Capítulo 15 - Los recuerdos llaman

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THOMAS


Me duele la cabeza. Todo es una mierda. No logro comprender. ¿Quién es esta chica? No es Helena, eso seguro, ella no se comportaría así. No... Cuando la conocí lo primero que vi fue a una chica tímida que caminaba por los pasillos con la cabeza baja. Siempre encerrada en sus libros y que se sonrojaba cada vez que la miraban, pero ahora... Todo es diferente. Constantemente pelamos, sus inseguridades me están llevando al límite, sus celos sin sentido. Necesita saber en dónde me encuentro en todo momento.

Se suponía que iba a esperar hasta que Helena regresara, pero comenzó con sus inseguridades nuevamente y me convenció de venir a verla. Ahora estamos en la fiesta de Cris, Helena se encuentra con sus amigas, en cuanto las vio se fue con ellas. Cuánto ha cambiado las cosas, antes ella no tenía amigas más que Melanie ahora parece que conoce a todas las chicas del instituto. Me alegraría por ella si tan solo esas amigas no fueran unas hipócritas. Desde donde me encuentro no puedo verla. En cambio veo a Lindsay, la hermana menor de Cris, que se acerca.

—Tom, que bueno que pudieras venir. ¿Dónde está Helena? Quiero enseñarle mi jardín, Cris me dijo que ella es buena con las flores, realmente necesito ayuda —hay tantos chicos borrachos que empiezan una pelea, empujan a Lindsay, logro alcanzarla antes de que caiga.

—¿Estas bien? —empiezo a estabilizarla cuando de un momento a otro ya no se encuentra en mis brazos. Helena la tiene agarrada de los pelos.

—¡Él es mío! ¡Te acercas y te mato! ¡Maldita zorra!

¡Qué demonios...! Alzo a Helena por la cintura y la llevo a fuera, no deja de pelear en todo el camino. No puedo creer lo que acaba de suceder. Amenazo a Lindsay y temo que si no la hubiera sacado seguramente la hubiera golpeado. Ya no la reconozco.

—¡Tom, suéltame! No quieres que le haga daño a tu pequeña zorrita ¿es eso? —No contesto—. ¿Cómo puedes hacerme esto? Eres un maldito. Lo prometiste. Prometiste que no me engañarías.

Siento mi cara arder, ella... ¿me abofeteo? No se detiene con eso empieza a golpearme como loca. Me insulta a la vez que lo hace, no se parece en nada a la chica de la cual me enamore. Temo pensar que quizás esa chica desapareció hace mucho tiempo y no me he dado cuenta.

—Estas con ella—afirma—, ¿no es así? ¡Dijiste que no me engañarías!

Agarro sus manos para detenerla antes de que se haga daño. Cada vez es peor, necesito encontrar una forma de ayudarla. De que vuelva la verdadera Helena.

—¡Basta! Estoy cansado de esto Helena, estas fuera de control yo... creo que necesitamos separarnos un tiempo antes de que nos matemos el uno al otro.

Comienza a llorar desconsoladamente. No me gusta verla llorar y menos aún ser el causante de ello. ¿Qué estoy haciendo? ¿Qué estamos haciendo? ¿Cuándo fue que las cosas cambiaron? ¿Será que estuve ciego de amor para no verlo?

—¡No, prometiste que no me dejarías! ¿Es por ella? Esa zorra tiene la culpa, por su culpa me vas a dejar.

Estoy muy enfadado, aun así no puede evitar dolerme el verla llorando. Me acerco y tomo su rostro entre mis manos. Su respiración es dificultosa. Miro sus ojos azules, que en algún momento solían mirarme con ternura, sus labios que me decían cuanto me querían. Ahora no hay nada de eso, se esfumo, en algún momento esto se convirtió en un amor enfermizo, asfixiante...

—Te amo, no dudes de mí. Helena, creo que necesitas ayuda, estas fuera de control —me empuja—. Por favor, confía en mí te ayudare a salir de esto.

Dile, NO al AmorWhere stories live. Discover now