Capítulo 6.

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Estaba muy preocupada, y en realidad no tenía idea de qué hacer —a pesar de que sabía que tenía que moverme y buscar alguna entrada—.

El ambiente extraño del laberinto provocó que me estremeciera. Metí mis manos dentro de los bolsillos de mi cárdigan y sentí un objeto dentro del derecho. Lo agarré y lo saqué: mi teléfono.

Lo encendí y abrí la cámara; pensé que sería una gran idea aprovechar y tomar una fotografía del lugar en el que me encontraba. No obstante, la cámara aparecía en negro.

—Pero, ¿qué...?

¿Acaso la cámara de mi celular se había descompuesto? Mis dudas se vieron resueltas cuando puse mi mano frente al aparato; algo muy extraño estaba sucediendo: lo único que captaba la cámara era mi mano, todo lo demás —los alrededores del laberinto— era inexistente para la cámara.

—Qué extraño... —murmuré.

Nuevamente, me encontraba sin la menor idea de por dónde empezar. En realidad, no me había apartado de la puerta, y por eso no sabía que hacer.

Miré el teléfono en mis manos y, antes de guardarlo nuevamente en mi bolsillo, tuve una idea. Tenía descargada "Laberinto" en mis archivos —obviamente porque, después de todo, era mi película favorita— y la puse.

Pensé que si encontraba la escena en la que Sarah encontraba al gusanito en la grieta del laberinto, podría saber justo por qué dirección ir.

Adelanté el video hasta la escena en la que Sarah se adentra al laberinto, y —esperando que se lograra mi plan comencé a guiarme y a caminar por donde ella lo hacía.

Ver la película desde mi celular, era como guiarme con un mapa, y mientras escuchaba la banda sonora de "Into The Labyrinth" cada vez sentía que yo misma era parte de la película.

Después de recorrer la zona a toda velocidad, me di por vencida y me recargué contra uno de los muros para recuperar mi aliento.

—¡Aló! —saludó una vocecita que me tomó por sorpresa.

Volteé y detrás de mi, en una de las grietas del muro, se encontraba el tierno gusanito azul que usaba una bufanda roja a su pequeña medida.

Al parecer, me encontraba tomando los caminos correctos.

—¡Hola! —saludé enternecida, de vuelta—. ¡Por Dios, eres tan chiquito y tan bonito! Me moriría por tomarte una foto —Saqué rápidamente mi celular y abrí la cámara en dirección al gusanito, pero seguía sin captar la imagen. Acerqué mi dedo a la cámara y éste si fue captado, pero lo demás no—. Pero esta cosa no me deja —comenté, antes de volver a guardarlo.

—¿Qué objeto era ese? —preguntó el gusanito, algo maravillado.

—Ah, un teléfono —lo tomé nuevamente y se lo enseñé—. Sirve para comunicarte con las personas, para escuchar música, para jugar, para ver videos —expliqué antes de dejarlo en mi bolsillo.

El gusanito miró atento, y después habló:

—Entra a tomar una taza de té, y podrías contarme más sobre aquel teléfono.

—Me encantaría, pero no puedo, amiguito —me disculpé—. Tengo el tiempo contado. Literalmente. Pero fue un gusto y un honor conocerte.

Caminé hacia el muro de frente. En la película, Sarah sólo avanza hacia adelante y los caminos se revelan. Pensé que sería una locura, pero me movería despacio para evitar estrellarme.

Entonces, coloqué las manos enfrente de mí —para protegerme— y avancé. Sorpresivamente funcionó y llegué a la mitad de dos direcciones.

Recordé la escena de la película en la que el gusanito revela que el camino izquierdo daba directo hacia el castillo.

Todo se acabaría. En cuestión de minutos llegaría directo a la Ciudad de los goblins, rescataría a Max, y ambos regresaríamos a casa sanos y salvos.

Camine hacia la izquierda, pero me detuve.

—¿Cómo puedo desaprovechar la oportunidad de estar en este lugar e irme tan pronto? —hablé para mí en voz alta.

Volteé y vi el camino derecho. Si decidía ir en esa dirección, me demoraría mucho o tal vez ni siquiera llegara a tiempo a salvar a mi hermanito. Pero, podría vivir grandes aventuras como Sarah lo había hecho en la película.

Ahora, ir por el camino derecho era demasiado tentador.

—¿Qué más da? —hablé en voz alta, nuevamente—. Yo soy una experta en esto, y sé qué caminos tomar para salvarme.

Y así, abandoné el camino izquierdo y tomé el otro.

My Labyrinth | LabyrinthWhere stories live. Discover now