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JiHoon llevaba cuatro semanas en el nuevo instituto y tristemente se había acostumbrado a no almorzar en la cafetería, llevaba comida desde casa en una lonchera con lindas flores de cerezos, su mamá realizaba deliciosas preparaciones que disfrutaba y así también evitaba que lo molestaran, lo hacía en su lugar favorito y que nadie conocía, mirando las zonas verdes que eran poco frecuentadas por los estudiantes.

Apoyando su espalda en el enorme y viejo árbol y resguardándose entre las ramas y hojas se podía quedar dormido escuchando música o estudiando.

No les había dicho a sus padres sobre los constantes comentarios burlescos que recibía por su forma de vestir, de ser y de hablar.

De los empujones y de las heridas en sus rodillas y codos por terminar en el suelo.

De sus cuadernos y libros rotos o escondidos.

No quería preocuparlos.

Y aunque encontraba la seguridad en aquel lugar, en las clases era todo lo contrario.

Esa tarde, después de almorzar regresó al salón por su móvil que había dejado en la mochila pero al abrir la puerta el chico de cabellos rubios fue empujado con fuerza contra la pared.

SeungCheol lo tomó del cuello de la camiseta y levantó el mentón mirándolo a los ojos.

Mientras que JiHoon se había quedado paralizado en el marco de la puerta, mirando la escena.

—Esta será mi última advertencia —Habló el pelinegro —Si vuelvo a saber que has estado hablando de mí e inventando boberías será mejor que tus padres comiencen a considerar cambiarte de instituto porque no querrás regresar aquí —Escupió con enojo —¿Has entendido?

—S-Sí —Tartamudeó SoonYoung, asustado y aclaró su garganta al ver a JiHoon detrás de SeungCheol —Sí.

SeungCheol soltó el cuello de su camiseta y se sentó en su pupitre, subió los pies encima y sacó los audífonos para escuchar música mientras miraba por la ventana, por su parte SoonYoung con el ceño fruncido se acomodó rápidamente la ropa, como si estuviese apenado de ser encontrado en una situación tan vergonzosa para él frente al chico del cual se burlaba a diario, pasó junto a JiHoon y salió del salón.

Era la tercera vez que veía un enfrentamiento así que involucraba a SeungCheol.

Los estudiantes le temían.

Así que cuando hablaban mal de él o se burlaban de sus horribles calificaciones en los pasillos los enfrentaba y ellos ya no volvían a hacerlo.

La excepción era SoonYoung.

La pesadilla de JiHoon.

Algunos estudiantes ni siquiera se atrevían a mirar a SeungCheol a los ojos.

Evitaban los trabajos de pareja que fuesen con el mayor y preferían ir a hablar con los profesores para que los cambiaran así que SeungCheol solía trabajar solo.

Otros evitaban encontrárselo por el instituto o caminar cerca de él.

Por lo mismo SeungCheol se sentaba al final del salón de clases y la única persona que estaba cerca de él era JiHoon.

Según muchos, poseía un carácter fuerte y era difícil de tratar.

Y aunque JiHoon hasta el momento no le había dirigido la palabra no le asustaba su presencia.

Era un chico misterioso, solitario y algo extraño, amaba los colores oscuros en su ropa y no intentaba agradarle a nadie o encajar entre sus compañeros.

No tenían nada en común.

Sin embargo, durante los siguientes tres días JiHoon no dejó de mirarlo.

No le gustaba.

Jamás le gustaría.

Pero él tenía algo que le podría servir.

—¿Vas a hablar o tendré que soportar que me estés mirando hasta que acabe la semana? —Preguntó SeungCheol al término de la clase, harto de que JiHoon lo haya estado mirando de reojo en la clase de literatura. Tomó sus pertenencias y el menor corrió detrás de él.

—Me llamo Lee JiHoon —Se presentó en lo que apresuraba el paso intentando alcanzar a SeungCheol, el mayor no respondió ni tampoco se detuvo a esperarlo, bajó los escalones de la entrada y caminó hacia las bicicletas para tomar la suya e irse a casa —¿Podrías ir un poco más lento? —Pidió con la respiración agitada.

SeungCheol se acomodó la mochila en su espalda y se subió en la bicicleta, pedaleando y dejando a JiHoon atrás.

Enséñame a ser como tú —Alzó la voz y el mayor se detuvo —Por favor.

SeungCheol giró el rostro mirándolo de pies a cabeza por encima de su hombro, su cabello rosa perfectamente ordenado, sus mejillas sonrojadas, sus ojos afilados y labios delgados, la camiseta amarilla dentro de su ajustado pantalón marcando su diminuta cintura, sus impecables tenis blancos, la mochila que cargaba en su hombro derecho y el ridículo colgante de osito que llevaba en ella.

Lo había visto en clases.

—No.

JiCheol ♡ Pink boy.Where stories live. Discover now