Cap 28; En cuerpo y alma

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{Narrador homónimo}


—siempre que quieras...—le dijo, y acercó sus labios a los del rizado, en una caricia de labios húmedos, donde probaron el aliento del otro

En esa habitación, no había miedos...solo libertad.

Sus labios encajaban como las piezas perfectas de un rompecabezas, ellos no los movían, solo estaban ahí, respirando en su cercanía, alientos cálidos, empapando los labios y la barbilla del otro

Emilio trató de comparar, como siempre estaba haciendo antes, antes de saber quién era, pero aquello no tenía punto de comparación...

Porque su estómago era un lío de cosquilleos, y comenzaba a sentir algo semejante nacer en su entrepierna, y fue entonces que tuvo un recuerdo, de la vez que veía aquel video, en esa misma cama, y sintió un calor familiar, muy similar al que experimentaba ahora

Recordó haberse movido sobre su colchón, y ahora que recordaba, María se había movido sobre él aquella vez...y el solo quería saber...si tal vez...

—¿podrías moverte?—le dijo a Joaquín, después de despegar sus labios, su voz temblaba y su respiración era pesada como la presión en su corazón que bombeaba con fuerza, casi saliendo de su pecho

—¿Qué me mueva?—por un segundo, Joaquín pensó que Emilio quería que se quitase de encima, y con la poca comprensión que el alcohol le permitía, el chico se movió para bajarse de él

Pero apenas sintió el propósito de sus movimientos...Emilio lo detuvo, sosteniéndolo con fuerza de la cintura—no...—le dijo apresurado—no te bajes...—sus ojos conectaron de nuevo, cuando Joaquín miró hacia abajo

Los ojos de Emilio en un tono suplicante

—yo...—comenzó a hablar el rizado, y presionó las yemas de sus dedos con fuerza en la cintura de joaco—me refería...a algo como esto—

entonces, Emilio movió las caderas de Joaquín haciendo un movimiento circular, una palpitación latió en su entrepierna y lo hizo soltar un sonido desde lo más profundo de su garganta, no entendía que era ''eso'', pero quería sentirlo de nuevo

—¿puedes hacerlo así? —le preguntó a Joaquín con poco aliento, pero siempre con tono amable, nunca demandante

Joaquín creía que en definitiva podría hacerlo—si quieres que me detenga...puedes decírmelo—puso ambas manos en los hombros de Emilio

El rizado asintió, cerrando sus ojos, y aflojando su agarre en la cintura de joaco

Joaquín comenzó a mover su cadera, formando círculos, casi no podía controlar su respiración, y a medida que sus movimientos iban siendo más marcados, Emilio apretaba sus ojos, cerrándolos con fuerza

Escalofríos subían por su espina, pero se volvían cálidos en algún lugar de su espalda, y era una grandiosa sensación

—se...se siente bien—Emilio dijo por lo bajo, quería que el chico sobre él supiera que eso le estaba haciendo bien

—esta bien, estas bien...—le decía el chico sobre él, ahora moviendo sus caderas de adelante hacia atrás, y después movió sus manos de los hombros hacia el cabello rizado de Emilio

Apretando con fuerza sus rizos, y sintiendo que no podría aguantar más sin necesitar un poco de aire

El colchón sonaba un poco, y Joaquín había comenzado a casi saltar sobre el regazo de Emilio, sus pantalones de pijama quemando en su sudorosa piel

La sinfonía de lo divinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora