C21- Dime la verdad

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Como prometió, papá nos recogió después de las clases para pasar la tarde juntos.
Primero fuimos al Washington Park, uno de mis lugares favoritos cuando era niña. Aquel sitio era un lugar inusual, lleno de jardines y museos. Justo en el corazón de la ciudad.
Llevaba tiempo sin acordarme de lo bonito que era, el mismo que llevaba sin ver a mi padre.
Mientras Connor correteaba por los jardines distrayéndose con cualquier cosa, yo puede contarle a papá todo lo que se había perdido en estos meses de ausencia. Sin embargo, la tarde no terminó ahí. Después de un largo paseo por el Washington Park, nuestras tripas protestaban hambrientas llevándonos así a un restaurante de cocina española.

—Tenéis que probar las croquetas de Jamón Ibérico, son una delicia —dice papá tras la carta plastificada.

—¿Podemos pedir patatas? —pregunta Connor cogiendo un trozo de pan del pequeño cuenco de mimbre que hay sobre la mesa, para seguidamente llevárselo a la boca y amenizar la espera.

—Claro, lo que quieras —asiente simplemente —¿Y tú Abby, ya sabes qué pedir? —inquiere levantando la vista para mirarme.

—Solo tú entiendes de cocina española, así que tomaré lo mismo —sentencio un segundo después.

—¿Ya han decidido que van a tomar? —nos sorprende una voz junto a la mesa.

Dejamos las cartas a un lado prestando atención a la chica que iba a anotar nuestro pedido.
Era joven y bastante alta, vestía con un delantal negro y entre sus manos llevaba una libreta llena de tachones. Además una pequeña chapa con su nombre se enganchaba en el bolsillo del polo del uniforme.
Fue entonces cuando me vi reflejada en el impoluto metal y recordé que necesitaría un trabajo para verano si quería conseguir un coche.

—Sí, tomaremos una ración de patatas bravas, otra de croquetas de Jamón Ibérico y una paella para tres —la fuerza en la voz de papá me sacó de mi ensimismamiento.

—¿Y para beber? —pregunta con el bolígrafo aún reposando en el papel.

—Coca_Cola —pide Connor con rapidez.

—Lo mismo —asiento en una cálida sonrisa.

—Pues tres Coca_Colas normales —determina papá mientras la camarera toma nota.

—Perfecto, enseguida les traerán la comida —dice en un modo de despedida antes de dirigirse a la cocina, justo por donde había venido.

Un murmullo general se instala en la sala. Es difícil diferenciar desde donde provienen los diferentes idiomas, pero pongo la mano en el fuego cuando digo que la mayoría de personas del restaurante son españolas. Venir aquí es recordar.

—Entonces papá, a parte de la comida, ¿qué es lo que más te ha gustado de la capital? —inquiero cuando volvemos a quedarnos solos.

—Sería difícil elegir solo una cosa —confiesa —pero resaltaría la diversidad de sus calles, la arquitectura y su historia.
Te encantaría el arte de allí —asegura tras haber sopesado las respuestas.

Papá sabe lo mucho que me gusta el arte, era él quién jugaba conmigo a crear una galería de arte en mi habitación.
Cogíamos todos mis dibujos y los colgábamos en las paredes, después escribía una invitación para mamá y Connor. Cuando todo estaba listo mi padre se colocaba en la puerta para pedir las entradas y finalmente era yo quién me encargaba de explicar el sentido de aquellas manchas que canalizaban los sentimientos de una niña.
Ahora me doy cuenta de que no es ni la mitad de fácil de lo que creía.

—Sí, suena genial —respondo poco convencida. Pierdo la mirada en mis piernas el tiempo necesario para oponerme a lo que acababa de salir de mi boca.

The Bad BoyWhere stories live. Discover now