cap. 10

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;maite;

Desperté sola otra vez, un leve recuerdo me invadió y puedo sonar como una ridícula, pero sentí la gran necesidad de llorar, y lo hice.

Lo sigo haciendo hasta hoy, dos días después de haberme despertado sola en mi cuarto, cuando tenía la esperanza de despertarme junto a Mateo y que podamos volver a empezar.

Pensándolo mejor, todo tiene sentido; Él estaba en pedo, quería coger y me buscó a mí, quien sabía que le iba a dar el si desde un principio.

Pendejo atrevido y vieja estúpida.

Me gusta darme la cabeza contra la pared, una y otra vez, eso explica porque me dejo pisotear por Mateo mil veces. Soy masoquista, y él es adicto a hacerme bosta.

Ahogué un grito y escondo la cabeza en la almohada por unos minutos, hasta que recordé todos los proyectos que me faltan de la facultad y grité todavía más fuerte, aunque no fuera posible para las leyes universales de la física.

Unos golpes en la puerta, que más bien parecían piñas a mi querida puerta, me sobresaltaron pero supe por instinto que es Manuel.

-¿Estás bien, Mai?- Preguntó mi hermano.

Asentí aunque no pudiera verme pero no quería sacar la cabeza de la almohada, ni hablarle a nadie. Sentí la puerta abrirse y rodé los ojos.

-Estoy bien, Manuel- Hablé con la voz diferente, porque la almohada tapa mi boca.

Nadie respondió, sino que sentí la cama hundirse, y un cuerpo sentándose a un lado de la cama.

Manuel nunca hace eso, así que posiblemente sea un chorro amoroso, pero no me importa, si me mata antes de que lo hagan los exámenes, mejor.

Unas manos acarician mi pelo que está todo despeinado. Fruncí el ceño y me volteé en la cama, dejándole sorprendida por ver el pelo morocho de Mateo, y su típica ceja cortada.

-¿Qué haces acá?- Cuestioné sentándome mejor en la cama y haciendo fuerza para poder bajarlo.

Él no lo hizo, y casi le encajo una piña, pero soy mayor de edad y el menor. Por ahora las ganas de ir a la cárcel son nulas.

-Manuel me dijo que estabas triste, así que quise venir a ver que te pasa

"¿Sabes que me pasa, Mateo? Que vos apareces cuando no tenes que aparecer, y queres ser algo que ya no tenes capacidad de ser, tuviste dos oportunidades, y las dos las destrozaste"

-Nada- Respondí simplemente.

Él frunció el ceño, pasó su mano por el pelo y achinó sus ojitos. Sé que lo hace cuando no confía en mi palabra, y sinceramente me importa muy poco lo que él crea y lo que no. Yo creía que él se iba a quedar conmigo, y sorpresa sorpresa, se volvió a ir.

-Te pido por favor que te vayas, no quiero hablar más con vos- Dije como pude.

Tengo un nudo gigante en la garganta, es difícil hablar y no llorar. Tengo cero ganas de pasar vergüenza ante un pibe que no me valoró.

Tengo por seguro que si ambos seguimos chapando, cogiendo, viéndonos en sí, para algo más que no sea compartir casa cuando él viene a visitar a Manuel, vamos a terminar los dos mal.

Prefiero separarme, antes que separarme de mi dignidad por alguien que no la merece, ni la quiere, ni me quiere a mi.

-¿Por qué?

-Porque sos un pendejo inmaduro, que prefiere coger antes que los sentimientos de alguien, así que te pido amablemente que te vayas- Expresé.

Una lágrima sin querer escapó de mis ojos, haciendo que Mateo ampliara los suyos y bajara la cabeza.

Se levantó de la cama, con los brazos a los costados y con la cabeza todavía baja. Está mirando sus pies, y sé que está jugando con sus bolsillos del pantalón.

Lo compruebo y me asombra lo mucho que lo conozco todavía, y que sigue con sus manías como cuando se pone nervioso, ansioso o histérico.

-Perdón entonces, no quería lastimarte así- Dijo con la voz entrecortada.

Me sorprendió pero no puedo hacer nada, porque me conozco, y cuando él tiene la voz así, me debilito y quiero correr a abrazarlo.

Odio que tenga este efecto en mí, haga lo que haga, él siempre va a tener la clave para enamorarme y ni siquiera sé como lo hace.

-Andate- Dije sin más.

Si se queda más tiempo, vamos a terminar como hace dos días, y no quiero eso.

Él levantó las manos como en señal de paz, se rindió y yo lo hice hace mucho tiempo ya.

-Que seas feliz, entonces- Habló y tapé mi boca para callar el llanto que estoy aguantando.

-Vos también, te lo mereces- Dije yo, como pude, temblando en las últimas palabras.

Él me sonrió con tristeza, caminó hasta la puerta, me miró y salió. Una vez la puerta cerró, me dejé caer en la cama, llevándome mis ganas de morir con el movimiento de mi cuerpo hasta la cama.

Lloré ahogando mi llanto con la almohada, siento los pasos y por último, la puerta principal cerrarse, anteriormente el grito de Manuel desde el baño; "nos vemos, wacho"

Las lágrimas salieron. Estoy llorando por un pendejo, sí, pero un pendejo que me revolucionó la vida entera.

Apareció para descolocarme otra vez, hasta la joda que hizo Manuel, yo venía aguantando la situación muy bien, pero todo se fue al carajo.

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Eeee hola, estaba pensando en hacer otra novela, pero desde el punto de vista de Manuel

pd; sigan comentando que me gusta dea

Difícil; TruenoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora