cap.5

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Veo a Manu bajar del escenario, seguido de todos los demás. Tiene la cabeza gacha y juega con las mangas de su buzo, casi escondiendo su cabeza en el. Caminé con determinación hacia mi hermano, aunque fue difícil pasar por los patovicas, pero con tan sólo mostrarle mi identificación, me dejaron pasar. 

Una vez estuve al lado de mi hermano, él me miró y sorprendiéndome me abrazó, yo enredé mis manos en su cadera y él en mi cuello. 

-Las próximas las vas a ganar, tenelo por seguro- Le dije acariciando su espalda de arriba a abajo.

-Por lo menos tiré algunos acotes, ¿no?- Preguntó con ilusión. 

Y para que negarlo, Manuel tiraba muy buenos acotes y a veces me pregunto porque no logra ganar las batallas, hasta que bueno, me acuerdo que el contrincante también le tiró buenos acotes. 

-Obvio, y muy buenos, vos tranqui- Le dije separándome. -Los demás no tienen oído

Él me sonrió y sacudió mi cabeza, despeinándome. Lo miré con diversión e imité su acción, esta vez despeinándolo a él. 

Sentí unos pasos atrás de nosotros, me di la vuelta y vi como Trueno estaba tomando una botella de agua, mirándonos como si estuviera esperando algo. 

Elevé las cejas en su dirección, él señaló sus cachetes llenos de agua y yo me acerqué a saludarlo. Con miedo de que me tire toda esa agua reservada en sus cachetes, lo saludé e hizo exactamente lo que pensaba. 

Tiró toda el agua en mi cara, agua mezclada con saliva de Palacios. 

-¡Asqueroso!- Grité entre las risas de mi hermano y Mateo. 

Corrió al culpable de que mi cara ahora esté mojada y una vez estuve cerca de él, tiré de su buzo y me sequé la cara con este. Mientras que el morocho se reía de mí, junto a mi hermano. 

No sé para que quiero enemigos si los tengo a ellos, que les gusta joderme cada vez que pueden. 

-Bueno ya pasó el chiste- Dije irritada caminando hacia el auto de mis padres, saludé a los chicos y me fui, con los dos insoportables que seguían riéndose de mí, pero esta vez recordando las maldades que me hacían cuando éramos más jóvenes. 

-¿Te acordas cuando le atamos los cordones y se cayó adelante de medio colegio? Encima se cayó arriba de la directora- Rió Manuel. 

No dije nada, escuché a Mateo reír y seguir con esa anécdota. Mientras que mis cachetes están rojos. Todavía recuerdo ese día, y como la directora me cagó a pedos, y encima llamó a mis padres por tremenda pelotudez. 

Aunque yo también lo haría si fuera directora y una mina se me cae encima, haciéndome pasar vergüenza adelante de medio colegio, y causando la risa de todos.

Caminé hasta el auto, me subí en la parte de conductor, cerré todas las puertas con seguro, para que ninguno de los raperos puedan subirse, ganándome las miradas confusas de los dos. 

Sonreí con maldad esta vez, arranqué el auto y los dejé a los dos parados, mirándose entre los dos mientras que yo me alejo del estacionamiento. 

Reí victoriosa, paré en un semáforo en rojo y me peiné, dejando mi celular sonar sabiendo que era Manuel quien me llama. 

Tercer llamada y me digné a contestar, harta de que sonara mi celular a cada segundo. Lo puse en manos libres y manejé hasta un Mc que estaba abierto a esta hora. 

-¡Veni ya a buscarnos! Dale, no te jodemos más- Pidió. 

-No, ahora busquen una forma de irse, yo estoy en un Mc- Reí bajándome del auto. 

Escuché murmullos del otro lado de la línea. Sabía que era un riesgo dejarlos ahí, porque todavía habían fans que esperaban afuera del show, para ver a sus ídolos irse, y bueno, si nos íbamos en auto todo sería más fácil, claramente. Pero se lo ganaban por hacerme pasar vergüenza recordándome ese pasado. 

Mi hermano cortó la llamada, no le di importancia y caminé hasta el mostrador, donde había un pibe que parece de mi edad, con la mirada cansada y apagada. 

Pedí un combo y me fui a sentar, esperando a que me llamaran. 

-¡Maite!- Gritó el mismo pibe desde el mostrador otra vez. 

Me levanté confundida, habían hecho mi pedido demasiado rápido, aunque era de esperarse, ya que hay apenas cuatro personas y este mc, no es el más concurrido en Buenos Aires. 

Tomé mi pedido y vi un papelito de más en mi comida, lo miré entrecerrando los ojos y logré ver que era un número de teléfono. Me di media vuelta y el chico que me atendió, me guiñó un ojo y se adentró en el lugar donde hacían la comida. 

Me senté en una de las meses y comencé a comer. No me había dado cuenta del hambre que tenía, y recién ahora después de comerme todo el paquete de papitas en menos de cinco minutos me di cuenta. 

Seguí revisando mi insta en medio de todo el silencio del local, hasta que el sonido de la puerta me hizo mirar hacia de donde venía el ruido. No me sorprendí, de alguna forma en mi interior sabía que esto iba a pasar.

-Ahora vas a tener que llevarnos. 

Rodé los ojos cansada. 

-Hijos de puta


Difícil; TruenoWhere stories live. Discover now