Five Nights at Freddy's - Donde las Memorias Nunca Mueren |FNAF Fanfic|

| Parte I | Capítulo 8: Falta de Profesionalidad

La voz del hombre era algo grave. Hablaba con un tono tranquilo y sin prisas. Parecía simpático. Él era el fundador y uno de los dueños de la empresa de Fazbear Entertainment, así como de toda la franquicia de Freddy Fazbear's Pizza. Era quien había respondido a la llamada de Mike Schmidt y quien le aclaraba la situación en estos momentos.

—Lo siento mucho. Pero me temo, que ya se han dado todas las explicaciones que hacían falta para concluir su despido, señor Schmidt.

Mike hizo una pausa hasta responder de nuevo. No se podía creer que todo lo que por lo que había luchado esa última semana había sido en vano. Así que siguió insistiendo.

—Pero, yo... No estoy de acuerdo.

—¿No está de acuerdo? —el señor preguntó con interés, aunque seguía usando un tono extremadamente moderado.

—Si me permite decirlo, señor... Uh.

—Henry —respondió el hombre—. Henry Emily.

—Señor Henry. Durante toda mi semana de trabajo lo he dado todo por seguir. Usted no sabe las clases de eventos que he presenciado en las siete noches que estuve ahí.

—Si es lo mismo que anteriores guardias reportaron entonces ya me sé la historia. Y no entraré en debate sobre la posible hostilidad que presenten los animatrónicos. No tengo tiempo para escuchar relatos como esos. Y por esa razón, sus excusas por manipular la inteligencia artificial y el sistema de movilidad de los animatrónicos no son válidas.

—Pero, señor, yo... —Mike no sabía que decir. Probablemente lo mejor era callarse. No había excusa por haber tocado los sistemas internos de la banda sin permiso. Así que el ex-guardia decidió pasar a otra tema—. ¿Y qué hay de la 'falta de profesionalidad'? Sigo sin entender ese punto, señor.

—Debo recordarle que en cuanto el guardia de seguridad diurno entró al local, se encontró con una escena del todo caótica. El comedor estaba lleno de mesas mal colocadas y de hecho una había sido, visiblemente pateada. Había una cantidad increíble de conos de fiesta tirados por el suelo. Y debo recordarle, señor Schmidt, que en el contrato original que firmó con la empresa, prometía asegurar la vigilancia y protección de los equipos de la pizzería, no solo de los animatrónicos, sino a nivel general.

La respuesta del señor Henry era clara y precisa. Mike se quedó sin habla, sin saber que decir. Antes de poder refutar el dueño del local volvió a hablar.

—Y sobre el último punto, sin duda es interesante. He oído lo que ha dicho antes, señor Schmidt, y déjeme decir, que ese olor tan llamativo que se encontraba en la oficina no era del todo agradable.

—Y lo sé señor, y pido disculpas. Yo, yo... —Mike hizo una pequeña pausa antes de continuar—. Mire señor. Esta pizzería, este local, me ha atrapado en su aura. Yo solo quiero respuestas.

—¿Respuestas? ¿A qué?

—A lo que pasó. Los antiguos periódicos me conmovieron, señor. La tragedia que pasó en el verano de 1985, si no me equivoco.

—¿Qué es lo que leyó? —El tono de Henry había cambiado drásticamente. Hablaba con el teléfono más cerca de la boca y parecía más amenazante.

—Ya sabe, señor. La tragedia de esos cinco niños. Y un hombre que, se vistió de un personaje, o no sé qué y los mató, escondiendo sus cadáveres tan bien que nunca se encontraron. Desde entonces no paré de escuchar risas infantiles, alucinaciones. Los animatrónicos estaban intentando decirme algo, yo lo sé. Y luego vi lo del olor que venía de sus cuerpos, y... —Schmidt se detuvo para aclararse la garganta—. Yo solo buscaba explicaciones.