qué decir porque no hay nada que decir.

—¿No puedes ser feliz por tu hermana?

—Estoy feliz por mi hermana —dijo Alice, alzando la voz—. Soy feliz por ella y estoy molesta de que claramente no aceptes a mi marido no es mutuamente excluyente. Puedo ser los dos, ¿sabes?

La JugadoraOnde histórias criam vida. Descubra agora