C27- Salgamos de aquí

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Después de algo más de la media hora que Taylor me pidió para arreglarse, por fin salió del baño con un aspecto realmente llamativo a los ojos de cualquiera. El vestido blanco y negro se le ceñía al cuerpo como un guante, marcando cada una de sus curvas. La peluca resaltaba sus pómulos y ovalaba su rostro, y los tacones le hacían una figura esvelta, estilizando sus piernas.

Se me hacía raro ver en su ropa algún color más aparte del negro y mucho más si se trataba del opuesto, el blanco daba luz a sus rasgos. Además, había conseguido que el maquillaje le diera a sus ojos una profundidad perversa acorde con la temática de la fiesta. Estaba espectacular y aunque se lo hice saber ella ya era más que consciente de ello.

Hacía frío y mi organismo ya empezaba a sentir estragos causados por el alcohol ingerido en casa de Tay. Aun así, descartamos enseguida la idea de ir en coche y decidimos adentrarnos en una caminata de más de veinte minutos hasta el instituto. Una excursión en la que mi mejor amiga no dejó de quejarse por las imperfecciones del suelo, donde sus tacones se enganchaban constantemente haciéndola tropezar. Así mismo, fuimos capaces de terminar hasta la última gota de bebida que contenía la botella que nos acompañó durante todo el camino, solo así conseguimos entrar en calor.

Cuando llegamos, ambas soltamos un suspiro derrocado y nos adentramos con rapidez en el espacio habilitado para la fiesta, con la necesidad de encontrar algún sitio donde dar una tregua a nuestras piernas.

Ya dese el umbral se podía apreciar la decoración de Halloween por todas partes. Lápidas de corcho y calabazas adornaban el suelo, las telarañas de algodón lo hacían en las paredes y los globos naranjas y negros junto a murciélagos de goma colgaban del techo del gimnasio. Aquellos adornos me parecían entre horribles y deprimentes, habría dado media vuelta de no ser porque Taylor me agarraba del brazo. No sé si lo hacía porque sabía perfectamente lo que estaba pensando o porque le dolían tanto los pies que necesitaba un apoyo donde dejar caer la mitad de su peso.

El gimnasio estaba prácticamente hasta los topes, los alumnos disfrazados de cualquier personaje bailaban animadamente al ritmo de la música, comían aperitivos, o simplemente charlaban sentados en las gradas como habíamos optado nosotras.

—No puedo creerlo —exclama Taylor librándose de sus tacones —mira al director Rowling.

Sigo la dirección que marca su barbilla y entre un gran revuelo de gente termino topándome con un vampiro clásico sin un solo pliegue más de los necesarios en su capa. Hasta para un disfraz era incapaz de dejar de ser tan meticuloso.

—Nunca habría pensado que su seriedad le permitiera hacer algo así —digo sin dejar de observar al grupo de profesores en el que se encuentra el director Rowling.

—Lo siento, no he podido evitar escucharos.

De la grada superior, proviene una voz femenina e irritante que a estas alturas ya conocía a la perfección. Megan Anderson se inclina tanto hacia nosotras que su respiración termina chocando en nuestras nucas, convirtiéndose en una situación de lo más incómoda.

—La que faltaba... —murmura Taylor cerrando los puños a cada lado de su cuerpo a modo de contención.

Era de esperar que Megan hiciese acto de presencia en la fiesta de Halloween como en cualquier otra, raro era que no asistiese. Creerse la reina del instituto suponía tener que hacer acto de presencia hasta en la más pequeña de las reuniones.

Me vi obligada a girar el cuerpo medianamente para poder observarla a pesar de que no me causaba gran entusiasmo. Vestía con un vestido negro tan corto que probablemente, agacharse sería el mayor de sus problemas esta noche. Calzaba unas botas altas del mismo color, le llegaban más arriba de las rodillas, y sobre la cabeza lucía un gorro en pico. Deduje que iba disfrazada de algo parecido a una bruja con falta de tela.

The Bad BoyWhere stories live. Discover now