C14- Cinco minutos en el paraíso

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—Esto es deprimente, no puedo aburrirme más —comenta Darcy desde el suelo donde lleva sentada la última media hora.
—Tengo una idea —añade unos segundos después y desvía la mirada hacia sus manos.

Entre ellas, tiene una botella de Ron a casi terminar. La abre e ingiere el alcohol de un trago y sin respirar para seguidamente colocarla sobre la mesa de centro.

—Haremos algo típico, cinco minutos en el paraíso. ¿Quién entrará al armario primero? Yo voto por Tyler —señala desnudándole con la mirada.

—Sí, yo también —apoya Megan con vigor.

Tyler observa a Darcy desde la esquina del sofá donde está recostado. Su gesto parece molesto y su mirada es de advertencia. Sin embargo, no se opone a la idea de tener que estar encerrado durante cinco minutos en un espacio minúsculo y deja todo en manos del azar.

—Bien, entonces veamos quién le acompañará —Darcy hace girar la botella sobre la mesa.

En cuanto esta empieza a moverse, todos inclinamos nuestros cuerpos hacia delante para no perder detalle.
La botella da una, dos y tres vueltas antes de detenerse.
Los ojos se me abren como platos y el pulso deja de latirme unos segundos.
Las probabilidades de que la boca de la botella me apuntara eran mínimas , en cambio estaba frente a mí. El cristal en forma de circunferencia me apuntaba, acusador y haciendo que todas las miradas recayeran sobre mí.

—No pienso hacerlo —negué rotundamente.

Primero que nada, tengo novio y segundo es su hermano. Algo así no terminaría bien y más teniendo en cuenta que Megan miente más que habla. No quiero problemas con Jace, ni ser la comidilla del instituto o peor aún de todo el norte de Portland.

—Yo lo haré encantada —se ofrece Megan sin pudor. Está desesperada por tirarse a los brazos de Tyler.

—La botella apunta a Abby —recuerda Darcy no muy contenta con el final.
—Si no lo haces tendrás que quitarte prenda y no valen zapatos ni calcetines —indica con una sonrisa malintencionada.

Miro a Taylor y después a Tyler con inseguridad mientras me debato qué hacer.
Un minuto más tarde, me encontraba encerrada en un espacio mínimo e insuficiente para dos personas.

La idea de estar encerrada con la persona a la que menos aguanto en el universo no me agradaba, pero quitarme la camiseta delante de aquellas personas lo hacía aún menos.

Nos hicimos hueco entre algunos abrigos que colgaban de sus perchas.
La luz era mínima, tan solo un halogeno a punto de fundirse iluminaba el lugar, pero era suficiente para ver cada rasgo de Tyler.
Había tan mínima separación que, su respiración rozaba mis mejillas al igual que la mía su cuello.

—¿Qué haces aquí? —inquiere esa voz rasgada y sensual que le caracteriza.

—Estaba preocupada por ti —admito sin poder moverme.

—Pues ya ves que estoy bien —contesta de mala gana. Su mirada se fija con firmeza en la mía de esa forma tan retadora que consigue mi arranque.

—¿Por qué tienes que ser siempre tan borde?, tan solo quería saber como estabas —exaspero. Su forma de ser, tan ruda me saca de quicio.
—Esto es patético. No sé que problema tienes conmigo, pero por lo menos podrías fingir un poco de amabilidad —le sugiero acelerada.

¿Tanto le cuesta mostrar el mínimo gesto de agrado? no es tan difícil.

—No me gustan los compromisos —atiende a decir sin dejar de mirarme. Esta vez de forma más apaciguada.

—Dejame adivinar, la persona que más te importa eres tú mismo. Por eso te da igual pisar a quién sea con tal de conseguir lo que quieres.
Eso se llama egoísmo, no compromiso —le aclaro molesta a la vez que siento como la sangre me hierve por todo el cuerpo. No logro entender como alguien puede ser tan engreído.

The Bad BoyWhere stories live. Discover now