C2- No soy remilgada

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Ahí está su moto, reluciente, gritando peligro.
Tyler está medianamente apoyado en ella mientras que se destroza los pulmones fumándose un cigarro, compartiendo el humo con una chica de pelo rojizo como las llamas.

Estática en las cortas escaleras me replanteo las ganas que tengo de volver andando sola hasta casa. Son mínimas, pero pensar en que tengo que confiar en él durante veinte minutos me revuelve las tripas, las mismas que llevan rujiendo la última hora pidiéndome algo de comer.

Suspiro cuando me mira por encima del hombro de la chica a la vez que le da una calada al cigarro.
No estoy para nada convencida de que mis piernas se dirijan hacia Tyler, pero desfallecer hambrienta en mitad del camino no es una opción.

—¿Qué quieres? —pregunta de mala gana la chica del pelo rojizo cuando me ve llegar.

Pongo la mano en el fuego cuando digo que es amiga de Tyler. El pelo tintado, un piercing en la nariz, tatuajes a la vista, dos tallas más pequeñas de ropa y unos modales que dejan que desear.

—Soy Abby, Tyler iba a llevarme a casa —digo con total educación, porque es lo que mis padres me han enseñado desde que era una niña.

—¿Ahora eres niñero de la novia de tu hermano? —inquiere en carcajadas dirigiéndose a Tyler.

—Mis intenciones son otras, Darcy —responde como si no le estuviera escuchando con una sonrisa ladina llena de intenciones.

—Sea lo que sea ya puedes ir quitándotelo de la cabeza —me defiendo.

—Me gustaba la idea de corromperte. Si lo tuyo con mi hermano va a seguir mucho tiempo, preferiría que dejaras de ser tan remilgada —dice echándome el humo en la cara.

—Yo no soy remilgada —protesto abanicando el humo para hacerlo desaparecer.

Las cejas de Tyler se disparan hacia arriba en modo de: ¿me estás vacilando?

—No soy remilgada —repito como un eco. Pero parece que me estuviera convenciendo a mí misma en vez de a él.

—Entonces no dudarás en venir a la fiesta de esta noche —dice Darcy terminando el cigarro que Tyler sujetaba entre sus dedos.

—¿Qué fiesta?

—La que Tyler da en su casa.

Era de esperar que algo así pasaría, Ella estará fuera de casa una semana, días más que suficientes para que Tyler tenga vía libre de hacer lo que le de la gana.
Si quisiera ir a la fiesta tan solo tendría que asomarme a la ventana. Somos vecinos desde que se mudaron a Portland hace dos años.
Recuerdo ese día a la perfección. El ruido de un camión de mudanzas me despertó a primera hora de la mañana un sábado. Me asomé a la ventana convencida de gritar que todavía no eran las nueve de la mañana por lo que, todavía no estaba permitido hacer ruido. Pero entonces vi a Jace, cargando con una caja precintada en el hombro. Mi histeria por volver a conciliar mi complicado sueño dejó de ser un problema.
Horas después, recuerdo salir con mi padre para darles la bienvenida y ahí fue la primera vez que crucé la mirada con Jace.

—Darcy, esta chica no rompe las reglas. No va a venir —se refiere a mí despectivo. Siento como la sangre me hierve en cada parte del cuerpo. Su grosería me saca de quicio.

Decir que sí voy sería cerrarle la boca y llenarme de satisfacción el dejarle sin palabras. Pero mi madre piensa que los diecisiete es la edad en la que crees estar preparado para comerte el mundo y no lo estás. Podría suplicarla de rodillas y llorar como una magdalena que, su respuesta seguiría siendo no.

—Tengo planes para esta noche —pienso en la videollamada que haré con Jace.

—Sí, seguro —rebate Tyler.
—Toma, póntelo —me ofrece su casco, terminando una conversación que estaba empezando a cansarme.
—Nos vemos esta noche —se despide de Darcy comiéndola la boca. Hunde la mano en su nuca y le echa la cabeza hacia atrás.

The Bad BoyHikayelerin yaşadığı yer. Şimdi keşfedin