Prólogo

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—¡Chicos, bajen! —exclamó Edward Carter.

Inmediatamente, se escucharon los pasos apresurados de dos pequeños que lograron llegar a la sala antes de que transcurriera un minuto.

—Chicos, tomen asiento —invitó Edward, y así sus hijos obedecieron su petición.

—¿Qué pasa, papá? —preguntó Shane, el mayor de los dos.

—¡Es hora de la película! —explicó el hombre. En la casa de los Carter, ver una película en familia era una tradición de todos los viernes por la noche.

—¡Genial! —exclamó Juliet, la menor, entusiasmada.

Edward miró a sus dos hijos, quienes ya se encontraban en sus respectivos lugares en el gran sillón frente a la pantalla. Él les dedicó una sonrisa a los niños, y centró nuevamente su atención en el reproductor de video para poner la película.

—Y... Ya está —indicó Edward, mientras se levantaba del suelo y tomaba el control remoto.

—Bueno, aquí ya tengo listas nuestras palomitas de maíz —Cynthia, la esposa de Edward y madre de los niños, se hizo presente en la sala. En sus manos, habían dos grandes tazones con palomitas—. Y, ¿qué vamos a ver? —preguntó la mujer, mientras le entregaba un tazón a Juliet, y ella y su hermano empezaban a comer.

—Laberinto —respondió Edward, mientras la pantalla de la televisión se encendía y revelaba el menú principal de la película, junto con la imagen de un salón con escaleras y un pequeño bebé con mameluco a rayas rojas y blancas.

—¿Es la película en la que salen David Bowie y Jennifer Connelly? —dudó Cynthia, con una sonrisa.

—Exacto. Solía ser una de mis películas favoritas cuando era niño —comentó su esposo.

—Hace años que no la veía, y en realidad yo sólo la ví un par de veces.

—Tampoco yo —Él rio.

Entonces, otros pasos se hicieron presentes y una voz dulce habló:

—¿Ya es la hora de la película?

La pareja y los niños dirigieron su atención hacia atrás y se toparon con Susan, la madre de Cynthia, que ya vestía un camisón blanco largo y una bata de dormir color azul marino.

—Así es. Por favor, tome asiento, Susan —pidió Edward.

Entonces, la mujer se dirigió a la silla mecedora junto al gran sillón y se sentó.

—¿Qué película veremos hoy? —cuestionó Susan.

—Una película que se llama "Laberinto" —respondió la pequeña Juliet, la cual había prestado atención a la conversación de sus padres.

—Sí, y parece que es muy vieja —agregó Shane.

—¿Acaso me estás diciendo viejo? —inquirió Edward, intentando sonar ofendido y provocando risas por parte de sus hijos—. Esta película salió hace algunos años, sí. Pero nada de vieja. Tu padre la veía cuando era más pequeño que tú.

Susan miró a la pantalla entrecerrando los ojos, comprendiendo todo, antes de preguntar:

—¿Es la película del creador de los Muppets en donde sale ese rockero?

—Así es. David Bowie es el antagonista —comentó su hija.

—Bien, ya está todo listo —anunció Edward—. ¿Comenzamos?

Y así la tradicional tarde familiar de películas empezó, con la introducción de la canción "Underground" interpretada por el mismo David Bowie.

Después de que una lechuza blanca apareciera volando en la pantalla, "Laberinto" inició.

Edward estaba sumamente feliz. Había pasado mucho tiempo después de que él tuvo la oportunidad de ver la cinta. Mientras los minutos pasaban, Edward recordó porque adoraba tanto ese largometraje cuando era un niño y le alegró haberla compartido con su amada familia.

Como Cynthia había mencionado antes, ella sólo había visto la película en un par de ocasiones, al igual que Susan. Al verla nuevamente, Cynthia recordó a los personajes creados por Jim Henson así como las canciones interpretadas por Bowie y Susan hizo memoria de porque la película le había parecido extraña en su momento.

La música corría en las venas de los Carter y Shane lo sabía. Su abuela era una pianista retirada, su padre era violinista y su madre había estudiado canto como segunda carrera. Al igual que su hermana menor, Shane amaba la música. Y justamente, fueron las canciones de la película lo que él disfruto más.

Por otro lado, para la pequeña Juliet Carter ver la película fue una experiencia totalmente diferente.

Mientras su abuela encontraba a los goblins y a los personajes Hoggle y Ludo repulsivos, Juliet los encontraba fascinantes.

Todo lo que englobaba "Laberinto" era increíble para la niña. La historia la atrapó, al igual que el diseño de producción, la escenografía y la música.

Y sobre todo, mientras que a Shane le parecía algo extraño y un poco aterrador —aunque se negara a aceptarlo— el personaje de Bowie: Jareth, el Rey de los goblins, Juliet lo encontraba sumamente atractivo.

A los ojos de aquella niña de siete años, Jareth era un enigma y un hombre muy guapo. Desde el momento en el que apareció en su primera escena, Juliet quedó sorprendida y flechada. Posteriormente, cada vez que salía nuevamente en pantalla, la pequeña se ruborizaba y sentía mariposas en el estómago. Sobre todo, cuando el Rey de los goblins cantaba en tres ocasiones.

Después de aquella tarde de películas, "Laberinto" se convirtió en la película favorita de Juliet. Cada vez que regresaba de la escuela, le pedía a su padre que volviera a ponerle la película y fue así que se aprendió todos los diálogos de ésta.

A pesar de que Juliet sabía que aquello no era real, ella soñaba estar en el lugar de Sarah —la protagonista— recorriendo el maravilloso laberinto y la Ciudad de los goblins, y poder compartir un baile con el mismísimo Rey Jareth.

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¡Hola, a todos! Espero que les guste la nueva historia. El día de hoy publiqué el prólogo, y cada día iré publicando un nuevo capítulo. ¡Así que mañana esperen el capítulo uno! Amo leer sus comentarios y ver sus votos, así que si gustan interactuar, estaré al pendiente de todo. ¡Gracias!

My Labyrinth | LabyrinthWhere stories live. Discover now