Capítulo 1 - El amor es una m...

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  Plop, plop, ahí va otra vez, el golpeteo del agua no se detiene. Odio los días de lluvias y más aún porque debería recordarle a papá que tiene que arreglar la gotera, pero conociéndolo apuesto que la hace más grande. Aunque debo reconocer que me ha mantenido entretenida, hay que verle el lado bueno ¿no? Deje de escuchar la conversación entre Alan y Sara, después de todo que tan interesante puede ser hablar sobre el amor, es solo otra de sus tácticas para que acepte ir a otra cita a ciegas. ¡Qué horror! Ni hablar.

—Todos tenemos un alma gemela —afirma Sara. Como las de ella, ¡Hey, la chica tiene más alma gemelas que los árabes! Mi mejor amiga, suele enamorarse muy rápido y cuando digo rápido es rápido lo que siempre le lleva a decir cosas como: «ahora sí creo que él es el indicado» y solo tengo que esperar una semana a lo sumo dos para escuchar el timbre y encontrarme en la puerta con una chica con un pañuelo en mano y todo el maquillaje corrido esperando escuchar las mismas palabras otra vez. «Como pude equivocarme de esa forma».

Oh, cariño, te equivocas demasiadas veces. El peor de todos fue Matías, chica, le tipo no podía mantener las manos en sus bolsillos. Duro una semana. No sentí lastima por él. Ninguna.

—Lo que Sam necesita es una alma gemela duradera o al menos real —lo que Alan no tiene es tacto ni vergüenza. Lo último es lo peor. ¡Le lanzo un beso a nuestro profesor de historia!Pobre huyó despavorido, no lo culpo probablemente yo hubiera hecho lo mismo.

Cada persona que conozco me pregunta porque mi aversión al amor, ¿es tan obvio? Piensan que no sé del amor cuando estoy rodeada de ello y puedo asegurarlo, empecemos por mis padres: son el clásico ejemplo de amor unilateral. Triste, pero cierto. Es lo que pasa si te casas a una edad temprana. El siguiente que ha tenido la desgracia de sufrir por culpa de cupido es mi hermano, el mejor de todos, solo para que conste. El amor lo volvió un idiota. Estamos hablando del chico más romántico que pueden haber conocido, en serio, ¿qué hombre creería eso de las almas gemelas? Alan no cuenta. Alex lleva más de dos años con la misma chica y es su primera novia. Si me lo preguntan, creo que todos los cuentos de hadas que mamá solía leerme fueron a parar a la persona equivocada. ¿Cuántas sueñan con su príncipe azul? Lo siento, señoritas, mi hermano ya está tomado.

—Sería tan romántico. Los mejores amigos están hechos para levantarte el ánimo, aconsejarte, hacerte pasar buenos momentos, escoger tu vestuario y, porque no, para conseguirte pareja. Si no me creen vean a Alan, no hay mejor amigo que él. A diferencia de Sara él no está desesperado por encontrar el amor aunque sí lo está para encontrarlo para mí. Puede que él conozca a su verdadero amor más adelante.

¿Qué puedo decir? No importa sus rarezas no imagino una vida sin ellos.

—¡Este es el vestido! Nadie se podrá resistir, te veras bellísima —tal vez a veces lo haga.


Observo a Dorotea buscar frenéticamente un poco de leche fría, mientras me regaña por mi fallido intento de represalia. Pero creo que me estoy adelantando. De haber sabido que mi día resultaría así habría planeado mi plan de ataque mucho antes posiblemente hubiere llamado a las fuerzas aéreas. Mejor debería haber pedido ayuda a los cuatro fantásticos.

Dicen que los sueños son presagios, las probabilidades de que eso ocurra son de tres de cada diez personas, por desgracia si eres una chica de diecisiete años, llamada Samantha Baito ten por seguro que estarás entre esos tres. Muchos llamarían a eso suerte, en cambio, yo prefiero llamarlo desgracia del destino. Alguna vez han soñado con que conocerás al amor de tu vida y al día siguiente un chico guapo te rescata de una terrible eventualidad del destino, lo conoces se enamoran y felices para siempre. Error. ¿Adivina qué? Cupido no se mete conmigo, una vez lo intento y fallo miserablemente.

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