Aún era pronto para marcharse, había decidido hacerlo al anochecer cuando todos estuviesen en sus casas y no sintiese la soledad de verse aislada en contra de su voluntad. Además, creía que no sería muy recomendable que viesen un petate flotar por las calles. 

Tampoco quería volver a cruzarse con la mirada dura y oscura del sacerdote y su altivez. No quería ver su cara victoriosa por haberla reducido a menos que polvo. La había aplastado, él había ganado y ella había perdido.

Sin nada más que hacer, decidió descansar hasta la hora de su partida, pero no podía dormir. Cada vez que cerraba los ojos veía el rostro lleno de lágrimas de su hermana, las caras de asco de sus vecinos, las palabras de Jioe y por último, como Casya la había atravesado aquella mañana.

Abrió los ojos y se encogió en la cama tapándose la cara con las manos. No pienses en nada - se dijo una y otra vez. ¡No tenía que pensar en nada! Pero volvió a pensar aunque esta vez el recuerdo fue muy distinto. Dentro de su cabeza comenzó a escuchar la música melodiosa de un vals y su cuerpo recordó la cercanía de la calidez de un cuerpo fuerte y ágil. También recordó una alegría que había salido de lo más hondo de su corazón. En aquel momento se había sentido aceptada y completamente viva, sin restricciones y sin complejos. 

Pero aquello no era lo más bello de recordar.

Lo más bello eran los ojos grises tan brillantes y de largas pestañas que la habían mirado fijamente con una dulzura inusitada y unos labios tan suaves y calientes que la habían echo volar y expandidse más allá de su cuerpo. Lo más hermoso del recuerdo era Araziel y todo lo que él había despertado en ella.

Con aquel recuerdo en la mente, consiguió cerrar los ojos, dormir y soñar con música suave de caja de musical mientras ella bailaba y bailaba sin para en un precioso jardín lleno de flores e iluminados por la luz del atardecer. Su corazón estaba rebosante de felicidad y su alma era libre y estaba en paz.

Cuando despertó ya había anochecido.

Nalasa se frotó los ojos y se puso en pie. Cogió el petate, la carta para su hermana y se dirigió a la puerta. Miró su pequeña casita por última vez y no pudo evitar recordar la última vez que se despidió de un hogar. Sus padres murieron cuando ella aún no había cumplido los diez años y ella y Casya abandonaron la casa que no podían pagar y emigraron hasta Sanol para comenzar de cero. La pequeña Nalasa había llorado a moco tendido de la mano de su hermana y con una muñeca de trapo contra su pecho, pero la Nalasa adulta simplemente miró la casa con expresión fría y cerró la puerta tras de sí.

Las calles desiertas y oscuras solo eran iluminadas por la luz que se filtraba a través de las ventanas de las casas y Nalasa caminó por ellas con paso firme hasta el camino que llevaba a la granja de Rale. Recorrió la distancia hasta la entrada principal a paso ligero y una vez frente a la puerta, se agachó para dejar su carta. Miró el solitario sobre al lado de la puerta y dio tres pasos hacia atrás sin dejar de mirar la parte frontal de la granja. La miró durante un momento antes de darse la vuelta y despedirse.

- Adiós hermana.

Escondido en la oscuridad lo vio todo. 

Había sido de lo más patético y lo cierto es que aquellas muestras de cariño lo asqueaban terriblemente. Aquella niña era demasiado orgullosa y no había querido admitir la derrota ni lo inevitable. Bueno, peor para ella. Dentro de un tiempo desearía haber claudicado o haber muerto y ese día su gran señor se alimentaría de su profundo dolor para ganar más poder. 

Jioe salió de las sombras y se acercó a la entrada de la granja. Sin apenas agacharse, cogió la carta solitaria que habían dejado allí y abrió la solapa del sobre con sus gruesos dedos. No necesitó más luz que la que iluminaba el farolillo encendido sobre la puerta para leer el contenido de la carta.

Querida Casya:

Sé que crees que lo ocurrido el día más importante de tu vida, fue algo premeditado por mí para hacerte daño. Que yo cité al demonio para que mancillara tu unión.

Pero no es cierto. 

Yo no sabía que aparecería Araziel y no me importa decirlo cuantas veces hagan falta, pues es la pura verdad. Sé que no me crees y que estás cegada por las crueles palabras que te dijo Jioe. Con estas letras no quiero suplicarte que me creas, solo deseo que mires en tu interior y que creas lo que el instinto te dice de mí. Tú me conoces aunque no sepas todos los secretos que guardo en mi interior.

Hermana: todos tenemos secretos. Algunos son luminosos y otros son oscuros pero te juro que los míos solo pueden herirme a mí misma. Por eso voy a confesarte algo que me corroe por dentro: creo que me gusta Araziel. Sé que es un error y una estupidez, que solo le he visto por unos instantes y que no es un ser humano. ¿Pero quien dicta sobre el corazón? Tú te enamoraste de Rale en la cosecha del otoño pasado cuando se acercó a ti para ofrecerte un vaso de sidra después de tu baile con Deft, el joven que tanto te gustaba. En aquel momento te percatase de la existencia de un buen hombre que suspiraba por ti y te enamoraste de él. 

Sé que lo mío es distinto, la parte racional de mi ser me dice que me he vuelto loca, que es imposible que me atraiga un ser infernal. Pero estoy cansada de negarme a mí misma, de negar mi yo auténtico. Por eso antes de marcharme para siempre, e querido desnudarte mi corazón.

Te deseo toda la felicidad del mundo. 

 

Nalasa

Jioe dobló la carta y con la cara ensombrecida por la oscuridad, apretó con fuerza el papel escrito entre sus dedos. De su mano comenzó a salir un humo negro y cuando abrió la mano miró la ceniza que manchaba su palma. Con un movimiento, tiró la ceniza al suelo que acabó por desaparecer antes de tocar el suelo. La niña esperaba que la dejaría marchar como si nada al lado del demonio que le había hecho mella en el corazón. 

Qué ilusa.

Los caminos estaban plagados de bestias feroces con ansia de carne tierna y sangre caliente.

Con una sonrisa de satisfacción, el sacerdote se internó nuevamente en la oscuridad a reunirse con su dios.

El castillo de las almas ( Amante demonio I )Where stories live. Discover now