Cap 35; rojas letanías

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—te amo, Joaquín. No te quiero, te amo, y de nuevo...estoy bien con eso.

Joaquín estaba en silencio, solo asimilando las palabras que habían salido de la boca del rizado.

No pudo evitar comparar el sentimiento que crecía en la boca de su estómago con el mismo sentimiento que experimentó cada vez que una persona cercana le dijo aquello alguna vez; su madre, su hermana, sus abuelos

Pero había una distancia abismal, si podía ser honesto, aquellas veces sus manos no sudaron como en ese instante, sus ojos no se achicaron de aquel modo, no sintió su corazón dar un vuelco ni una ola de calor recorrer su espina...

Todo el torrente de sentimientos era abrumador, pero si aquello era sentirse 'enamorado'...en definitiva era agradable

—agradable es bueno—Joaquín repitió en voz baja, en un susurro ligero cual viento fugaz

En aquel momento, Emilio conectó con aquellas palabras

—y lo bueno es correcto ¿no?—habló en el mismo tono tenue, mirando directamente a los ojos de Joaquín

Se sonrieron, porque lo entendían, ahora lo entendían todo.

Joaquín puso sus manos en las mejillas de Emilio, acariciando con sus pulgares los pómulos afilados de este, el otro chico se dejó hacer, cerrando los ojos al contacto—yo creo...que es justo así como enamorarse se debe sentir...

—¿tú... estás enamorado también? —la pregunta de Emilio tenía un poco de preocupación y sorpresa entre mezcladas, sus ojos expectantes, como si realmente pensara que el chico frente a él podría no corresponderle

—lo estoy, estoy enamorado—Joaquín juntó sus frentes, aun con las manos en sus mejillas, sosteniendo el rostro de Emilio, ambos cerraron los ojos en la cercanía—de ti

—y yo de ti

—eso lo sé—Joaquín soltó una risita

—nunca había sentido esto por nadie...—Emilio se separó y de nuevo miro a los ojos a Joaquín, tomó una de sus manos entre las suyas propias—siempre pensé que nunca podría tener esposa ni hijos...y bueno...no lo haré...pero lo que quiero decir es que jamás pensé 'enamorarme', no de este modo...quiero decir...

Joaquín puso su dedo índice en la boca del rizado—te entiendo, tranquilo

—solo, me alegra que seas tú, Joaquín

Joaquín no lo pensó más, solo se lanzó a los brazos de Emilio, envolviéndolo en un fuerte abrazo que el de rizos correspondió inmediatamente y con la misma fuerza, sujetándose mutuamente, sin querer dejarse ir

Se abrazaron por varios minutos, respirando profundo, sintiendo al otro entre sus brazos, sonriendo con tal fuerza que podían sentir sus rostros entumecerse, no siempre se tiene la fortuna de abrazar a la persona que amas, y que te ama de vuelta con la misma fuerza

—te amo...—dijo Joaquín entonces en un susurro—te amo—dijo esta vez un poco más fuerte—¡yo te amo! Estoy enamorado—esta vez alzó la voz, en verdad decirlo se sentía mejor de lo que pensó

Deshicieron el abrazo y Joaquín se quedó muy cerca, rozando sus narices—te amo Emilio

El rizado vio hacia los labios de Joaquín, llevando su mirada todo el tiempo hacia ellos—y yo te amo a ti

Ambos parpadeaban con pesadez, estando tan cerca que podían sentir la humedad de sus alientos chocar con los labios del otro, sus respiraciones acelerándose, se acoplaban a los fuertes latidos de sus corazones

La sinfonía de lo divinoWhere stories live. Discover now