8 Sin ti, no hay nada (Destiel)

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— ¡No! —Gritó Dean y sacó su arma apuntando a la mujer que amenazaba con quitarle la felicidad que tanto le había costado al fin tener—. No te lo llevarás, hija de perra —luego miró a Castiel y habló molesto y bastante decepcionado—. Y tú y yo hablaremos después, sobre tener secretos.

La risa de aquella mujer le produjo escalofríos, pero no bajó el arma y aun así ella caminó hacia ellos. Los disparos hicieron huir a las aves, el eco fue ensordecedor. Disparó todo lo que tenía en la cámara y no le causó ningún daño. Ella alzó la mano y sujetó a Castiel.

Él no pudo reaccionar ya que ellos simplemente desaparecieron ante sus ojos, incluso antes de que Dean decidera hacer algo para evitarlo.

* * * * *

Los siguientes días que pasó fueron un suplicio.

Castiel se había ido, Jack y Sam solo estaban en la periferia y no se atrevían a decirle nada. No se molestó en llamar a Chuck, porque sabía que no vendría, después comprendió que lo que realmente necesitaba era que Jack volviera a traerlo, él era la solución.

— ¡Maldita sea! —Maldijo cuando se dio cuenta de que había perdido tanto tiempo estando la respuesta ahí para él.

Salió de su habitación y a pesar de haber bebido lo suficiente como para tumbar a un vikingo, solo se tambaleaba un poco al entrar al salón donde Sam y Jack estaban haciendo algo que fue interrumpido por su abrupta entrada.

—Tráelo de vuelta —demandó Dean pronunciando correctamente las palabras y si no fuera porque se tambaleaba un poco y por el fuerte olor a alcohol que emitía, nadie diría que había bebido más de la cuenta.

—Ya lo intenté —contestó Jack visiblemente apenado al bajar la mirada.

— ¡No! ¡Hazlo mejor! con suficiente esfuerzo ¡vuelve a intentarlo! —La desesperación se filtraba en su tono angustiado de su voz.

—Dean... en serio, ya lo hice.

—Tienes que hacerlo nuevamente y pon todo tu jodido poder en ello o yo...

— ¡Dean! Cálmate —habló su hermano mientras lo sujetaba de los brazos y lo apartaba de Jack quien lo miraba con tristeza.

No se había dado cuenta de que había caminado hacia Jack para sujetarlo y de ese modo obligarlo a que hiciera lo que pedía.

—No lo has hecho lo suficiente... —gruñó frustrado— tienes que traerlo de vuelta... tienes que... —su voz era un gemido agónico y destilaba tristeza.

Dean no pudo más, cayó al suelo, su hermano fue con él hasta el piso y lo abrazó mientras él lloraba sin consuelo. La nada se lo había arrebatado, y no podía hacer nada para evitarlo.

Así pasó el tiempo, su tristeza era tan grande que afectaba a todos. Sam y Jack siguieron intentando de todo para traer a Castiel, sin éxito.

Todo estaba perdido.

Lo había perdido en la puerta de la felicidad y ahora no tenía nada.

Un ruido en el salón llamó su atención, él estaba en la cocina con una botella de cerveza en la mano como era costumbre, caminó hacia el alboroto y pudo ver a su hermano y al chiquillo prepararse para salir.

—Voy con ustedes —dijo Dean, dejó su botella a un lado y comenzó a armarse.

—Oye, no creo...

—Voy y punto —sentenció Dean con voz seria.

Nadie dijo nada más, todos terminaron de alistarse y salieron en busca de lo que fuera a donde ese par iba.

Las curiosas formas del amor - Fictober 2019Where stories live. Discover now