Cap 20; El pan y el vino

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{Narrador homónimo}


Era lunes, y las cosas iban marchando normal, al menos para los demás...porque Emilio tuvo que dormir solo, lo cual le preocupaba al principio, después pudo calmarse, pero se despertó varias veces en la madrugada, había tenido de nuevo esa sombría pesadilla, en la que el pecho de su padre se volvía rojo carmesí, tuvo que levantarse a mojar su cara, y el resto de la noche, el mantuvo las luces encendidas, así se quedó dormido alrededor de las 4 am

Despertó un poco tarde para las oraciones de la mañana, pero mientras se ponía su sotana negra, recordó que en realidad no tenía el deber de estar ahí antes que los demás, no por estos días, salió del lugar con una sonrisa y a paso tranquilo, andando con las manos en los bolsillos de su uniforme, respirando el viento que soplaba en su dirección, alborotaba su cabello y paseaba a las verdes hojas de los árboles que caían en su corriente, el día estaba fresco, un poco de nubes esponjosas esparcidas por el cielo, en fríos tonos blancos y grises, el aroma de tierra mojada entrando en sus fosas, no parecía que fuera a llover, pero era un clima realmente agradable y él solo quería caminar lo más lento que pudiera y disfrutar de todo eso que nunca podía

Emilio llego en mitad de las oraciones, no estaba arrepentido, claro que no

Saliendo de la parroquia, su día de clases dio comienzo, en realidad no tuvo problemas con lo de su tarea de álgebra, el profesor olvidó pedir las tareas, y por fortuna nadie quiso ser ''el aguafiestas'' que le recordara sobre eso, así que, se libró de esta

Emilio iba camino al salón de español, entonces escuchó unos gritos y antes que pudiera prever algo, sintió un pequeño dolor en su cabeza, había chocado con alguien

Y ahora ambos estaban en el piso

—lo siento mucho—dijo la otra persona, y el reconoció la voz enseguida

Emilio frotaba su sien y tenía los ojos cerrados, los abrió y encontró a Joaquín y un montón de hojas regadas en el suelo, que después ver mejor, no eran tantas, pero de igual manera se colocó en sus rodillas para ayudarle al chico a recogerlas

—perdón Emilio ¿estás bien?—Joaquín hablaba desesperado mientras recolectaba as hojas que podía sin doblarlas

Emilio rio por la nariz—descuida—terminaron de juntar las hojas, Emilio se puso de pie y ofreció su mano para que Joaquín la tomara—¿Por qué corrías?—

Joaquín tomo su mano y se levantó también, abrazo el montón de hojas contra su pecho—voy tarde a clase de biblia, olvide mi ensayo en la habitación, ¡el padre Héctor me dio 3 minutos para ir por el! —

—pero esa aula esta de punta a punta—Emilio sacudía su uniforme

—¡es lo que digo! —dramatizaba Joaquín—perdón, no quería chocar contigo—

Emilio quería decirle que no le molestaba, incluso que había sido lo más agradable de su día el haber chocado con Joaquín, pero en su lugar solo dijo—bueno, no pierdas tiempo, más vale que te vayas—

Joaquín no respondió, pero si le sonrió al chico frente a el—nos vemos en la noche—le dijo animadamente, y salió corriendo hacia el salón de biblia

Pero él iba realmente rápido, y era Joaquín, así que siempre habría de tirar las cosas, y eso lo sabía bien Emilio, por eso no se sorprendió cuando una de las hojas del menor salió volando de sus brazos, dibujando círculos en el viento

Emilio corrió para tomar la hoja, pero Joaquín ya no estaba a la vista

Bien, él podía llevársela a su clase, porque bueno, ¿Quién quería llegar temprano a español?

La sinfonía de lo divinoOn viuen les histories. Descobreix ara