Capitulo doce

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Triste canción

El ambiente en la torre de plata era animado como de costumbre pero Fava no tenía ganas de divertirse con los demás. Materializada en su forma de espectro fantasmal, miraba por una reja como el cielo se oscurecía del todo. Aunque ya no tenía un cuerpo sólido ni poseía un corazón, continuaba poseyendo sentimientos. Sentimientos que no desaparecerían mientras su alma permaneciese anclada en el mundo mortal al cual estaba aferrada a causa de su muerte injusta. Sentimientos que continuarían ya que el alma y el razonamiento era el que los proporcionaba.

Y sus sentimientos le pedían que fuese a ver como estaba Araziel. 

La admiración y el cariño que sentía por él iba más allá del agradecimiento por haberla salvado de vagar sin rumbo como un alma errante. Estaba enamorada de él. Se había enamorado de él siendo una solitaria alma sin cuerpo. Una niña de catorce años que seguiría así eternamente.

Fava miró a sus compañeros con una sonrisa triste y decidió salir a comprobar que Araziel estuviese bien. Ella conocía el alcance de sus pesadillas - Jezebeth se había ido de la lengua con ella en muchas ocasiones - y tenía miedo de que estuviese sufriendo por ello. 

- ¿A dónde vas? - le preguntó una voz amiga. Fava se dio la vuelta y vio a su mejor amigo Kimi que la observaba con un libro entre sus manos transparentes. Los fantasmas no tenían la facultad para tocar cosas sólidas pero Araziel les concedía aquel poder cuando anclaba a las almas en sus dominios-. Habíamos quedado en leer esta obra de teatro entre los dos - le recordó.

Fava parpadeó recordando su promesa de tres días atrás y se sintió dividida. Quería leer aquella historia con su amigo pero el deseo de ver a Araziel era más fuerte e intenso.

- Lo siento pero tendremos que dejarlo para otro día Kimi- se disculpó ella juntando las manos.

Él alzó una ceja mientras apretaba el libro contra su costado. Kimi había muerto a la edad de dieciséis años en otro de los pueblos que rodeaban el valle. Cinco años atrás, su padre le había propinado una brutal paliza cuando se enteró que cazaba murciélagos para el demonio del castillo maldito. A causa de una hemorragia interna, murió dos días después. Cuando su alma en pena vagaba por el bosque, Araziel lo salvó y lo llevó a la torre de plata con las más de cincuenta almas que poblaban dicha torre.

- ¿Qué es lo que tienes que hacer que es mas importante que cumplir con tu palabra? - insistió él.

Ella pensó en engañarle pero desechó aquella falta de confianza. Fava confiaba plenamente en su amigo aunque no le hubiese confesado aún su amor por el Araziel. Aquel era su mayor secreto, algo que solo le pertenecía a ella y  quería atesorarlo para siempre. La pequeña niña era muy consciente de que jamás sería correspondida.

- Estoy preocupada por el señor - le dijo a Kimi.

El joven arrugó el ceño haciendo que pareciese más adulto de lo que era.

- Yo también lo estoy - confesó Kimi con una sonrisa triste-. Desde su penúltimo paseo no parece el mismo y ahora a traído una huésped humana algo realmente muy extraño.

- La salvó de morir devorada - relató Fava orgullosa de la bondad del demonio. Una bondad que no tenía el sacerdote que provocó que muriese congelada y humillada delante de los vecinos de Sanol. Si aún estuviese viva, le entrarían arcada nada más recordar a Jioe.

Su amigo la miró con una expresión triste.

- Ojalá hubiese podido salvarnos a nosotros también.

Fava sabía a lo que se refería. Aunque Araziel los había salvado de acabar corrompidos o devorados por demonios, aquello no era una vida que se le desease a nadie. Eran almas que sentían y que experimentaban sueños y anhelos que jamás podrían alcanzar. En el fondo, su existencia era triste, tan triste que se aferraban a ella aunque sufriesen pensando en qué podrían haber sido si continuasen con vida. Ni las almas más antiguas lograban deshacerse de la desazón, simplemente la sobrellevaban mejor.

El castillo de las almas ( Amante demonio I )Donde viven las historias. Descúbrelo ahora