Capitulo treinta y seis

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Bailar con el demonio

No sabía como mirarle.

Nalasa incapaz de hacer las más mínima intención de soltarse de la mano cálida de Araziel, apartó la mirada de su iris grisáceo. La ternura y la comprensión que le estaban transmitiendo sus ojos se le clavaba en el corazón como dardos envenenados. Y ella ya estaba suficientemente intoxicada.

La fragancia delicada y deliciosa del demonio se le subió a la cabeza y las imágenes de la boda de su hermana se materializaron en su mente y comenzó a rememorar el primer contacto que tuvo con Araziel al igual que la consiguiente pelea con Casya.

Casya…

¿Cómo estaría ella y Rale? ¿Cómo pudo quemar su antigua casa? ¿No había podido comprender lo que le escribió en aquella carta tan dolorosa? Tal vez había sido incapaz de penetrar en el alma de su hermana al igual que en el alma del demonio que tenía frente a ella.

- ¿Podrías soltarme? - dijo con la voz pastosa sin mirarle aún.

- No - dijo simplemente él.

Al no esperarse esa negación le miró el rostro y cuando sus ojos toparon con sus profundidades grises, le fue imposible escapar de él.

- Quiero bailar contigo - declaró Araziel y la llevó a la pista de baile sin que ella pudiese hacer nada para evitarlo.

A una simple señal, las almas se apartaron dejándole todo el espacio a su señor y los diablillos dejaron de tocar aquella horrenda melodía sin fundamento y dejaron libres la tarima. Como salidos de la nada, Jezebeth se sentó en el piano y Naamah se situó a su lado. ¿Qué iban a hacer aquellos dos? La mujer demonio la miró con una sonrisa alentadora y Jezebeth le dedicó una inclinación de cabeza.

Nalasa quedó frente a Araziel con cientos de miradas clavadas en ellos. No muy lejos sintió la mirada de Marduk con su porte recto y protocolario que tenía siempre y a su izquierda, muy cerca de la tarima, estaban Fava y Kimi muy juntos. La joven comenzó a sudar y a sentir pánico. ¿Qué estaba ocurriendo? ¿Por qué solo iban a bailar ellos dos solos? ¿Por qué tenía que ser el centro de atención? Miró con pavor a Fava y la niña le sonrió con cordialidad y simpatía moviendo los labios. Nalasa leyó que le decía ánimo. ¿Ánimo de qué? Y entonces comenzó la música.

Los magistrales dedos de Jezebeth comenzaron a volar sobre las teclas blancas y negras del piano y la melodía hizo que la mente de Nalasa se quedara en blanco por unos segundos, unos segundos en los cuales Araziel la cogió de la mano y de la cadera para comenzar a bailar. Siendo consciente de lo que vendría a continuación, la voz de Naamah se alzó sobre el cielo nocturno:

Llego hasta el infinito solo por ti

sufro intentando romper el silencio impuesto entre los dos.

Me siento sola sin ser capaz de recuperarte

una fina lluvia cae sobre mis hombros.

 Era su canción, la canción que ella misma había escrito de su puño y letra poniendo en ella algo más que tinta. Puso en ella su corazón entero.

 ¿Qué hice para no merecer perdón?

Mi voz está condenada al olvido.

¿Eso es lo que realmente quieres?

Por ti sería capaz de poner fin a este dolor.

Los labios de Araziel estaban entreabiertos. Sus manos la sujetaban con firmeza y delicadeza mientras que sus ojos le gritaban algo desesperadamente.

El castillo de las almas ( Amante demonio I )Where stories live. Discover now