cap. 32

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;maite; 

-Ayer estabas hecha mierda, así que te deje descansar. Hoy vas a tener que hablarme y explicarme- La voz de Manuel aturdió mi cerebro, recién me despierto y bajé a la cocina para prepararme un buen desayuno, él me sorprendió en la silla de la mesada.

Yo lo miré por encima del hombro, buscando una explicación en su cara. ¿Qué tenía que explicarle? Mientras pongo leche en un boul con cereales adentro, agarré una cuchara y me senté adelante de él, sin contestar. 

Me mira impaciente, mordiéndose las uñas, yo sólo tragué una cucharada, sin decir nada y sin sacar la mirada de sus ojos.

En un momento, todo me pareció claro. La gilada que le dije la otra vez, en la joda de Valentín. Que pelotuda, ahora era el momento para explicarle todo, y ya fue, no tengo una escapatoria.

Mañana me voy a Barcelona, es mi momento de sacar la cobarde que llevo adentro, podría simplemente decirle y después irme, dejarle las explicaciones claras a Mateo, que él se las de y yo irme. 

Después de todo, Mateo me debe más que unas explicaciones a mi hermano. Tanto me jodió que explicarle nuestra "relación" no le haría justicia.

En mi cabeza las palabras son claras; "Mateo y yo tuvimos algo, no te lo pudimos contar por miedo a como reaccionaras, pero ahora ya no estamos por cuestiones de la vida. Perdón por mentirte, Manu" pero al momento de decirlo en voz alta me suena ridículo, no sé, las palabras no son capaces de salir y se quedan atragantadas en mi garganta.

 Él sigue en silencio, ahora mirando su plato y sé que todas las preguntas posibles rodean su mente, no dejándolo tranquilo. Si algo teníamos en común, además de otras cosas, era que a los dos las pregunta y la intriga nos carcomían.

Suspiré, convenciéndome a mi misma que era lo mejor, dejar de ocultar y empezar diciendo la verdad, dejar de mentir y fingir que su amigo no me hizo el daño que realmente me hizo, que en realidad no me hizo bosta, cuando la realidad es que sí, me destrozó.

-Bueno- Tartamudeé un poco, mis manos juegan entre ellas encima de la mesa. -Lo que dije en la casa de Valentín era posta

Simplemente con terminar la oración, Manuel ya me está viendo como quisiera matarme. Miré al piso, buscando zafar de su mirada que me da miedo y también me avergüenza. 

Me di fuerzas internas para poder terminar de confesarme. Es ahora o nunca, pensé. Simplemente tenía que decirle que Mateo y yo teníamos algo, decirlo de una sin tanto revuelo, pero no puedo.

Tengo miedo que él me juzgue por estar con alguien menor, encima que es su mejor amigo y después de todo, con Mateo siempre fingimos ser amigos, hasta ahí. Cuando nadie nos veía nos chamuyábamos, alguna que otra vez chapábamos, ya después, empezamos a coger pero cuando ya nos teníamos la suficiente confianza.

Sacudí mi cabeza borrando todos los recuerdos pervertidos que tengo con Mateo, no tenía que recordar eso, menos en una situación como esta.

-Manuel, no te enojes pero...- Su voz me interrumpió.

-¿Qué no me enoje? ¿Me estás jodiendo? No, si voy a estar feliz. Mi hermana está con mi mejor amigo y yo recién me entero, ¿desde cuándo cogen? Desde siempre, ¿no? Dale, buena ahí mintiendo, eh- Soltó con tanta ironía y asco que no pude retener las lágrimas, corriendo sin previo aviso por mis cachetes.

No supe que decirle, su voz está cambiada. Sé que está enojado, dice cosas que no sabe, actúa como un impulsivo, solamente tengo que esperar a que se le pase, pero por más que sé estas cosas, todavía siento el mal gusto en mi boca y las ganas de abrazarlo mientras le pido perdón me invaden.

-Te dije que no estuvieras con mis amigos, te pedí que no estuvieras con ellos, y lo hiciste. Te dije que te iban a hacer mierda, cualquiera de ellos, y vos vas, te metes con Mateo, ¡con Mateo!- Gritó frustrado. - Con mi mejor amigo todavía, con él. Que pelotuda que sos, Maite.

Sus palabras me joden, recordar todas las veces que me advirtió que sus amigos no eran de confiar. Incluso teniendo 14 años, los pibes ya venían medios avanzados, ya chapaban y se querían creer los masters, los capos, entonces Manuel sabía todo lo que sus amigos podían hacer solo por coger y ser los primeros en el mundo del sexo, en sí. 

Lo que Manuel no sabía es que teniendo 16, Mateo 14, ya nos habíamos chapado, habíamos hablado y nos chamuyábamos, todavía me siento mal por eso, pero no puedo hacer nada para cambiarlo. ¿Cómo cambiarlo si toda mi vida, desde que lo conozco, llamó mi atención?

-Soy muy pelotuda, por favor, perdoname Manuel. Te escuché, todas las veces que me advertiste te escuché, pero Mateo me gustaba, un montón- Confesé, esta vez las palabras saliendo con más facilidad de mi garganta.

Manuel nunca fue el "hermano menor", siempre pareció más grande que yo, yo no lo cuidaba, él me cuidaba a mí. Todas las veces que llegué en pedo de los boliches, él me cuidó, me cubrió y todo. Siempre fue el protector, el que me tuvo bajo vigilancia, yo en cambio, le daba algún que otro consejo con minas, pero una vez cada tanto, ya que nunca se sinceró sobre amor y todas esas cosas conmigo. En fin, Manuel siempre fue el hermano protector e inteligente de los dos. Él no tenía un año menos que yo, yo tenía 5 años menos que él.

-Necesito pensar- Dijo Manuel.

Yo asentí, pero las palabras quisieron salir antes de que mis pies tocasen la puerta de la cocina para poder irme.

-No puedo disimular las ganas que le tengo a alguien, Mateo siempre fue el pibe que me gustó, nadie me gustó como él, suena re pelotudo, pero es así. Y no me pasé tus consejos, tus advertencias, por el forro del orto como pensas, porque sé que lo pensas, simplemente quise experimentar, quise arriesgarme por el pibe que me gustaba. Salió mal, sí, pero no me arrepiento, porque aprendí. Aprendí a no ser una boluda, aprendí que tengo que valorarme a mí antes. Perdoname por darme cuenta que vos decías la verdad, también perdoname por habertelo escondido.

Me quedé esperando una respuesta, una sola respuesta para saber que había asimilado mis palabras. Él sólo asintió, cerrando los ojos y también sus puños. Yo sonreí levemente y caminé hasta las escaleras, para terminar las maletas y todo lo que me queda por hacer en este país.

Ordené todos los documentos, abajo escuché la puerta principal y lo único que pude desear es que Manuel no haga ninguna gilada, que no sea él quien se fue. 



Difícil; Truenoحيث تعيش القصص. اكتشف الآن