C22- Me quedo contigo

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Di gracias al cielo de que la carretera no estuviese plagada de coches. La velocidad a la que iba no era la permitida y solo esperaba que no hubiese un radar en el trayecto hasta el Salón de Jo. De lo contrario, mi madre recibiría una multa y yo podría despedirme de un coche al cumplir la mayoría de edad.

El volante se deslizaba entre mis manos como el esparto. Estaba tensa y me aferraba a él con fuerza mientras que mi pie no se despegaba del acelerador.

«Tienes que venir, es Tyler»

El mensaje de Garret fue claro, nada iba bien. Nada había ido bien en ningún momento desde que Jace se fue, y aun así nos empeñamos en arreglarlo. Al menos yo.

Son más de las diez y media de la noche cuando llego a aquel callejón de mala muerte. La luz es mínima, el olor a drogas es más que perceptible y ya hay más de una persona buscando su equilibrio.
Nada ha cambiado desde la última vez, excepto mi decisión por entrar sola a aquel antro donde no hay más que problemas.

—¿Donde crees que vas? —me intercepta el mismo puerta al que Colin amenazó con su despido.

Se coloca frente a mí con los brazos cruzados sobre el pecho y con esa cara de pocos amigos que están obligados a poner para intimidar.
Me daría miedo adelantar un mínimo paso, sin embargo, más miedo me da pensar en lo que Tyler puede estar haciendo ahí abajo.

—Este sería el último lugar que pisaría de la ciudad, no entraría sin una buena razón. Así que voy a pasar —me enfrento sin el mínimo temblor en la voz.

Estoy decidida a sacar fuerzas de lugares insospechables y abrirme paso entre el hombre y el minúsculo hueco que sus características gigantescas no logran tapar. Pero para mi sorpresa, expulso todo el aire que llevaba conteniendo desde mis últimas palabras cuando se aparta de la puerta dejándome vía libre.

Aunque un tanto perpleja por la facilidad, recibo el golpe del humo cuando entro al Salón.
Bajo las escaleras en correteo y desde el penúltimo escalón, ruedo la vista entre tantas personas alborotadas en busca de Tyler.

—¡Abby! —una voz sofocada pronuncia mi nombre.

Garret sale de entre el revuelo con dificultad. Tiene la camiseta rota con jirones de la tela a punto de desprenderse y el pómulo derecho hinchado, avivando un color entre morado y amarillo.
Verle así, hace que un frío gélido recorra mis venas. Garret no es la persona que se mete en las peleas, sino la que entra a separar. Si él ha acabado así, Tyler debe de estar destrozado.

—¿Qué ha pasado? —inquiero con un gesto de dolor al observar sus magulladuras con detenimiento.

—No ha querido contarme nada, pero sí me habló de ti —pronuncia agarrándose a la barandilla de las escaleras. Ese golpe debe de estar nublándole la vista y haciendo que pierda el equilibrio.

—¿Donde está? —me apresuro a preguntar.

—Acaban de llevarle al sótano, ha mandado a Evan Coleman directo al hospital —me informa a la vez que acompaña sus palabras con un gesto que me permite saber por donde ir.

—«Mierda...»

Enseguida, bajo los dos último peldaños de escaleras y me dirijo hacia el sótano abriéndome camino entre la gente todavía alborotada.
Aquel sitio era deplorable, había más alcohol en el suelo que en las jarras; el calor era infernal, hasta el humo se incrustaba en las paredes. Y los suministros los guardaban junto al baño, el mismo donde Tyler estaba tirado apenas sin conocimiento.

Los ojos por casi se me salen de las órbitas cuando veo tanta sangre en su camiseta y en los azulejos. Tengo que obligarme a calmarme y a ahogar un grito de dolor.
Con cautela, me acerco hasta la esquina del baño de caballeros, me pongo de cunclillas y sostengo su rostro con mis manos zarandeándola muy despacio.

The Bad BoyWhere stories live. Discover now