77.

1.3K 114 5
                                    

|Capítulo Narrado |


Dos semanas después.

— ¿Podrías darme pergamino y una pluma por favor?

— Creo que tú no estás en condiciones de pedir nada.

— Es importante, si no fuera realmente necesario no te lo pediría.

— ¿Quieres enviarle una carta a tu mami, rubio teñido?

— Quiero enviar algo a San Mungo, es importante. Y deja decirte que si te burlas, te mataré ¿Vas a darmelo o no?

El hombre le pasó los pergaminos y una pluma a su custodiado de mala manera.

— Te digo de inmediato que es la única vez que podrás enviar algo, por lo que te digo desde ya que lo aproveches, y que no te acostumbres. No habrá otra ocasión, aún no te hacen juicio, por lo que aceptarás lo que te diga, de lo contrario será más sencillo que te envíen a Azkaban.

El joven omitió los comentarios del guardia que le vigilaba en el Wizengamot y se dispondría a escribir.

— Hey. — volvió a hablarle. — Voy a necesitar más pergamino, trae todo el que encuentres.

— ¿Estás dándome órdenes?

Draco le observó con desprecio, tal fue el cambio de expresión que tuvo su rostro, que el contrario fue de inmediato a realizar la petición que él había solicitado.

***

Por otra parte a Marla ya le habían dado autorización de salir a los jardines del hospital. Físicamente se había recuperado, pero aún en las noches solía tener crisis de pánico y gritar. Tampoco había articulado palabra, pero ya era un avance el que ella deambulara y sonriera ante ciertas cosas, inexplicables pero al menos se veía aparentemente feliz. Sus amigos iban a verla con regularidad. Neville iba dos veces a la semana, a veces en compañía de Hanna, quien ahora era su novia. Luna y Ginny iban junto a Hermione, a quien le había afectado mucho la situación. Harry y Ron por otra parte también estaban afectados. Su padre había vuelto a Londres, sintiendo una culpa latente en todo momento, sus primas iban de vez en cuando. Era doloroso verla en ese estado.

Ese día en particular se hallaba junto a Neville, cuando una enfermera llegó con una cajita de madera en la mano y se dirigió hacia donde Marla se encontraba.

— Marla, querida. — saludó. — Han enviado esto para tí.

Al percatarse que traían algo para ella, Neville decidió ir junto a sus padres, quienes estaban dando vueltas y solían sonreírle. Cada vez que iba, su madre se colocaba feliz.

— ¡Alguien lo ha enviado para tí Marla! — volvió a decir la enfermera al entregárselo. — Al parecer tienes un admirador en el exterior. — le sonrió coqueta y Marla correspondió al gesto. Annie, la enfermera le entregó la cajita y la joven la recibió  observándola y mirándole por todos lados. Hasta que la abrió y descubrió que en el interior habían muchas cartas.

— Según lo que dice la tarjeta, es una para cada día, de un tal Draco Malfoy. — dijo la enfermera de manera tierna.

Al oír el nombre, Marla sonrió y de inmediato tomó una y se la dió a la enfermera para que se la leyera.

Annie, la cogió y se sentó junto a ella, para empezar a leerle.

Mi adorada.

Todos los días pienso en tí, en tus rizos preciosos y en tus ojos celestes tan dulces.
Eres perfecta ¿Lo sabías?
Quiero que sepas que no te librarás de mí y que tendrás correspondencia mía muy seguido.
Te he enviado una carta para cada día, no sabes lo que ansío volvernos a ver y pronto será así. Muy pronto iré a verte y no nos separaremos más.
Te amo con todo mi corazón.

Draco Malfoy.

— ¡Vaya! ¿No sabía que tenías un novio? ¿Es guapo? — le preguntó la enfermera — ¡Pronto te vendrá a ver! ¡Y te ha enviado una carta para cada día! Ya quiero conocerle, debo darle mi venia ¿No crees?

Era imposible sacarle la sonrisa a Marla, su cara reflejaba felicidad aunque no la expresara con palabras.
Draco le había enviado un cofre con cartas, una para cada día, ya sabía que tendría que estar un mes en el Wizengamot, su juicio había concluído que tendría que estar allí un tiempo. Tenía que reparar en parte lo que él y su familia habían causado, y en comparación a los demás castigos y sentencias de otros mortífagos, la de él era una caricia. Harry había dicho que le habían ayudado en la Mansión Malfoy, a huír cuando cayeron prisioneros. Por lo que el tribunal optó por esa resolución. Más sabía que no la merecía.

Pero las cartas para Marla eran necesarias y esperaba que le hicieran mejor y contributeran hacia su rehabilitación y recuperación. Él deseaba fervientemente que ella se recuperaba, pero si no era así, tendría la resolución de estar junto a ella, todos los días, aunque ella jamás llegara a recordarle o jamás volviera a ser la misma de antes.

Marla por su parte había logrado sentir algo en su interior, no podía verbalizarlo, no podía decirlo en palabras, pero algo había en su interior que le causaba felicidad, le causaba goce y claramente era el paquete que acababa de llegar para ella.

Ella sabía que era algo especial y que era sólo para ella.

Cada día alguien le leía una de las cartas que Draco había enviado para ella. Cada día ella esperaba por ese momento. Cada día ella ansiaba que alguien llegara con un pergamino para ella. Cada día ella se preparaba para estar lista para disfrutar de ese momento.

En ese momento Draco estaba lejos, lejos de ella, no podían verse, pero ambos se pensaban, estaban conectados a través del pensamiento, del latido de sus corazones. Quien lo diría, que el iba a estar alejado, quedándose en una sala del tribunal a la espera de su juicio y ella recluída en San Mungo. Nadie lo hubiera imaginado, pero a pesar de todo Marla y Draco estaban conectados, aunque nadie hubiera dado un knut por ellos, seguían conectados, donde sea que estuvieran, en la circunstancia que estuvieran. Él siempre sería su canalla en redención y ella su traidora adorada.

Ella lo sabía.

Él lo sabía.

Se pertenecían uno al otro.

Querida Traidora [Draco Malfoy] Where stories live. Discover now