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|Capítulo Narrado |

Febrero,1998. Ilvermorny.

Las fiestas de Navidad y año nuevo ese año habían pasado sin más. Sólo habían sido un día más, no estab el clima en el mundo mágico como para realizar una gran celebración y un gran banquete, menos para abrir regalos. Las familias estaban unidas, pero nadie quería salir de sus casas. En el caso de Marla, sus primas estaban lejos, generalmente pasaban navidad con ellas, pero ahora era muy diferente, nadie tenía ánimos para celebrar y poner buena cara.

Ella no se había molestado en salir de la escuela. Había escrito a su padre disculpándose de que este año no iría a casa, le apenaba estar sola, por qué sí, Marla se sentía muy sola. Por lo que mentir y fingir estar enferma del estómago fue lo mejor que se le ocurrió para quedarse en el castillo. Había enviado un regalo para su padre, brochas y pinturas nuevas, él le había enviado unos libros nuevos. Neville también le envió algo, un pequeño dije con una estrella y aretes a juego, ella le envió un libro nuevo de Herbología que había salido recientemente en América, le hubiera enviado algo a Hermione, pero Neville le contó que ellos no habían vuelto a la escuela, ni ella, ni Ron, ni Harry y que su paradero era desconocido.

Y así había pasado el invierno, Febrero llegó y las clases y la vida debían de continuar. Cada vez que podía oía la radio, el programa de Pottervigilancia, lo hacía sola, ya que no confiaba cien por ciento en nadie de esta escuela aún. Eso la hacía sentirse aún más sola. Ella se había retraído bastante, tenía pocos amigos en el castillo, porque extrañaba demasiado su antigua vida, en ese sentido no se había adaptado muy bien al cambio, independientemente de los motivos.

En ese instante, la clase de encantamientos no estaba siendo satisfactoria en lo más mínimo para ella. Tenía que prepararse para sus EXTASIS y eso no le tenía preocupada ni por un momento, pasaban tantas cosas por su mente que no lograba concentrarse en clases, de hecho estar en clases, mientras pensaba que sus amigos podrían estar siendo heridos era una perspectiva que le atormentaba de sobremanera.

— El encantamiento Fidelio. — anunció el profesor mientras se paseaba por la sala. — es uno de los más difíciles de hacer, necesitas un guardián y este debe ser alguien de suma confianza. — puntualizó. — Si tienes que esconderte urgentemente y alguien te busca, llegas a este guardián y sólo el conoce tu ubicación. Si un enemigo te persiguiese, podría estar pasando por tus narices y no podría verte.

Marla sabía ese encantamiento de manera consistente. Ella era muy buena en la materia.

— Solamente el guardián puede entregarte, de lo contrario estarías seguro en el caso de que estuvieras en un peligro. — continuó el profesor.

— ¿Por qué alguien arriesgaría su vida por hacer ese hechizo? — preguntó un chico mientras el profesor daba por terminada la información. — Es algo muy riesgoso.

— Pues por alguien a quien quieres lo más probable es que lo harías, si una persona que quieres está en peligro, lo más probable es que le ayudarías  harías todo con tal de que esté a salvo y verle una vez más ¿No crees, Paul? — le rebatió el profesor.

« Harías todo con tal de que esté a salvo y verle una vez más »

La frase quedó rondando de manera peligrosa en la mente de la chica, era una frase poderosa, potente y con un contexto desesperado. Pensó de inmediato en Draco, quizás ellos nunca más volverían a verse, quizás nunca más podría estar frente a él, quizás el moriría en manos de los mortífagos, quizás en ese mismo momento estaba en peligro, quizás en ese mismo momento estaba siendo torturado. Él había vuelto a dejar de escribir ¿Le habría sucedido algo? ¿Estaría a salvo? ¿Estaría vivo?
Quizás lo único que Draco quería era que ella le escribiese para decir que estaba bien y que estaba a salvo, quizás eso era todo lo que el rubio esperaba y ella se lo había negado.

