Cap 9; Demonios

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{Narrador homónimo}

—Derecho—el padre Damián hablaba severo, usando una de sus manos para levantar el mentón de Emilio—cuando te sientes tienes que poner la cabeza erguida—seguía repitiendo, caminaba alrededor de él, mientras Emilio se encontraba sentado en una silla de madera en el medio del estudio.

Era lunes y el día había pasado sin ningún problema hasta ahora, el padre Damián había pedido a Emilio que fueran al estudio, le daba lecciones para comportarse en la mesa, no era que no lo hubiera hecho antes, pero recalcarlo de vez en cuando era necesario, además necesitaba darle una noticia.

—Amado padre—dijo Emilio con sus manos en las piernas y mirando hacia abajo sin hacer contacto visual con el padre—¿Por qué hacemos esto ahora?, yo se comportarme en...—

—Escucha—le dijo el hombre mayor con la voz ronca, un tono que demandaba atención—quiero que recuerdes bien que hacer, tienes una cita con la señorita María blancarte—

—¿Qué?—

—no una cita como tal, eso sería incorrecto—comenzó el padre—pero ella pidió tu compañía esta tarde y no podemos decir que no ¿verdad?—

Emilio negó con la cabeza y la agacho dejando ver su nuca y cubriendo su rostro con sus rizos, se quedó en completo silencio y estaba implícito, pero era obvio que no podría tocar el piano esa tarde, se sentía como cuando esperamos que una persona tenga cierta reacción a algo que hacemos con mucho amor y termina siendo decepcionante.

Sintió lagrimas ligeras empujando tras sus parpados, sus ojos cerrados intentando reprimir como siempre hacia, le había dicho que tenía que usar ropa normal, le dio una camisa azul a botones y un pantalón negro que le quedaba un poco flojo en las caderas, el padre arreglaba el cuello de su camisa y al terminar lo miro con un brillo que en ese momento Emilio no percibió—hermoso—suspiró

—gracias—solo pudo decir con su voz algo rota.

—hey, está bien, hazlo por tu familia, necesitamos tenerlo felices—

—no se siente correcto—

Al decir aquello el rostro del padre cambio a uno más severo al igual que lo hizo su tono de voz—me debes obediencia—se volteó dando la espalda a su amado hijo—harás lo que es mejor para este lugar—el padre Salió y lo dejo ahí de pie.

Emilio se acercó al espejo de cuerpo entero que había en el estudio, se miró con ojos cristalinos, tocó el espejo con su mano, trazando las líneas de su rostro en su reflejo, una primer lagrima cayó, se vio así mismo comenzar a derramarlas una por una, trato de soltar lo que había estado reprimiendo, verse a sí mismo en ese estado de frente lo metió en un pequeño trance, se veía vulnerable, de algún modo le gusto más su imagen entonces, porque ahí parado llorando en silencio se sentía más real, por primera vez se sentía sincero con el mismo—quieres llorar...—comenzó a susurrar—llora entonces...—su rostro no era de llanto, sus cejas no estaban fruncidas, solo caían las lágrimas—estas triste—se dijo.

Viendo su reflejo y con los labios entre abiertos, paso sus dedos por ellos, los toco con suavidad, si podía ser sincero nunca pensó en su imagen física, pero le gusto en ese momento, la forma de su mandíbula, sus labios, la silueta de su cabello, toco su pecho cubierto por tela, su misma imagen envuelta en un aura de masculinidad le resulto atrayente, pero en ese momento él no pensó que se tratara de atracción, se sintió vanidoso y eso era un pecado.

Se alejó del espejo y respiro profundo para recuperarse un poco, se sentó en el sillón del estudio a esperar, con sus manos sosteniendo su cara, soltó un suspiro y pensó en lo mucho que deseaba tocar el piano en ese momento, iba a estar ahí, solo y sin que él pudiera tocar sus teclas suaves de color marfil.

La sinfonía de lo divinoUnde poveștirile trăiesc. Descoperă acum