Capitulo veintiuno

28.7K 2K 152
                                    

Lo que debe hacerse 

Nunca había visto la torre de plata tan llena de agitación y eso la molestaba profundamente. ¿Había que hacer tanto drama solo porque habían encontrado a Nalasa sana y salva? Y como no había ido Araziel a su rescate.

Las almas revoloteaban todas a la vez hablando sin parar y poniéndole la cabeza como un bombo. Aquello era insufrible.

- El señor Araziel está muy encariñado con esa humana.

- ¿Es muy romántico no creéis?

- Yo lo que creo es que es un capricho pasajero.

- La otra noche me escabullí para oírla cantar, ni los ángeles del cielo lo harían mejor.

- A mí me parece una aprovechada.

- ¿Estas celosa?

- ¡Es que el señor casi no pasa tiempo con nosotros como antes!

- Y Fava está que trina.

- Si, todos sabemos que está prendada del señor.

- Pobre infeliz.

¡Malditas gallinas viejas!

Fava tiró el libro de poemas al suelo. Ya estaba cansada de todo aquel cotilleo. Si al menos Kimi estuviese a su lado, pero el muy traidor prefería a Nalasa antes que a ella. ¿Por qué? No podía entenderlo. En Sanol, Nalasa era un cero a la izquierda que no interesaba a ningún muchacho y aquí todos quedaban prendidos bajo su yugo.

Era incomprensible y contra más intentaba comprenderlo, más se irritaba y sentía odio por ella. Fava no era ninguna tonta. Puede que solo fuese una niña de catorce años para la eternidad, pero no era ciega ni estúpida: Araziel se había enamorado de la humana y ella de él y Fava no podía hacer nada ni competir por cambiar las cosas.

¿Por qué era todo tan injusto? ¿Por qué tenía ella que estar muerta y Nalasa viva?  Que Araziel hubiese cambiado era culpa suya. Antes de que ella llegase, su señor no estaba tan triste y cabizbajo. Ahora parecía consumido y tan abatido que a Fava se le rompería el corazón literalmente si estuviese viva.

Tenía que hacer algo para que todo volviese a ser como antes. Y la única forma de hacerlo era ir a hablar con Nalasa. Le diría la verdad y la obligaría a que se marchase. Pero tendría que calcular bien sus pasos. Los diablillos la adoraban y ellos estaban siempre por todas partes. Lo más aconsejable sería espiar todos sus movimientos y atacarla en el momento oportuno.

Fava abandonó el lugar donde había estado flotado y decidió ir a ver qué estaba haciendo la humana en aquel momento. Por un momento, pensó que quizás estaría en brazos de su señor pero desechó la idea. ¡No podía estar con ella!

Salió como un resorte de la torre de plata y, sin darse cuenta, chocó - todo lo que pueden chocar dos seres incorpóreos - con Kimi. Su antiguo mejor amigo salió de sobre ella tambaleándose y la miró con los labios fruncidos.

- Podrías mirar por donde vas. Es muy desagradable que te atreviesen.

- ¿Crees que solo es desagradable para ti idiota? - le espetó llena de rabia. Estaba tan dolida con él que lo único que deseaba era hacerle daño.

- Pero bueno ¿por qué me insultas? Yo no te he hecho nada - le reprochó él -. Estos días estas insoportable.

Aquello le sentó peor que un baño de agua helada y ella sabía perfectamente de lo que hablaba.

- ¿Y tú que sabes si solo estas con la humana?

Kimi achinó los ojos y se puso tieso.

- Yo puedo estar con quien quiera. ¿No estas tú siempre que puedes con el señor Araziel?

El castillo de las almas ( Amante demonio I )Donde viven las historias. Descúbrelo ahora