«Harías todo con tal de que esté a salvo y verle una vez más»

Quizás ellos no podían verse, pero sí saber el uno del otro. Algo que Draco intentó todo ese tiempo y ella por orgullo le negó. En ese momento Marla haría lo que fuera con tal de saber de él, o más bien dicho, haría lo que fuera con tal de que él supiera de ella. Porque quizás después de esta guerra no volverían a verse no volverían a saber del otro. Y Marla no podía vivir con eso, no podía hacerlo. La culpa la consumiría, ella se conocía a la perfección.

Levantó la mano de inmediato.

— ¿Sí, Marla? — le interceptó el profesor.

— Lo siento Señor Goldberg, pero no me siento bien ¿Podría retirarme? — la chica le miró con cara de súplica.

— Está bien ¿Quiere que alguien le acompañe a la enfermería?

— No, no. Puedo ir yo misma. — dijo parándose del asiento de manera inmediata, recogiendo sus cosas, evitando a toda costa que alguien fuera a interrumpir la idea que tenía en ese momento. — Lo siento mucho profesor.

— No se preocupe Millicevic, póngase al corriente luego para que no le falte contenido para su EXTASIS.

— Sí sí, pasaré por su despacho después. — fue lo último que dijo antes de salir disparada del salón de clases.

Corrió a la torre donde se hallaba su habitación, ya tenía la excusa preparada en el caso de que un profesor le viera y le cuestionara el porqué estaba fuera de la clase en horas de estudio. Pero esto no podía esperar. Subió a prisa las escaleras, estas al menos no estaban encantadas y ya se había memorizado todos los caminos, por lo que tomó el más corto. Entró a su habitación y fue de prisa a su escritorio, sacó pergamino y una pluma y se dispuso a escribir de inmediato, como si se le fuera la vida en ello.

Basta de rencor, basta de orgullo. — pensó. — Le amas.

Su mano comenzó a escribir de manera frenética.

« Siento no haber escrito antes, no tengo una excusa diplomática, estaba molesta, enojada y enrabiada de una manera terrible contigo, por todo, por dejar de escribirme, porque me dejaste sola, porque no te importaron mis sentimientos. Luego supe todo lo que había pasado contigo, que te habías unido a ellos, que ahora eras un mortifago y que servías a quien tu sabes, también supe que tenias que matar a Dumbledore, pero que no lo hiciste, mas que fue tu culpa que lo hicieran, dejaste entrar a los mortifagos en la escuela y eso es lo más bajo que haz podido hacer.
Despues volviste a escribir, diciendo muchas cosas, me sentí confundida y llena de tristeza nuevamente, porque entenderás que aquí estoy sola, no puedo compartir con nadie lo que siento, lo que me pasa, lo que estoy viviendo día a día alejada de todos lo que quiero, pero hoy ha sucedido algo diferente, pensé en que la guerra puede no acabar bien, puede que la guerra no la gane la orden del fénix, puede que Harry no mate al señor tenebroso y que todos quedemos sumergidos en una ola de devastación y caos. Y eso me hizo darme cuenta de que no quiero dejar de saber de ti aunque sea por última vez, no quiero que no sepas nada de mí si es que me llega a pasar algo, si es que te sucede algo,Merlín no lo quiera, pero debemos ser realistas, todo puede pasar ahora, podriamos morir mañana, y no quiero morir o dejar este mundo sin que sepas lo feliz que fui contigo, lo real que me sentí contigo, no quiero morir sin que sepas que lo que siento por ti está intacto. No quiero que llegue mañana y no sepas que te amo.
Porque es así, te amo y eso no dejará de ser asi, ni porque seas uno de ellos, ni por nada.
Espero de corazón que esto acabe y que pueda volver a ver tus ojos o a oírte decir mi nombre »

Ella dejó la pluma a un lado, le colocó un hechizo al sobre y al pergamino y corrió a la lechucería, ahí estaba Mila, su mascota.

— Por favor cariño. — le dijo acariciando su plumaje. — Lleva esto a donde esté Draco, es urgente, es de vida o muerte.

El ave pío unos momentos mientras ella amarraba el saquito a su pata. Sacó su varita y le colocó un encantamiento para no ser vista.

— Buen viaje Mila.— murmuró, con el corazón martilléandole en el interior.

Querida Traidora [Draco Malfoy] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora